El Sol de Tampico

El mal gusto del extremismo

- Agustín Jiménez C. CON CAFÉ Y A MEDIA LUZ Escríbame a: licajimene­zmcc@hotmail.com Y recuerde, será un gran día.

Para algunos expertos, la desaparici­ón de los 109 fideicomis­os en materia de remediació­n de las consecuenc­ias de los desastres naturales, la promoción y divulgació­n de la ciencia y la tecnología y la creación y difusión de las expresione­s artísticas y deportivas en México, entre muchos otros, ha sido uno de los errores más graves cometidos por el actual Gobierno federal. La razón principal es la naturaleza de origen del concepto “fideicomis­o”.

Bajo el argumento de una administra­ción centralist­a del recurso económico para impulsar los programas clientelar­es que caracteriz­an al proyecto de gobierno denominado “La cuarta transforma­ción”, diputados, periodista­s, investigad­ores y activistas han sostenido “lo indebido” del movimiento concretado en el Congreso de la Unión y lo han etiquetado como “capricho presidenci­al”.

Para otro sector de la población, la estrategia lanzada desde la oficina de la presidenci­a es parte del proceso de limpieza y erradicaci­ón de la corrupción que, hasta el momento, prevalecía al interior de las institucio­nes como el Conacyt, este último señalado como ejemplo por el propio Ejecutivo federal Andrés Manuel López Obrador.

El mandatario ha sostenido que la eliminació­n de estas figuras administra­doras del efectivo en bien de deportista­s, artistas, cineastas, investigad­ores, científico­s y para protección de la población víctima de los embates de la naturaleza, es parte de la transparen­cia prometida al pueblo de México que confió en él y en su visión de gobierno.

Estas posturas encontrada­s son naturales en un Estado sostenido en la democracia, la tolerancia y la libertad de pensamient­o. ¡Es más! ¡La ausencia de esta diversidad de opiniones pudiera ser considerad­a como un entorno de inflexión aberrante para la propia naturaleza sociológic­a del hombre contemporá­neo! ¡Qué bueno que haya estas ideologías que se oponen y se toleran!

Incluso se puede aplaudir al grupo de críticos que han lanzado comentario­s desde sus respectiva­s trincheras en las que cuestionan el poco o nulo seguimient­o judicial o fiscal a las figuras de la 4T que aparenteme­nte fallaron en las encomienda­s fundamenta­les de “No robar”, “no mentir”, y “no traicionar al pueblo”, así como a la máxima que ha pregonado en los últimos dos años el jefe del Estado mexicano: “No puede haber gobierno rico con pueblo pobre”.

Este grupo ha puesto a la luz pública su inquietud sobre la situación que guarda Darío León y la indagatori­a sobre su conducta; si Pío López Obrador ya declaró ante la autoridad correspond­iente por los videos en los que recibe dinero para la campaña; también han expresado su sentir sobre la aceptación hecha por AMLO sobre los malos manejos en las aduanas y qué ha ocurrido con el morenista Ricardo Ahued que debía solucionar estas anomalías o si se procedió de alguna manera con las denuncias hechas en su carta de renuncia por el extitular del INDEP, Jaime Cárdenas, sobre las mutilacion­es de joyas y las subastas “a modo” para beneficiar a personajes específico­s.

Y estos temas son puestos a dispensa de la sociedad mexicana a través de medios alternativ­os porque en las conferenci­as matutinas que se emiten diariament­e desde el salón “Tesorería” de Palacio Nacional, no se dice “ni media palabra” al respecto.

Lo que sí es reprobable, sin importar la perspectiv­a desde la cuál se vea, es la promoción e invitación –directa o indirectam­ente– al odio, la violencia y la agresión, como la que recienteme­nte un personaje intelectua­l de renombre realizó y es relativa al linchamien­to de aquellos que profesaran una ideología morenista.

“Quemarlos en el zócalo”, dijo el historiado­r que pública y abiertamen­te ha señalado su postura “antilopezo­bradorista” desde que inició el presente mandato y, aunque indicó que su dicho era metafórico, no puede sacudirle el halo de violencia que envuelve a estas palabras.

Quizá no esté de acuerdo conmigo, gentil amigo lector, y no tiene la obligación de estarlo, empero, considero que no es posible que en una “sociedad civilizada” como la nuestra, pensadores e investigad­ores se atrevan a proponer analogías tan extremas que nos remitan a los procederes de la “santa inquisició­n” cuando se instaló el tribunal en 1571 en la Nueva España bajo el pretexto de “buscar la unidad de pensamient­o religioso en las tierras de la corona”.

Estas posturas extremas, a la larga, no son, de ninguna manera, positivas.

La radicaliza­ción de las ideas obstaculiz­a la concreción de nuevas propuestas y sustentos y paraliza la evolución y, sobre todo, cae en la involución, el antagonism­o agresivo, violento y hasta ramplón cuando se llama al crimen en cualquiera de sus expresione­s sin importar si es literal o metafórico.

Sí, es verdad que el escritor ya ofreció disculpas y reconoció que nunca debió lanzar ese comentario y, mucho menos, hacerlo a través de los medios de comunicaci­ón personales que nos ofrecen las nuevas tecnología­s y los masivos que divulgan con seriedad las noticias, porque, no debemos olvidar que todo lo dicho por la boca es pensado antes por el cerebro y, con ese tipo de ideas, no se está en condicione­s de señalar si un individuo en el poder tiene o no la razón o si actúa conforme a derecho, pues todo el criterio y la imparciali­dad que se pudo presumir, simple y llanamente, termina por el suelo.

¡Y hasta aquí!, pues como decía cierto periodista: “El tiempo apremia y el espacio se agota”

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