¡El Papa quiere la presencia de Cuba!
A raíz de la declaración del subsecretario del Departamento de Estado de EE.UU. para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian A. Nichols, en el sentido de que los gobiernos de Cuba, Nicaragua y Venezuela no serán invitados a la Cumbre de las Américas que tendrá lugar en la ciudad de Los Ángeles en junio venidero, las múltiples opiniones, unas a favor y otras en contra, han caído en cascada.
La asistencia está sujeta a que se considera que ninguno de los tres gobiernos respeta los principios de la Carta Democrática Interamericana. El Papa Francisco expresó que había hablado con el Patriarca ortodoxo ruso Kirill a través de una videoconferencia, lo escuchó justificar la invasión rusa, y le ha contestado: “Hermano, no somos clérigos del Estado, no debemos hablar el lenguaje de la política, sino el lenguaje de Jesús”. Días antes durante la tragedia del Hotel Saratoga, de La Habana, Cuba, el Vicario de Cristo estuvo presente en las oraciones, al tiempo que solicitó que se dé “apoyo a los familiares". Y la última postura del máximo jerarca de la iglesia católica, se sabe la hizo llegar a través de su representante en EU, quien le pidió informalmente al gobierno de Joe Biden que Cuba esté invitada a la Cumbre de las Américas, foro cuya finalidad es analizar y debatir sobre los problemas y desafíos que enfrenta el continente americano, así como afianzar la integración hemisférica y la responsabilidad nacional y colectiva, a fin de mejorar el bienestar económico y la seguridad de los ciudadanos de los países participantes.
La gestión fue hecha a través del nuncio apostólico Christophe Pierre, quien desde 2016 funge con el cargo en la Unión Americana. En Estados Unidos se habla del destacado papel del sacerdote, por tener una ardua labor a favor de los migrantes. Ocupó esa posición en México y asimismo encabeza diversas misiones de la Santa Sede en La Habana. Su estancia en Washington, vaticinaron los expertos, vendría a fortalecer las relaciones entre las iglesias de México, Cuba y Estados Unidos, y parece que así sucede.
Biden está predispuesto a invitar a Cuba a la Cumbre, el problema es el rédito que de ello sacarán los republicanos. Y es que de los 2 millones y medio de cubanos en el vecino país la mayor parte están alineados al partido en mención.
Sin embargo, contra todo lo que pueda redituar, el gobierno del presidente Joe Biden anunció que aumentará los vuelos hacia Cuba, tomará medidas para relajar las restricciones sobre los viajeros estadounidenses a la isla, y levantará las limitaciones impuestas por el exmandatario Donald Trump a las remesas que los inmigrantes pueden enviar hacia la nación caribeña.
La respuesta del Vaticano se une a la del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador quien se ha abierto a que la invitación al encuentro latinoamericano se extienda a todos los países de América.
El Papa Francisco demuestra una vez más coincidencias con la opinión del ejecutivo mexicano, baste recordar la buena relación de ambos gobiernos, por ejemplo, en abril del año pasado en el Zócalo se instaló una réplica de la Capilla Sixtina. También fue prestado por el Vaticano un códice antiguo y material histórico que el Gobierno solicitó para la exposición sobre la conmemoración de los 200 años de la consumación de la Independencia de México.
El presidente de Nicaragua Daniel Ortega dice: "No nos interesa" ir a la Cumbre de las Américas.
Con respecto a Nicolás Maduro, de Venezuela, si el mandatario bolivariano pisa suelo estadounidense, sería arrestado por la agencia antidrogas para ser llevado ante los tribunales por una acusación que la Administración para el Control de Drogas (DEA por sus siglas en inglés) tiene en su contra por narcoterrorismo. En el caso de Cuba, el bloqueo impuesto por EU los mueve a asistir.
”Construyendo un futuro sostenible, resiliente y equitativo” es el lema de la Cumbre de este 2022, tendrá efecto con el apoyo de organizaciones multilaterales como la Organización de Estados Americanos (OEA), entre otros.
Corre la idea de que será el martes cuando desvelará la cortina de la incógnita política. ¿Usted, mi amable lector, a qué le apuesta?