Saludo Pastoral
¡UNA PEQUEÑA LUZ EN LA OSCURIDAD!
Es motivo de alegría y tranquilidad el empezar a ver la reanudación de las actividades en la vida social de nuestras ciudades, descubriendo que poco a poco las familias y las personas van dejando atrás el miedo y la desconfianza para reunirse nuevamente a convivir.
Las escuelas son un termómetro importante para determinar el ritmo de la vida social y económica, y ya algunas de ellas han empezado a reabrir sus puertas para concluir el año escolar de manera presencial, aunque, la mayoría ha preferido por seguridad esperar el nuevo curso y prepararse adecuadamente para recibir a los alumnos.
Estos pequeños pasos que se están dando no tiene que llevarnos a echar las campanas al vuelo y descuidar todas las medidas de salud que hemos aprendido para protegernos, y no tener que lamentar posteriormente otro rebrote.
La experiencia de otros estados de la república, así como de otros países, nos indica que el peligro está latente y que en cualquier momento la enfermedad puede nuevamente resurgir.
Muchas personas siguen volteando al pasado y añorando los momentos que se tenían antes de la pandemia, es momento de darle vuelta a la página tratando de adecuarnos a esta nueva realidad, darnos cuenta de que las cosas cambiaron ya, ahora nos toca asumir con responsabilidad y madurez esta nueva forma de vida.
Como pastor y obispo de esta Diócesis de Tampico, me alegra mucho ver que también nuestros templos ya empiezan a normalizar sus celebraciones y los grupos apostólicos nuevamente ya están convocando a sus miembros para reiniciar sus actividades.
Sin duda nos llevará tiempo para echar a andar los proyectos y retomar nuevamente los planes que se tenían, pero es momento ya de ir dejando atrás esta experiencia dolorosa y aprovechar todas las enseñanzas que nos ha dejado esta pandemia.
Aunque hemos aprendido a utilizar las redes sociales y han sido de una gran ayuda para la comunicación con la familia y los amigos, así como para la trasmisión de las celebraciones litúrgicas y muchos eventos más, esto no suple nunca el contacto personal y el encuentro con nuestros seres queridos que debemos procurar guardando siempre las medidas de sanidad.
Damos gracias a Dios porque esa pequeña luz en el túnel que empieza a darnos esperanza, no la apaguemos con nuestro descuido y apatía.