Covid19 también afecta a la Iglesia
Ante la falta de limosnas y donativos existe la posibilidad de que empleados sean despedidos
Tras dos meses de inactividad obligatoria, las 68 parroquias de la Diócesis de Tampico están en la inopia y la sequía de limosnas y donativos por la celebración de bodas, bautizos o primeras comuniones tienen en riesgo su sobrevivencia y la permanencia de empleados, señaló monseñor Elías Gómez Martínez, vicario general.
En algunos templos, los párrocos han tomado la decisión de elaborar comida para su venta a domicilio, otros se alimentan de sus familias o reciben la ayuda de benefactores, unos más viven de su “guardadito”, pero los ingresos no son suficientes para cubrir sueldos, pago de servicios, trabajos de mantenimiento o los ineludibles compromisos de cuotas de seguridad social, agregó.
“Estamos batallando mucho, pero aun así mantenemos acciones de ayuda y de recolección de despensas para llevarlos a las familias de mayor marginación en los sectores donde están ubicadas las parroquias”, señaló.
Dijo que desde finales de marzo pasado las oficinas parroquiales fueron cerradas a misas y celebraciones eclesiásticas que proveían de recursos económicos para los salarios, lo que dejó sin ingresos al grueso de los templos, que tienen entre uno y 10 trabajadores administrativos y de mantenimiento. Algunas, como las de Ciudad Madero, elaboran comida o se dedican a la venta de diversos artículos para hacerse de un poco de recursos, mientras llega el momento de reabrir las iglesias una vez superados los periodos críticos del contagio de Covid19.
Las finanzas de los 68 templos de la Diócesis de Tampico son víctimas colaterales de la crisis sanitaria por el Covid19 y, a casi dos meses de paralización obligatoria, han quedado sin ingresos para hacer frente al pago de salarios, servicios públicos e impuestos.
El vicario general, monseñor Elías Gómez Martínez, señaló que a dos meses de inactividad obligatoria están en la inopia y la sequía de limosnas y donativos por la celebración de bodas, bautizos o primeras comuniones tiene en riesgo su sobrevivencia y la permanencia de empleados.
En algunos templos, los párrocos han tomado la decisión de elaborar comida para su venta a domicilio, otros se alimentan de sus familias o reciben la ayuda de benefactores, otros viven de su “guardadito”, pero los ingresos no son suficientes para cubrir sueldos, pago de servicios, trabajos de mantenimiento o los ineludibles compromisos de cuotas de seguridad social, agregó.
“Estamos batallando mucho, pero aun así mantenemos acciones de ayuda y de recolección de despensas para llevarlos a las familias de mayor marginación en los sectores donde están ubicadas las parroquias”, señaló.
Desde finales de marzo pasado las oficinas parroquiales fueron cerradas a misas y celebraciones eclesiásticas que les proveían de recursos económicos para los salarios, lo que dejó sin ingresos al grueso de los templos, pues todos tienen desde uno hasta 10 trabajadores administrativos y de mantenimiento, según el tamaño.