Pandemia, tiempo para reinventarse
A lo largo de la historia, hemos confirmado que cuando los tiempos se tornan más difíciles es cuando los seres humanos mostramos lo mejor de nosotros mismos, pues son las dificultades las que logran estimular nuestras capacidades, sentidos y habilidades.
Por décadas vivimos tiempos relativamente estables, sin embargo el inicio del 2020 nos trajo de tierras muy lejanas algo nuevo y desconocido, el coronavirus o Covid-19 (Coronavirus Disease 2019), mismo que nos tomó desprevenidos a pesar de las advertencias de los científicos y las declaraciones del gobierno de China. Otra hecho que nos evidenció es que las personas nos hemos vuelto más escépticos ante los acontecimientos inesperados, que los principales líderes políticos del mundo no creyeron en la advertencia de esta pandemia de proporciones catastróficas que dio lugar a una letalidad con un alto grado de contagio. Al pasar los meses, la enfermedad tomó la mayor parte de nuestro planeta, lo que causó una inmovilidad de los ciudadanos
Del 4 al 24 de Febrero de 2020 visité Japón y Singapur. Ahí aprendí de la sana distancia, del uso de gel antibacterial, de la importancia del tapabocas, del conveniente frecuente lavado de las manos y de no tocarnos la cara con las manos como frecuentemente acostumbramos (entre otras medidas para nuestra protección personal).
Tanto impacto tuvo en nuestra cotidianidad el Covid-19, que los cambios fueron desde nuestra forma de saludarnos, el interactuar social y comunitariamente, hasta las formas de llevar a cabo nuestras actividades económicas productivas. La reacción propuesta de la mayoría de los gobiernos del mundo frente a estos cambios fue enviarnos a todos a sus casas y parar casi toda actividad que incluyera contacto físico o cercanía entre personas, salvo las actividades esenciales.
Quienes pudimos acatar dichas instrucciones de confinamiento lo hicimos, pero los que no, ingresaron a una etapa sumamente lamentable. Esta situación trajo como consecuencia la crisis económica más grande en casi 100 años que tiene como desenlace en México la pérdida de más de un millón y medio de empleos formales y se habla de 12 millones de desempleados en la economía informal.
Ante panorama tan adverso los mexicanos hemos aprendido mucho en poco tiempo, desde las formas de higiene y sanidad que antes no eran parte de nuestra cultura hasta el uso de tecnologías y aplicaciones para el trabajo tener reuniones virtuales, sin mencionar que los estudiantes de todo nivel empezaron a tomar clases por televisión y aplicaciones móviles.
Ante todas estas circunstancias históricas, muchas personas respondieron a las convocatorias gubernamentales y ciudadanas para solidarizarse con los afectados, como lo fue la donación de despensas, medicinas, recursos económicos y artículos de prevención sanitaria. Un ejemplo en Tampico fue el ver con gusto la respuesta de uniones de colonos recolectando víveres, también importantes empresas comerciales se sumaron y grupos de empresarios atendieron el llamado de nuestro alcalde Chucho Nader y aportaron importantes recursos económicos para la compra de estos insumos como el donativo de miles de cubrebocas.
También vimos que en otros países, los gobiernos respondieron más rápido y favorablemente con planes de choque contracíclicos.
Esperemos que México pronto se llegue a un clima y propuestas de apoyo al sector productivo similares. Solo la iniciativa privada genera valor agregado, riqueza, empleos productivos y prosperidad sustentable para todos. Los gobiernos municipales, estatales y federales tienen la obligación de hacer uso eficiente de los impuestos recaudados para realizar su obra pública y por mandato Constitucional apoyar a los más necesitados y afectados por la crisis, aunque este subsidio en mi opinión debe de ser de carácter temporal y no permanente para crear las condiciones de alivio y no mal formar dependientes del presupuesto.
Los subsidios deben estar precedidos de un estudio socio económico al beneficiado para su justificación y reglas claras para el buen destino y transparencia. En la Biblia es conocida la frase ¨no le des el pescado, enséñale a pescar¨ y esto se logra con la educación, enseñanza de oficios y carreras técnicas. La educación puede ser la solución.
La nueva realidad la estaremos viviendo mientras no se descubra una vacuna segura y los gobiernos del mundo hayan implementado campañas de vacunación masivas que tomaran al menos dos años más. ¿Qué hacer entonces? ¿Cómo sobrevivir a la crisis económica? No nos queda otra más que trabajar y hacer lo que hacemos de la mejor manera posible.
Evitar gastos superfluos y los que tenemos un empleo cuidarlo con honestidad, productividad y entrega. Pero sobre todo, quienes tenemos la posibilidad de ayudar ser más solidarios con nuestros compatriotas.