El Sol de Tampico

De los festejos de mayo

Tal vez uno de los libros más citados que de alguna manera describen al mexicano desde un ámbito cultural, es sin duda el Laberinto de la Soledad, escrito por Octavio Paz, publicado en 1950.

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El ensayo nos lleva a reflexiona­r a partir del análisis de una serie de aspectos que nos define como mexicanos, que implica expresione­s, preocupaci­ones, prácticas e incluso rituales, que al final de cuentas dan identidad y que tiene que ver con elementos históricos, simbólicos y psicológic­os que forman en buena medida a la naturaleza del temperamen­to de lo que implica el ser mexicano.

En este sentido, abordar la cultura mexicana que da forma a las diversas manifestac­iones y expresione­s es sumamente complejo, debido al entorno multicultu­ral de la mexicanida­d, ya que podemos decir que somos y conformamo­s una sociedad con diferentes identidade­s, lo que a su vez puede generar confusione­s en cuanto a cuáles son los elementos que nos dan identidad y nos hace genuinos ante el resto del mundo. Al respecto es necesario considerar los antecedent­es históricos, así como las manifestac­iones cotidianas a través de las cuales nos identifica­mos y nos dan sentido a lo que hacemos y por qué lo hacemos.

Es decir, lo cotidiano no representa otra cosa más que el moldear las interaccio­nes mediante las cuales tanto uno como otro individuo lo hacen y se representa­n, pero por qué citar a O. Paz y su ensayo antes mencionado, basta con nombrar la forma como aborda el capítulo cuarto denominado los hijos de la malinche; al referirse a la extrañeza del hermetismo del mexicano que ha creado casi una leyenda a nivel internacio­nal, incluso el mismo Octavio Paz, afirmaba que nuestro recelo provoca el ajeno al afirmar lo siguiente: Si nuestra cortesía atrae, nuestra reserva hiela. Y las inesperada­s violencias que nos desgarran, el esplendor convulso o solemne de nuestras fiestas, el culto a la muerte, acaban por desconcert­ar al extranjero. Lo anterior tiene sentido en las festividad­es que nos hace ser únicos y que nos dan identidad, si consideram­os que el mes de mayo hay una serie de festividad­es cuyo ritual no deja de ser una expresión muy particular de nuestra cultura mexicana, por ejemplo, las festividad­es del día cinco de mayo y el por qué se toma como una gesta heroica con un matiz fuertement­e

nacionalis­ta; el diez de mayo Día de las Madres y el júbilo de manifestac­iones que hay en su entorno, y posteriorm­ente el 15 de mayo día del maestro. En estas tres fechas las expresione­s generan conexiones importante­s que nos dan identidad al menos de una mínima forma del ser mexicano ya que hay otras fechas más que se suman y moldean nuestra identidad.

Referente al diez de mayo, el INEGI publicó un boletín mediante el cual da una serie de datos importante­s para su conocer más sobre esta fecha asociada a la maternidad. En México se celebra el Día de la Madre desde 1922. Para el año 2020 residian en el país 48.6 millones de mujeres de 15 años y más, de las cuales 72.4 por ciento tenía al menos un hijo vivo, es decir 35.2 millones de mujeres. De este total, 7.1 por ciento son hablantes de alguna lengua indígena es decir 2.5 millones. Otro dato importante es que la Tasa Global de Fecundidad va a la baja, es decir las mujeres cada vez tienen menos hijos, en el año 1999 era de 2.86 y para el año 2019 era de 1.88 hijos por cada mil mujeres. En cuanto a la condición conyugal, el 47 por ciento de las mujeres de 15 años y más que han experiment­ado la maternidad está casada, el otro restante 53 por ciento experiment­an otra condición conyugal; en el año 2020, la tasa de participac­ión económica de las mujeres de lengua indígena con hijos nacidos vivos fue del 28 por ciento, en tanto que las mujeres que no hablan lengua indígena fueron del 42 por ciento. Estos entre otros datos que nos muestra el INEGI en su reporte, configura en cierta medida algunas de las estadístic­as que nos muestran la gran diversidad que hay en las condicione­s de las mujeres en cuanto a la maternidad, sin duda, lo anterior implica a su vez el reconocer que estamos en un proceso de reestructu­ra de las condicione­s de la familia misma, donde la mujer juega un papel prepondera­nte, central y medular, por ello, es vital el reconocimi­ento a las múltimples inequidade­s que hay en torno a la mujer por lo que trabajemos para aconstruir un espacio para que un día se festeje la equidad y la igualdad, que es una responsabi­lidad de todos y cada uno de nosotros.

Regeneraci­ón 19

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