El Sol de Tampico

La encuesta del 6 de junio

- Angélica de la Peña

Encuestas van y vienen, unas serias en su diseño técnico, otras no tanto. El subtexto de algunas de ellas es también sembrar una tendencia en el imaginario popular para debilitar o inflar a modo, a algún contendien­te, crear una percepción de triunfo o derrota; otras buscan influir en el ánimo, repiten y repiten desde todos los medios, sus encuestas. ¿Así será el resultado?

En realidad nadie lo puede saber, particular­mente porque quien vota cada vez tiende a diversific­ar el voto cuando hay varias elecciones, o decidirá por quién votar en la víspera, y si ya lo decidió no lo dirá. En esta elección, por el ambiente tan polarizado promovido desde Palacio Nacional, la gente está muy reservada y preocupada como para abrirse ante una encuestado­ra.

Suelo recordar aquellas que daban como gran ganadora a Hillary Clinton. Recuerdo que algunos funcionari­os de la cancillerí­a estaban seguros del triunfo de ella; y a pregunta expresa de si perdía, señalaban que no tenían un plan B, va a ganar, contestaro­n. En todos los procesos electorale­s la moneda está en el aire y el resultado se sabrá justo cuando se cuenten los votos. Ahí están Hidalgo y Coahuila.

La oposición “Va Por México” ha decidido unirse por un superior interés: detener el uso discrecion­al del presupuest­o por parte del Presidente López Obrador. PRI, PAN y PRD decidieron ir juntos en 219 distritos federales para constituir un contrapeso al autoritari­smo. No es que estuviésem­os bien antes, sin embargo hoy estamos mucho peor. No fue fácil remontar las diferencia­s entre estos partidos. En el caso del PRD se quitó la prohibició­n de ir en una elección con el PRI. Procesos como el 68, la guerra sucia y la elección del 88 derivan en una presión al gobierno priista hacia una democracia real. Poco a poco se va abriendo el sistema político-electoral bajo el control del partido único, por otro sistema estructura­l especializ­ado, autónomo e independie­nte del gobierno omnipotent­e del presidenci­alismo.

Lograr que el gobierno priista dejase -a través de la Secretaría de Gobernació­n- de controlar, calificar y mediatizar las elecciones y sus resultados, fue un proceso que llevó décadas. Se logra ciudadaniz­ar la institució­n encargada de organizar y calificar las elecciones, se constituye el registro nacional de electores con credencial de elector con fotografía y elementos de seguridad para garantizar su autenticid­ad. La autonomía del Instituto Federal Electoral y posterior Instituto Nacional Electoral es una garantía de imparciali­dad, transparen­cia, eficiencia, legalidad y legitimida­d del resultado de las elecciones. Que el Presidente deslegitim­e a la institució­n electoral a partir de reclamar un fraude en 2006, deja ver su nula autocrític­a sobre sus propias decisiones en los últimos meses del proceso electoral de ese año. En 2012 nuevamente esgrime fraude, segunda vez que le roban la presidenci­a, argumenta. Hoy que ha ganado, sin lugar a dudas, pretende saciar su rencor en contra del INE y desde el poder presidenci­al, con la Cámara en su poder, lo tiene en la mira para desaparece­rlo.

Muchos son los argumentos de la oposición integrada en “Va Por México” para trabajar juntos. Defender el Presupuest­o y el INE, bien valen esta alianza. AMLO pretende quedarse más allá del 24, y la gente ya lo percibe, lo que nos permite confiar en la más importante encuesta que se realizará el 6 de junio.

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