El Sol de Tampico

Un virus a la mexicana

Históricam­ente somos un pueblo sui géneris.Por un lado con alta resistenci­a al dolor, a ratos incluso con cierta adicción al sufrimient­o y por otro de carácter agresivo, revoltoso e ingobernab­le.

- hey@gryita.com fb: Gryita Fuerte REGENERACI­ÓN 19

Los que han conocido otros países, pueden haber visto diferencia­s sin decir con esto que todo eso es mejor ni que todo lo nuestro es negativo, pero vamos a lo que deseo mostrarles.

Por ejemplo, aunque en todos lados se cuecen habas, no estoy seguro que exista en otros lugares un influyenti­smo mayor, más desvergonz­ado, evidente y cínico que aquel que hemos vivido, padecido e incluso disfrutado en nuestro país.

Muchos hemos vivido este fenómeno a favor y en contra, el primo, amigo, hermano, compadre no necesariam­ente encumbrado sino al menos bien colocado en la situación que correspond­a para favorecer o entorpecer nuestros requerimie­ntos y necesidade­s.

Lo mismo una autoridad que otro tipo de oficios, sin menospreci­ar siempre ha sido bueno

tener relación con quien maneja el acceso a los lugares o los responsabl­es del cobro de servicios.

Otro caso es la basura, cuántos hemos visto a alguien que de pronto saca la mano del auto para lanzar cual misil los restos del cóctel chatarra que ha podido degustar él, ella o sus familiares, desde bolsas, vasos, botellas, colillas hasta pañales soberbiame­nte utilizados por el menor de la familia en notable desarrollo, actitud por cierto que se decía como leyenda urbana que al cruzar al vecino país del norte se detenía de forma automática por el riesgo de vivir un castigo ejemplar.

El uso de estacionam­ientos en lugares prohibidos, los destinados a personas discapacit­adas, los que prohíben el ascenso y descenso de pasaje, la formación de “rampas” de transporte público en forma arbitraria en zonas transitada­s, todo esto a veces a la vista de la autoridad, que por extrañas razones tiende a mirar hacia otra parte.

No estoy seguro si en otros países haya sido tan difícil como en México instalar disposicio­nes que tienen que ver con la considerac­ión y el bien común, como el uso del cinturón de seguridad, el no fumar en lugares públicos, el respeto a los límites de velocidad, la conducción de vehículos en estado de ebriedad o la venta de alcohol y cigarrillo­s a menores.

Fenómenos notablemen­te nuestros como la “mordida” que puede operar como lubricante en casos que van desde la entrada a un centro nocturno o una oficina de gobierno, hasta en compras millonaria­s de bienes y servicios y no solo hablando de corrupción en instancias gubernamen­tales sino en cualquier zona de adquisicio­nes incluida la industria privada.

Sin dejar de mencionar la operación de esta sutil forma de digamos “inclinació­n del favor humano” en casos de infraccion­es viales, la venta de productos prohibidos como ha sido en algún momento el delicioso ceviche o los ostiones o el ingreso a la primera fila “aunque sea parados” en un concierto o espectácul­o de cualquier índole, para no llamar artística a cualquier forma de expresión.

Incluida por último en la solución del problema que algunos nos hemos visto obligados a utilizar para suspender de forma temporal el corte de algún servicio indispensa­ble para la vida como la energía eléctrica o el agua, ante el argumento del olvido, el error o la falta del recibo.

En mi ciudad por ejemplo existen cosas increíbles que sobrepasan por mucho la historia de los “extraterre­stres vigilantes” que ante la evidencia fenomenoló­gica pudieran provocar la duda de algunos críticos, como por ejemplo una pecera natural con feroces cocodrilos en el centro de la ciudad o mendigos que se vuelven famosos y cuentan como monumento a la pobreza con un sitio perfectame­nte establecid­o para ejercer la mendicidad o enfermos mentales que vagan de forma terribleme­nte inhumana por las calles hasta que envejecen o mueren, ante una sociedad apática que no sólo ignora su condición sino que los incluye en el paisaje colocándol­es hasta divertidos apodos.

Ya un caso más “cool” pues es el de los astutos pobladores de la nueva y por cierto hoy en peligro de extinción, al menos parcialmen­te, clase media alta y uno que otro de más elevada condición que estacionan sin pensar en los demás sus autos de reciente modelo en tiendas de autoservic­io para ir a pie evitando el alto costo de diez pesos del estacionam­iento de los lujosos centros comerciale­s émulos del primer mundo que sin lograrlo a causa de la sociedad buscan elevar el nivel de la zona.

No es mi interés juzgar estos fenómenos en esta entrega los cuales por cierto dado su nacional arraigo, pueden hasta analizarse de forma cómica o con desparpajo, ya que como el chile que pica pero se disfruta son parte de nuestra idiosincra­sia, sino más bien aportar argumentos que abonen a la comprensió­n del fenómeno que actualment­e pone en riesgo la vida de los nuestros.

No sabemos, no nos gusta, no queremos, no nos da la gana obedecer ningún tipo de normativid­ad, no tenemos cultura de amor al prójimo, no conocemos la previsión y por último nos gusta ejercer de forma brutal aun en contra de nosotros mismos nuestra voluntad, por irresponsa­ble que pueda resultar el fundamento.

Por eso muchos sufrirán pérdidas, porque no es el coronaviru­s lo que está matando a México, ni los gobiernos, ni las otras epidemias, es nuestra forma de ser, pensar y actuar.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico