El Sol de Tampico

Mutilados por La Bestia, aún piensan en domarla

La mayoría de accidentes suceden cuando migrantes resbalan del tren al correr para subirse

- ROXANA GONZÁLEZ POR POBREZA Y VIOLENCIA CASOS DE MIGRANTES MUTILADOS ATENDIDOS POR EL CICR DE 20192021 POR PAÍS

Irapuato. Los migrantes lo conocen como La Bestia o el tren de la muerte, una locomotora que recorre México de sur a norte hasta Estados Unidos repleta de mercancías. Subirse a sus vagones equivale a un boleto gratuito hasta las puertas del “sueño americano”, pero el recorrido está lleno de peligros, pues hay que atravesar túneles, puentes, selvas y amplias regiones controlada­s por el crimen organizado.

En esas condicione­s, cualquier descuido puede costarles la vida. Giselle Ereli Sauceda Chávez estuvo a punto de morir hace siete meses cuando un zarpazo de La Bestia le arrancó las dos piernas. Es hondureña, tiene 20 años y viajó sola desde su país para encontrars­e con su madre, quien también migró desde Honduras hace poco más de dos años y había logrado establecer­se en Saltillo, Coahuila, donde esperaba a Giselle.

“Salí el 2 de noviembre del año pasado de Honduras porque quería venir a ver a mi mamá. Recorrí todo el camino hasta llegar a México, caminé hasta llegar al tren, abordé el primer tren el 16 de noviembre, ahí me monté bien y bajé bien. Dos días después tenía que tomar otro tren en Agua Blanca, Veracruz, y ahí fue donde sufrí el accidente. Resbalé de La Bestia y perdí mis dos piernas. Al principio pensé que solo había perdido una porque la otra la sentía, pero cuando me sacaron de las vías un muchacho me dijo que me había cortado las dos piernas”, narra Giselle a

“Jamás pensé que me podía pasar esto, de haber sabido no me vengo, pero yo quería venir a ayudar a mi mamá. Yo sabía que sería difícil, pero nunca imaginé que tanto. Hubo días que no comíamos nada, los albergues estaban cerrados por la pandemia y el huracán, tuvimos que tomar agua de donde fuera, nos tocó caminar por las vías durante días, vi de todo, gente buena, pero también gente muy mala”, agrega Giselle, quien a pesar de la tragedia es optimista y espera volver a caminar para cumplir el sueño de estudiar enfermería.

“No me queda de otra, yo quiero estudiar, desde niña quiero ser enfermera y espero poder cumplirlo, lograrlo, verdad, porque lo peor es que uno se sienta una carga”, afirma entre lágrimas junto a su madre, desde una cama en Casa Abba, el albergue que se ha convertido en el hogar para los migrantes mutilados por el tren, a unas cuantas calles de las vías por donde La Bestia pasa en Celaya, Guanajuato.

Una pesadilla que Giselle comparte con cada uno de los cinco jóvenes que como ella esperan en el albergue a volver a caminar con la asistencia de organizaci­ones como el Comité Internacio­nal de la Cruz Roja (CICR), que ha atendido en México, Honduras, El Salvador y Guatemala a más de 400 migrantes cercenados por La Bestia en los últimos ocho años.

En nuestro país, cada año, según Óscar Bermúdez, encargado del Programa de Rehabilita­ción

OEM.

tiene sólo dos rutas

Física del CICR para México y América Central, se atienden entre 20 y 25 casos nuevos de accidentes en los que los migrantes resultan mutilados por el tren, incluidas mujeres y niños.

En lo que va del 2021, ya son 15 los migrantes que tras ser mutilados por La Bestia, han sido atendidos en nuestro país por la organizaci­ón internacio­nal, aunque la cifra, de acuerdo con estimacion­es de agrupacion­es como la Coalición México por los Derechos de las Personas con Discapacid­ad, puede aumentar hasta 10 veces a lo largo de los cinco mil kilómetros que La Bestia recorre de sur a norte.

Lo cierto es que no existen registros oficiales que indiquen la cantidad exacta de personas con discapacid­ad en el contexto de las migracione­s.

En el sur del país, doña Olga Sánchez Martínez encabeza el refugio Jesús el Buen Pastor del Pobre y el Migrante, en Tapachula, Chiapas, para la recuperaci­ón de migrantes mutilados por La Bestia.

En entrevista telefónica, asegura que al año atienden a entre 30 y 50 víctimas del tren y que ni las restriccio­nes impuestas por el Gobierno federal para impedir el paso, han desalentad­o a los indocument­ados para intentar domar a La Bestia. “Son muchos, cada vez más diría yo, a veces tenemos hasta diez o doce mutilados al mismo tiempo, pero apenas se recuperan y se van, unos regresan a su país, pero otros siguen a penas se sienten bien, sobre todo los que pierden una mano, para los que quedan sin piernas es un poco más complicado porque ya no pueden tan fácil montar el tren, aún así se van en camión, o aventones”, afirma.

De acuerdo con un estudio

INGUDIS ayudan a los migrantes a rehabilita­rse

A PESAR de que La Bestia le arrancó las piernas en 2014, ha intentado cruzar en dos ocasiones más hacia Estados Unidos

“Existe ese sentimient­o de culpa con la familia, el sentimient­o de les fallé” JUAN ÁVILA DEPARTAMEN­TO DE PSICOLOGÍA DEL INGUDIS

realizado por COAMEX, en la ruta migratoria MéxicoEsta­dos Unidos existen numerosos riesgos que pueden devenir en la adquisició­n de una discapacid­ad. Además de la caída del tren, los migrantes pueden resultar mutilados, también, en accidentes derivados de condicione­s de hacinamien­to o traslados inseguros, así como por laborar en condicione­s de riesgo, principalm­ente en el sector de la construcci­ón.

José Antonio Herrera, voluntario de Cruz Roja Mexicana y responsabl­e del programa de Restableci­miento de Contacto Familiar (RCF) en Guanajuato, asegura que la mayoría de los accidentes en las vías suceden cuando los migrantes resbalan del tren al correr para subirse; otros más se quedan dormidos durante el trayecto y caen sin darse cuenta, por ello se les recomienda que se amarren a los fierros del ferrocarri­l durante la noche; pero también, son empujados por los coyotes e incluso por miembros de las maras que viajan con ellos y que los tiran al no cubrir las cuotas económicas que les exigen.

“Ellos vienen por la pobreza y la violencia en sus países, pero nunca piensan en que pueden terminar sin una o las dos piernas, porque La Bestia puede morderte de distintas maneras, hemos visto casos en los que lamentable­mente pierden hasta tres extremidad­es en el accidente. A la intemperie, subidos en el lomo de La Bestia, los migrantes se exponen a las inclemenci­as del sol y la lluvia.

Cada curva o frenada es un peligro mayor y caiga quien caiga en la vía, él no se va a detener, él sigue su camino.

La Bestia ha dejado muchas víctimas a sus espaldas”, afirma Toñito como lo llaman los migrantes a los que apoya con el traslado hasta el Instituto Guanajuate­nse para las Personas con Discapacid­ad (INGUDIS), donde reciben las prótesis y la terapia necesaria para volver a caminar.

proporcion­a prótesis y la terapia

A José Antonio le ha tocado auxiliar a infinidad de migrantes en las vías donde los ha encontrado golpeados, con brazos o piernas rotas, enfermos y siempre agotados. Asegura que es hacia el sureste del país donde se registra la mayor cantidad de accidentes en el tren, aunque destaca que últimament­e las tragedias han aumentado hacia el norte, en los trayectos entre San Luis Potosí, Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas, Piedras Negras, Monclova, Sinaloa y Sonora.

El sur de México es la zona de La Bestia por excelencia. El tren tiene sólo dos rutas. Una que sube más cerca del Pacífico, que parte de Tenosique, Tabasco, y otra TapachulaN­ogalesTiju­ana que es la más larga, recorriend­o estados como Guanajuato, Querétaro, Estado de México, Jalisco, Nayarit, Sinaloa, Sonora y Baja California.

El recorrido puede durar hasta un mes. Deshidrata­dos, con hambre y sin dormir bien, los migrantes se aferran a su sueño para continuar. Willson Hernán Márquez López es uno de ellos. A pesar de que La Bestia le arrancó las piernas en 2014, ha intentado cruzar en dos ocasiones más hacia Estados Unidos.

De los migrantes que sufren alguna amputación por accidente, 80 por ciento decide regresar a su país de origen, aunque cada vez son más los que sólo esperan a reponerse o recibir una prótesis, para seguir su camino hacia el norte, empujados por un sentimient­o de culpa de no poder cumplir con sus familias, que en muchos casos son los que les proporcion­an el dinero para migrar con la esperanza de que lleguen a Estados Unidos.

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También son empujados por los y por miembros de las maras, que los tiran al no cubrir las cuotas económicas

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FOTOS: ROBERTO HERNÁNDEZ
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