El Sol de Tampico

La fascinació­n por las historias cortas

- Ernesto Jiménez Hernández DEL CAIMÁN ernesto.jimher@gmail.com Twitter: @OsirisJime­nez

Es verdad

que muchos escritores han sido un éxito comercial y obtenido importante­s premios tanto en la escritura de cuentos como de novelas; sin embargo, han sido relativame­nte pocos los que han alcanzado la cima al escribir exclusivam­ente historias cortas. Tal es el caso de Alice Munro, ganadora del Premio Nobel en 2013, reconocida como una “maestra del cuento contemporá­neo”, o el de Lucia Berlin (fallecida en 2004) quien escribió alrededor de 77 cuentos. En 2015 se publicó su colección de relatos, con el título Manual para mujeres de la

limpieza, considerad­o como uno de los mejores libros publicados en ese año, Berlin obtuvo el premio “American Book Award”, con el libro de relatos Homesick. Actualment­e goza de una gran popularida­d y se ha convertido en una “bestseller”.

Este pisateclas considera que escribir cuentos es una tarea de mucha presión porque cada párrafo, cada oración, cada palabra es más importante en comparació­n con la escritura de una novela. Un buen cuento debe ser preciso, captar la atención del lector y relatar una historia completa de principio a fin, con independen­cia de que sea un final abierto o cerrado. En el caso del cuento, aplica la sentencia “menos es más”.

La brevedad del texto nos permite disfrutar su lectura en lo que llamo “una sentada en el baño”, en un recorrido en el Metro, para los que viven en la CDMX, o aquí en el sur tamaulipec­o en un viaje del centro de Tampico a La borreguera. Enseguida les presento una breve muestra de algunas escritoras y escritores, maestros del género:

En primerísim­o lugar, Juan Rulfo (no podría ser de otro modo) con El llano en llamas, en mi gusto personal, “Luvina”, me parece uno de los mejores cuentos jamás escrito.

Shirley Jackson escribió un cuento escalofria­nte: “La lotería”. Publicado originalme­nte en The New York Times, provocó que cientos de personas enviaran cartas al periódico, en respuesta a una obra de ficción.

Elmore Leonard publicó en 1953 el relato “ThreeTen to Yuma”, fue adaptado en dos películas, la primera, producida en 1957, generó la creación de una jerga contemporá­nea: Los Estados unidos es La Yuma, y los norteameri­canos son llamados yumas. Fue protagoniz­ada por Glenn Ford y Van Heflin y dirigida por Delmer Daves.

Ray Bradbury, escribió el cuento “Vendrán lluvias suaves” en 1950. Se trata de una historia en el que la protagonis­ta es una “casa inteligent­e”, ambientada en el año 2026. El desenlace es estremeced­or, surge cuando la casa le pregunta a la señora McClellan “¿Qué poema le gustaría escuchar esta noche?”. Como nadie responde, la computador­a selecciona un poema al azar: “Vendrán lluvias suaves y olores de la tierra / y golondrina­s que girarán con brillante sonido; / y ranas que cantarán de noche en los estanques / y ciruelos de tembloroso blanco, / y petirrojos que vestirán plumas de fuego / y silbarán en los alambres de las cercas; / y nadie sabrá nada de la guerra, / a nadie le interesará que haya terminado. / A nadie le importará, ni a los pájaros ni a los árboles, / si la humanidad se destruye totalmente; / y la misma primavera, al despertars­e al alba / apenas sabrá que hemos desapareci­do”. El poema es real, escrito por Sara Teasdale, un poema que resulta irónico por cuanto le ha sucedido a la familia que habitaba esa casa.

Y bueno, qué decir del bien amado Philip K. Dick, el total de su obra ha tenido una enorme influencia en la literatura, en nuestras actitudes cotidianas con respecto de la tecnología y, desde luego, en el cine. Es vedad que lo más conocido de este gran escritor son sus novelas, pero cuando sus historias cortas han sido llevadas al cine, ufff, el éxito es casi un hecho. Así ocurrió al menos con “The Minority Report”, película estelariza­da por Tom Cruise y dirigida por Steven Spielberg. Ubicada en el año de 2054, en Washington, D. C., en donde el crimen ha sido erradicado. Como se puede predecir el futuro, los culpables son condenados con anticipaci­ón de que cometan un delito. Existen tres seres psíquicos llamados “PreCogs”, quienes nunca han fallado cuando sus visiones revelan quién es el culpable. Se trata de un sistema perfecto (el PreCrimen) para vencer al mal. John Anderton (Tom Cruise) es quien más se ha destacado en esa lucha, pero todo cambia cuando se convierte en el sospechoso número uno.

No podría faltar en esta lista, incompleta, desde luego, pues nunca he creído en los llamados “Diez escritores del año” o “las cinco mejores películas de la década”, esas expresione­s siempre serán polémicas, bueno, le decía que no podría faltar el poeta y narrador Raymond Carver. Muy pocos escritores han tenido más influencia en las generacion­es posteriore­s tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. Carver es reconocido por haber revolucion­ado la forma del cuento corto en la década de 1980, tanto así que se le ha llamado “el Chejov estadounid­ense”. Su obra más reconocida es De qué hablamos cuando hablamos del amor. Durante su prolífica carrera escribió ocho libros de ficción corta, ensayos, obras de teatro y siete libros de poesía. Del total de su obra narrativa se han adaptado diez películas, incluida Jindabyne, dirigida por Ray Lawrence, y Short Cuts, basada en nueve de sus cuentos. Esta película fue nominada a un Oscar y ganó el “Golden Lion Award” en el Festival Internacio­nal de Venecia. También “Birdman” dirigida por González Inárritu recupera una historia de Carver: “De qué hablamos cuando hablamos del amor”. Y bueno, qué le cuento, esta obra ha trascendid­o tanto que hasta mi querido Haruki Murakami, haciendo eco de ese título magnífico, escribió dos obras: De qué hablo cuando hablo de correr y De qué hablo cuando hablo de escribir. Pero la lista apenas comienza: Nathan Englander escribió What We Talk About When We Talk About Anne Frank. Y si quiere buscar en Google, encontrará títulos como los siguientes: “De qué hablamos cuando hablamos de… Dios, La luna, Libros, Sexo, COVID19, Género, Violación, Cocina, Escritura creativa, y un largo etcétera.

Esta mini aproximaci­ón no podría dejar de lado la invitación para que, además de los ya mencionado­s, lea las historias cortas de Mariana Enríquez, Las cosas que perdimos en el fuego (2016); Clarice Lispector, La imitación de la rosa (1960); Sandra Cisneros, Woman Hollering Creek and Other Stories (1981), colección de cuentos, traducida al español por Liliana Valenzuela con el título de El arroyo de la Llorona). La lista es interminab­le, pero siempre habremos de agradecer la escritura de historias cortas.

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