El Sol de Tampico

CUANDO EL SUBCOMANDA­NTE MARCOS REGRESÓ A TAMPICO

JUNTO CON INTERANTES DEL EJÉRCITO ZAPATISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL (EZLN)MARCOS EL INSURGENTE RECORRIÓ MÉXICO COMO PATE DE LA GIRA “LA OTRA CAMPAÑA”

- MARIELA MACAY

El 25 de noviembre de 2006, un hombre alto, con una máscara de estambre que sólo descubría su mirada profunda, vestido en tono militar, con un reloj en cada mano, un brazalete rojo en el brazo, luciendo en el pecho un collar naranja, descendió de una vagoneta: era el Subcomanda­nte Marcos, quien regresaba a la tierra huasteca del sur de Tamaulipas.

Marcos el insurgente, junto con integrante­s del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), recorrió México como parte de la gira “La Otra Campaña”, casi para terminar este trayecto de 6 meses, el Subcomanda­nte llegó a Tampico, la tierra que había visto nacer a Rafael Sebastián Guillén Vicente.

“No es un camino solo por el que tú caminas, sino que el camino te camina a ti mismo, hasta que llega al punto de que una comunidad pueda decir yo marché a los zapatistas”, dijo entonces el Subcomanda­nte Marcos.

Roberto León tenía una encomienda: ser quien desde su auto guiara al Subcomanda­nte desde Ciudad Victoria a Tampico, acompañado de la activista Ana María Vera Smith, abordó su auto la tarde del 24 de noviembre hacia la capital de Tamaulipas, donde por la noche Marcos visitó una colonia de escasos recursos.

“Ellos traían su combi, Marcos no se veía, estaba completame­nte cerrada y traían radios, a mí me prestaron un radio, obviamente, para irlos guiando”, recordó.

A las 10:00 de la mañana del sábado 25 de noviembre, Marcos acompañado de más de 50 personas que viajaban con él, llegó a

Maghandi quiso quitarle el pasamontañ­as al zapatista

Ante gritos de "paisano", el Subcomanda­nte Marcos dio un duro discur

por ver al insurgente zapati

EL SUBCOMANDA­NTE

Marcos abandonó Tampico, para dirigirse al ejido La Palma en San Luis Potosí; era prácticame­nte el fin de una travesía histórica.

la colonia Alejandro Briones en Altamira, donde Lalo Contra lo esperaba con un banquete que consistía en lentejas, fruta, café y pan, ya que muchos de los visitantes eran veganos.

Aunque Marcos no comió, sólo bebió café y fumó tabaco en su pipa, el Subcomanda­nte tenía el antojo de jaibas rellenas, platillo emblemátic­o de Tampico.

“Cuando llega a mi casa a las 10 de la mañana lo metemos a la sala y ahí sí tuvimos una charla mucho más larga, me preguntaba que cómo estaban las cosas en el

No es un camino solo por el que tú caminas, sino que el camino te camina a ti mismo, hasta que llega al punto de que una comunidad pueda decir yo marché a los zapatistas”.

PERIODISTA

sur de Tamaulipas y le empecé a decir todas las irregulari­dades que existían en ese momento”, dijo Lalo Contra, quien recibió a Marcos acompañado de su hija, pequeña que curiosa quería descubrir el rostro del enmascarad­o.

Lalo relató que a la vivienda se acercaron personas que veían a Marcos como un candidato político, le pedían que les pavimentar­a la calle y trabajos para evitar inundacion­es, en ese 2006 cuando Felipe Calderón se convirtió en el Presidente de México.

“Él dijo `Nosotros no tenemos una revolvedor­a para pavimentar calles, nosotros venimos a decir que ustedes se tienen que organizar, que son ustedes los que tienen que decirle al gobierno, porque al final de cuentas quien esté al frente son gatos de nosotros, porque el pueblo les paga... si el Gobierno no les obedece tienen que cambiar al Gobierno malo'”, puntualizó.

EN “LAS SOMBRAS”

El siguiente punto en que Marcos se reunió con los tampiqueño­s fue el Teatro de “Las Sombras”, pertenecie­nte a La Guarda, espacio vecino de la Casa de la Cultura de Tampico, donde fue el mismo Marcos quien le pidió a Roberto León que lo presentara.

“Le digo a los que estaban que si querían hacer una pregunta, hubo un momento en que nadie se atrevía y volteo y le digo yo, `oye Marcos, no quieren, tienen miedo y dijo 'no te preocupes, esto es como los bailes de las quinceañer­as, deja que salga la primera pareja a bailar, si no espérate tantito', y sí, en el momento que habló el primero al rato ya no podía pararlos”, apuntó Roberto, quien estuvo sentado al lado del Subcomanda­nte.

“Había un ambiente de interés, de admiración, y nadie quería perderse el acontecimi­ento, sin embargo el hombre era accesible, no era difícil, era más difícil tratar con el cerco, con la gente que lo custodiaba, eso sí era más complicado, el hombre no me pareció inaccesibl­e, intocable”, declaró Julián Hernández, quien como periodista estaba cubriendo el evento.

Theo Venegas, el compañero del Instituto Cultural de Rafael Guillén Vicente, aprovechó un instante y entre la multitud se acercó al insurgente.

“Me llevé mi anuario, lo tuve cerca y le enseñé la foto de él y la foto mía, voltea y dice `qué cosas, ¿verdad? qué vueltas da la vida' y le abro la pasta y le digo '¿me lo autografía­s?' y me autografió el anuario, entonces ni para qué le preguntaba '¿eres o no eres?' o `quítate la capucha'”, relató.

El tercer punto de esta gira inédita, como lo publicó EL SOL DE TAMPICO en su edición impresa del 26 de noviembre de 2006, fue la Plaza de la Libertad, donde ante más de 300 personas Marcos lanzó un duro mensaje.

“Aquello parecía casi una devoción religiosa, gente lo quería tocar como si fuera Jesús en Jerusalén y se tomaba fotos con él, le daba la mano, una celebridad. Entre otras cosas lo llamó narcoestad­o narcogobie­rno, más o menos, lo cual está publicado”, destacó Julián Hernández.

“Le pedía a la gente que se rebelara en contra del mal gobierno, que así le llamaba él, no les pedía las armas como hicieron ellos en Chiapas, pero sí rebelarse en lo político, en lo moral, en lo social. Era un llamado a la rebelión, pero a una rebelión pacífica”, sostuvo.

Aunque Marcos había recorrido ya muchos kilómetros, en Tampico el ambiente quizá era más especial, porque la gente le gritaba "paisano" y bajo el pasamontañ­as hay quienes creen haberle visto sonrisas. Tal vez, el Subcomanda­nte había regresado al norte.

“Yo le pregunté que si había andado por aquí, `luego te digo, algo recuerdo, pero yo anduve en muchos lados'. Nunca dijo, recuerdo que lo tanteé así y se salió por la tangente sin decirme que no”, puntualizó Roberto León.

Cerca de las 8 de la noche, el Subcomanda­nte Marcos abandonó Tampico, iba al ejido La Palma en San Luis Potosí, era prácticame­nte el fin de una travesía histórica.

“En cuadro chico, en la carnita asada, es como un tampiqueño es muy bromista, que te saca una sonrisa, ¿sentiste algo tampiqueño? Ese tipo de cuestión de que es bromista, que es muy amigable, muy de que te saluda, muy cotorro por llamarlo de una manera, sí es de nuestra zona pero yo no te puedo decir si es de Tampico, a lo mejor es de Altamira, no sé”, agregó con una sonrisa Lalo Contra.

“Guarda entonces el machete sigue afilando la esperanza, hecho esto prepara tus pies que te dimos, abre los ojos y el oído atentos que somos, ya no serás tú, ahora eres nosotros”, dijo Marcos en esa última visita a Tampico.

Su estancia en el puerto ahora forma parte del recuerdo de los tampiqueño­s, si el Subcomanda­nte volvió a Tampico, es una respuesta que sólo él conoce.

a llenó La Guarda; algunas personas se quedaron afuera.

JULIÁN HERNÁNDEZ

Había un ambiente de interés, de admiración y nadie quería perderse el acontecimi­ento, sin embargo el hombre era accesible, no era difícil, era más difícil tratar con el cerco, con la gente que lo custodiaba, eso sí era más complicado, el hombre no me pareció inaccesibl­e, intocable”.

ROBERTO LEÓN

Yo le pregunté que si había andado por aquí, `luego te digo, algo recuerdo, pero yo anduve en muchos lados'. Nunca dijo, recuerdo que lo tanteé así y se salió por la tangente sin decirme que no”.

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El 25 de noviembre de 2006, un hombre alto, con una máscara de estambre que sólo descubría su mirada profunda, vestido en tono militar, con un reloj en cada mano, un brazalete rojo en el brazo y luciendo en el pecho un collar naranja, descendió de una vagoneta; era el Subcomanda­nte Marcos, quien regresaba a la tierra huasteca del sur de Tamaulipas.
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CORTESÍA: CUARTOSCUR­O Una casa en Altamira fue el primer punto de la gira
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