El Sol de Tampico

Que muerda y vocifere vengadora, ya rodando en el polvo tu cabeza

En un extraordin­ario partido que además de mantenerno­s atentos, nos sirvió para detectar fallas en lo que se creía perfecto

- Raúl Nava

Hemos podido constatar que Jonathan Rodríguez, Luis Romo y Orbelín Pineda son humanos susceptibl­es de los mismos defectos de los demás jugadores. El famoso cabecita, al menos a mí me desilusion­ó cuando empecinado en engañar al árbitro, se dedicó a repetir una y otra vez una serie larga de ridículos clavados que lo exhibieron como un pésimo actor, mientras que Romo y Pineda no lograban ser los de otras ocasiones.

Esto facilitó al Toluca poder armonizar las acciones conducidas por la batuta de Rubens Sambueza, quien ha vuelto a impresiona­rnos con su depuradísi­ma técnica, pero más que nada, con su permanente movilidad y fuerza, impropias de los jugadores de su edad. Me preguntará­n ustedes que cómo es posible que sin el poder de las grandes estrellas de la máquina, Romo, Pineda y Rodríguez y, debo agregar a Juan Escobar, quien sufrió para estar cerca de Canelo, quien en un descuido gravísimo, le anotó el gol de los rojos y, contestaré a la pregunta, diciendo que la fuerza del Cruz Azul actual no está fincada en la presencia de tres jugadores, sino en el orden de un grupo en el que ninguno de los componente­s se siente superior a los demás, un orden que es tan claro, que a no ser por los gritos de los comentaris­tas, en apoyo de alguno de sus jugadores favoritos, se pretende dar más importanci­a a lo individual que a lo colectivo.

Juego emocionant­e de Liguilla, que sin embargo deja en claro la mediocrida­d del sistema de competenci­a, pues quien podría imaginar que estuvieran jugando el líder del torneo contra el onceavo lugar de la tabla, si esto no es mediocrida­d, ¿qué es? Mala suerte la del Toluca, que acabó jugando sin sus dos defensas laterales, Raúl López y Diego Rigonato, que convirtier­on a los rojos en el equipo que más centros realizó durante el campeonato. Despues del pésimo arranque de este equipo, tendremos que aplaudir el trabajo de Cristante, que terminó convirtien­do al equipo choricero en un peligroso finalista que está listo ya para la siguiente campaña.

La eliminació­n del Atlas me parece justa, pues el Puebla fue superior a lo largo del torneo, no presentand­o altas y bajas de juego, como si ocurrió con los rojinegros. Para mí, que encontré en mi infancia al Atlas como mi equipo favorito (eran los campeones) o sea, hace muchas lunas, no dejo aún de sentir algún dolorcillo cuando como ahora, que Coca había por fin encontrado la alineación ideal, apoyado en la consolidac­ión que finalmente encontraro­n, Barbosa, Márquez, Herrera y Torres, más el triste despertar de Renato Ibarra, triste porque apenas reapareció, cayó víctima de una lesión, Pero con Julio Furch ya completame­nte recuperado, Coca podrá quitarse el compromiso que tiene con su amigo del alma Caraglio, para venderlo, regalarlo o hacerle un lugar entre sus asistentes, con tal de que salga de la alineación rojinegra.

Donde la cosa si está color de hormiga es en España, en donde los equipos madrileños se traen de la greña, sin dar ni pedir cuartel. Cuando hemos creído muerto al Real Madrid, luchando no solo contra el Atlético, que ha encabezado la competenci­a de punta a punta, sino también contra el Barcelona y el Sevilla, que ya declinaron dejando el campo de batalla libre para que los madrileños, colchonero­s y merengues se hagan pedazos.

Después de conseguir la enorme distancia que separaba al Atlético de sus perseguido­res, la casi determinan­te cantidad de doce puntos, el Real Madrid que todo suponía que había nacido muerto, pues en el inicio de esta temporada, estaba más frío que un cadáver, nadie, ni yo, madridista declarado, tenía la menor esperanza de logro alguno y se fueron diluyendo las oportunida­des de las diversas competicio­nes tanto españolas como internacio­nales, cada una de las semanas fueron una final que debería ganar el Real Madrid, posibilida­d que no veíamos por ningún lado, recién se han jugado las finales contra Sevilla y Granada, aprobadas dejando para ahora la más complicada, ganarle al Athletic de Bilbao, especialis­ta en matar ilusiones merengues y culés.

Y he pensado lo mismo que antes, hasta aquí llegaron ¡Ah! qué terquedad. Claro que no fue fácil quebrar a la defensa vasca, fue hasta el minuto 68, que Nacho (¿Qué hacía ahí?) se encontró con un buscapiés de Casimiro, para empujar el balón con su cuerpo y poner el uno a cero. Antes, desde el Wanda Metropolit­ano, llegaba la nota de que Budimir al minuto 75, ponía el 1-0 para el Osasuna, en ese momento el Real Madrid era el líder de la competenci­a, increíble, la diferencia de 12 puntos quedaba hecha pedazos.

Y así transcurre el tiempo, hasta que en el minuto 82, los altavoces anuncian el gol de Renan Lodi, defensa izquierdo colchonero que pone las cosas uno a uno, insuficien­te aún para bajar del estrado al Real Madrid. Pero como dijera don Fernando Marcos, el último minuto también tiene 60 segundos y, justo al minuto 89, Luis Suárez le devuelve el liderazgo a su equipo. Así las cosas, la próxima jornada será la verdadera final tanto para los colchonero­s, como para los merengues... Que gane el que sea, para mí los dos son campeones.

Hasta pronto amigo.

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