Feliz Día del Padre
La verdad
Tengo varios pendientes, uno de ellos consiste en el pequeño problema de escoger un regalo para mi hijo Carlos Alberto, quien hoy domingo cumple años (51) y tan sólo en pensar en ir a Altama y deambular por las tiendas donde puedo encontrar el adecuado, pues francamente me da cansancio.
Además hoy es el Día del Padre y esta fecha me llena de nostalgia al recordar la figura señera del hombre que me engendró, don Rómulo Juárez del Castillo, personaje que dejó un gran prestigio como ser humano en el pueblo donde nací, por su acendrado apego a la vida plena de valores morales.
Mi padre fue un hombre de negocios, pero comenzó trabajando como empleado en diferentes ramos, el comercial y el político, trabajó duro y logró establecer varios negocios en aquel pueblo de gente buena y trabajadora.
Fue don Rómulo –tenía el nombre del fundador de Romaun ciudadano ejemplar, pero más lo fue para su familia, apegado a las costumbres pueblerinas de salir los jueves al Jardín principal del pueblo para dar vueltas por la plaza mientras escuchaban los acordes de la Banda Municipal.
Los domingos ir al cine, el único que existía en el puebloacompañado siempre de mi madre Paulita, cena después de la función y durante la semana, a darle duro al trabajo.
Tenía mi padre unas tierras de labranza en Rayón, S.L.P., herencia que le dejó mi abuelo en tiempos de la Revolución, pero como no podía atenderlas personalmente, las rentaba y cada año recibía parte de las cosechas de maíz, frijol y otros productos.
Cada año salíamos de vacaciones toda la familia y nuestro destino principal era precisamente este hermoso puerto de Tampico, donde visitábamos los lugares de recreo como Pueblo Viejo, Miramar, Altamira, el Chairel y otros.
Pues bien, hoy celebraré el cumpleaños de Carlos Alberto junto con su hermosa familia, mi nuera y dos bellas nietas, con una sencilla salida a comer a algún buen restaurante, de los que los hay muchos en el puerto.
Pero además, voy a rezar un rosario para recordar a mi padre
sea dicha sin ambages, confieso que hoy no me nace la inspiración necesaria para escribir esta columna, es uno de esos días en que la “fiaca” me invade y hasta las teclas de mi computadora me parecen pesadas, es decir, no hay materia en mi intelecto para pergeñar alguna idea positiva.
Los domingos ir al cine, el único que existía en el pueblo acompañado siempre de mi madre Paulita
y darle las gracias por todos los consejos y ejemplos que me dio, los que me convirtieron en un hombre de bien, emulando su limpia figura como persona.
Voy a pedir a la Madre de Dios que en recompensa por ser lo que fue, mi padre goce de la paz eterna al lado de mi madre, tal y como lo vivieron en la tierra, en santa paz y bajo los principios y mandamientos cristianos.
Por lo pronto, espero que para hoy se me pase la “flojera mental” y esté en condiciones de dejar discurrir con fluidez las ideas