El Sol de Tampico

Los ejes de mi carreta

- Armando Juárez Becerra armando_juarezbece­rra@hotmail.com

Es cierto, muy cierto ese dicho popular de que Dios Perdona, pero el tiempo no; y vamos que si lo estoy comproband­o; a los 80 van apareciend­o los resultados de los golpes de la vida y no hay más remedio que atenderlos y he ahí que empiezan las visitas con los médicos para buscar mantener la calidad de vida, mientras esta nos dure.

Cuando somos jóvenes nos comemos el mundo a puños, nada nos detiene, hay fuerza, vigor, agilidad y agudeza mental, no nos ponemos a pensar que algún día, si es que llegamos a viejos, todo eso menguará y entonces pagaremos las facturas de nuestras correrías y excesos. Eso sí, todos deseamos vivir mucho tiempo, pero sin achaques ni dolencias, queremos llegar al final de la meta sanitos, derechitos, rozagantes como en los viejos tiempos, mas eso es casi imposible, creo que son pocos los que logran ese propósito.

Y es entonces cuando le pedimos al Creador que nos perdone nuestros desapegos a lo espiritual, esperando que su misericord­ia nos llegue solo por los ruegos, sin entender que para toda oración, para que funcione debe ir acompañada de la caridad.

¿Acaso nos hemos puesto a pensar qué actitudes positivas tuvimos en la vida para con los demás, qué hicimos por nuestro prójimo cuando nos necesitó?.

Si el balance es positivo es probable que tengamos mayores posibilida­des de recibir la Gracia de Dios y nos ayude a seguir el camino con salud y conservar la vida sin tantos achaques.

Los que llegamos a cierta edad, ya no tenemos la posibilida­d de corregir lo malo, pero sí de aumentar lo bueno, estamos quizá en el tiempo preciso en que Dios nos otorga la oportunida­d de acercarse a Él, tiempo precioso para purificar nuestro espíritu y poder hacer el viaje final con el alma limpia.

Y los jóvenes, pues son muy pocos los que entienden lo que es el poder de Dios, creen en Él, lo respetan y quizá hasta le recen, pero no siguen sus leyes y sus mandamient­os que buscan el amor y la paz espiritual.

Sin embargo, también por Gracia Divina, todo ser humano tiene la oportunida­d de salvarse, cinco segundos antes de su muerte: El arrepentim­iento sincero.

Pues bien, a mí ya me llegaron los primeros llamados de la edad y del tiempo, asunto que estoy atendiendo con los doctores indicados por la ciencia y aun cuando se trata de males menores, no dejan de perturbar el ritmo de la vida.

Y si, por supuesto, tengo la mirada puesta hacia lo alto del Universo, estoy en contacto con el Creador, para ver si es posible que borre de su bitácora las cosas que yo haya hecho y que no sean de su aprobación y me brinde la oportunida­d de vivir lo más sano posible, hasta el día en que Él me llame a su Reino.

Por lo pronto ahí la llevo, con pastillas, tónicos, grageas y todo lo que les ocurre a los médicos para ponernos las pilas y seguir la huella, aunque rechinen los ejes de mi carreta.

P.D.- Una cosa es existir y otra cosa es vivir.

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