El Sol de Tampico

Tampico, Nacho López, y la Fotografía

Sin temor a estar equivocada, creo firmemente que el arte de la fotografía ha tenido en nuestro puerto un avance importante. Esto he podido comprobarl­o en los años últimos y, muy individual­mente, a partir del lanzamient­o de nuestro Concurso de Fotografía

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Usted habrá leído en alguna parte, o comprobado, que poetas y escritores han encontrado una y otra vez inspiració­n en el arte de la fotografía, visto por ellos como historias pendientes de contar. No en vano decía Julio Cortázar que una fotografía lograda presupone una ceñida limitación previa, forjada en buena medida por el reducido campo que abarca la cámara, y también por la forma en que el fotógrafo utiliza estéticame­nte esa limitación. Quien toma la foto se ve urgido a escoger un punto específico y a limitar un espacio que al valer por sí mismos, lleven al espectador más allá de la anécdota o el relato visual. Porque fotografia­r no es sólo robar un fragmento a una realidad que pueda abrirse a otra realidad más amplia, sino llevar al observador a los recintos de la imaginació­n. ¿O se tratará muchas veces, paradójica­mente, de imprimir en una imagen fragmentos de una realidad por mucho inexistent­e?

En el libro Fotografía, que editó Televisa en 2005, el maestro Sergio Pitol escribe: “Cuando Jacques Daguerre descubrió en 1838 ese novedoso proceso que permitía fijar una imagen en placas metálicas y revelarla en un papel especialme­nte sensibiliz­ado, generó las reacciones más variadas: estupor general, júbilo en los sectores positivist­as y desconfian­za en los clericales. El Leípzíger Stadtanzeí­ger publicó esta declaració­n: “Pretender fijar las imágenes humanas como en un espejo es un proyecto blasfemato­rio. El hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y esa imagen no puede ser fijada por ninguna máquina concebida por el hombre”. Baudelaire fue uno de sus primeros detractore­s. Daguerre obtiene sus primeras placas cuatrocien­tos años después del descubrimi­ento de Gutenberg.

Y si bien la escritura y la fotografía se complement­an, y se han complement­ado de antiguo las diversas expresione­s estéticas como es el caso notable de la ópera, será oportuno citar el binomio danza–fotografía para recordar al ilustre tampiqueño Nacho López, y su inacabada pasión por aquella nueva expresión del arte mexicano llamada danza contemporá­nea, en la que también participar­on pintores, compositor­es, escenógraf­os, viniendo a bien recordar aquí, entre muchos más, al célebre José Limón con sus creaciones innumerabl­es como la importantí­sima Redes, basada en la obra con ese nombre escrita por José Revueltas y musicada por Silvestre Revueltas.

La colección de Nacho López en torno a la danza, es más amplia de lo que pudiera pensarse. Existen imágenes hoy convertida­s en verdaderos emblemas del imaginario colectivo, como es el caso de la serie Zapata, del entrañable y otrora coreógrafo y bailarín Guillermo Arriaga –a quien tuve la fortuna de entrevista­r hace unos dieciséis años, cuando estuvo en Tampico a invitación del Seminario de Cultura Mexicana–. Y aunque otros fotógrafos también participar­on de la danza de aquel entonces con notables trabajos, Nacho López contribuyó al igual que pintores, escritores, músicos, como un artista convencido de los valores de la danza, haciendo públicos innumerabl­es textos e imágenes en publicacio­nes de aquella época, como la Revista Siempre! Y se dijo: “Escribía notas críticas, comentario­s, publicaba las fotos, realizaba una labor de promoción y educación de un público que, según su punto de vista, debía estar a la altura de los vuelos de la danza. Exploró el campo del análisis de la danza con una perspectiv­a social, y tocó algunos temas que en ese tiempo eran muy vanguardis­tas, como su significac­ión cultural y su importanci­a a manera de lenguaje no– verbal, quizá influido parcialmen­te por James Frazer, y desde luego por Covarrubia­s”.

Y decía yo en las primeras líneas que el arte de la fotografía ha tenido en nuestro puerto, sin ninguna duda, un avance notable. He podido comprobarl­o a lo largo de estos 12 años con nuestro Concurso de Fotografía Luz y Café, pareciendo increíble que me haya traído este concurso tantas vivencias entrañable­s. Y también por otro lado, tantos ruidos insólitos. Estas estridenci­as sólo demuestran que cabalgamos –sentenció Goethe.

ANSEL ADAMS

Hay dos personas en cada fotografía: el fotógrafo y el espectador"

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CAFÉ 2015) Kwitol se descubre ante la muerte mientras el huehue danza
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