El Sol de Tampico

Santoral del día

SAN IGNACIO DE ANTIOQUIA

- CANÓNIGO JULIÁN MUÑOZ HEREDIA

No existen diarios y memorias, ni correspond­encia de los principale­s personajes de los dos primeros siglos de la Iglesia. De San Ignacio de Antioquía sabemos que era la metrópolis de Siria, Antioquía, tercera en orden de grandeza del imperio romano, tuvo como primer obispo al apóstol Pedro, al que sucedieron Evodio y en el año 69 San Ignacio fue nombrado obispo de la Iglesia de Antioquía que había sido fundada por el mismo San Pedro.

A San Ignacio le esperaba ahí una gran labor, penalidade­s y obstáculos. Y así trabajó durante casi cuarenta años. Las doctrinas de Juan y Pablo unidas inspiraron al santo obispo mártir, cuyas cartas fueron famosas en la antigüedad. Parece que a el se le atribuye ser el inventor de la palabra católica (Universal) aplicada a la Iglesia.

Alegre, valiente, con esa fortaleza que transmite la fe, este obispo de Antioquía es el modelo perfecto del mártir cristiano. Murió en la capital del Imperio el 17 de octubre, alrededor del año 107. Después de su muerte, sus restos fueron trasladado­s a Antioquía, donde fueron venerados por San Jerónimo y San Juan Crisóstomo.

San Ignacio fue un místico y un conductor, capaz de encarnar en sí mismo las prerrogati­vas de la autoridad necesaria para gobernar y los carismas espiritual­es imprescind­ibles para guiar a los fieles.

Ambos elementos se funden con notable armonía en su enérgica llamada a la unidad visible de la comunidad creyente, repite constantem­ente en sus escritos: "Donde está el obispo, ahí está la comunidad, así como la Iglesia católica está ahí donde Cristo está".

Parece que a él se le atribuye ser el inventor de la palabra católica (Universal) aplicada a la Iglesia.

Alegre, valiente, con esa fortaleza que transmite la fe, este obispo de Antioquía es el modelo perfecto del mártir cristiano.

Murió en la capital del Imperio el 17 de octubre del año 107. Después de su muerte, sus restos fueron trasladado­s a Antioquía, donde fueron venerados por San Jerónimo y San Juan Crisóstomo.

San Ignacio fue un místico y un conductor, capaz de encarnar en sí mismo las prerrogati­vas de la autoridad necesaria para gobernar y los carismas espiritual­es imprescind­ibles para guiar a los fieles.

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