El Sol de Tampico

Johann Georg Hamann, el Mago del Norte

- Del Romanticis­mo al Idealismo Alemán. Sotelo27@me.com

Hamann será más conocido por obra de sus fieles y célebres discípulos, Herder y Jacobi, por la desaforada admiración que le prodigaron poetas románticos como Goethe, e incluso el propio Kant, entre otros.

Como suele suceder en la historia existen personajes de los que somos deudores por su obra o pensamient­o y Johann Georg Hamann es uno de ellos, sobre él escribe Isahia Berlín "Sí Hamann hubiese muerto en 1756, a su regreso de Gran Bretaña tras su fracasada misión encomendad­a, por la aristocrát­ica Familia Berens de Prusia, tal vez merecería su actual olvido, pero esto no sucedió".

Precisamen­te a partir de ese año, desarrolló una febril actividad intelectua­l en contra de la ilustració­n por la que es digno de recordarlo ahora dado el impacto que tuvo su obra en el posterior desarrollo del romanticis­mo e idealismo alemán.

El Mago del Norte fue un escritor oscuro, de difícil comprensió­n como pocos, asistemáti­co, pero dentro de toda esta abstrusa selva de ideas, radicaba una letal crítica a la razón ilustrada, enderezada contra la errada pretensión de totalidad, basada en la noción de un conocimien­to del mundo desde una visión unidimensi­onal racionalis­ta que subordinab­a otras esferas del ser como el sentimient­o o la espiritual­idad.

Por increíble que parezca para quienes conocen la obra del empirista David Hume, Hamann encontró en la obra de aquel con su énfasis en las pasiones y afección psicológic­a, el soporte necesario en que apoyar su rechazo a las ideas generaliza­doras de la ilustració­n.

Hamann partió del argumento de Hume en contra de la existencia del principio de causalidad, Hume tenía como principio de verdad el hecho de que sólo tenemos conocimien­to de las cosas a através de las impresione­s que ellas producen en nosotros, el ejemplo más famoso es el de las bolas de billar, tenemos la impresión de una bola chocando y moviendo a otra, lo que no tenemos es la impresión de esa relación de causalidad, Hume, decía que es la asociación de ideas lo que nos hace creer que existe tal relación causal, porque en el pasado cada que una bola de billar choca con otra la mueve, haciendo que proyectemo­s al futuro experienci­as pasadas, para Hume la causalidad es una producción psicológic­a y no tiene existencia.

De lo que dedujo Hume que los hombres nos movemos en el mundo con base a la creencia, esto le dio la pauta a Hamann para afirmar que el verdadero, conocimien­to se adquiere a través de la introspecc­ión, la creencia y la fe, no a través de construcci­ones científica­s a las que él consideró artificial­es y arbitraria­s.

A este respecto escribía Hamann: "No percibimos en la naturaleza las causas o las necesidade­s, las creemos, actuamos como sí aquellas existieran; pensamos y formulamos nuestras ideas en los términos de tales creencias pero ellas por sí mismas son hábitos mentales, formas de facto de la conducta humana, y el empeño en deducir de ellas la estructura del universo es un monstruoso afán por convertir nuestros hábitos subjetivos­que difieren en tiempos y lugares; en inalterabl­es, en necesidade­s objetivas de la naturaleza.

Kierkegaar­d, admirador de Hamann, desarrolla­rá otra vertiente del pensamient­o de este, lo que de manera embrionari­a tenía de existencia­lista, Hamann sostenía que la razón no puede dar cuenta de la existencia porque está la precede en su realidad, es innegable la similitud con el pensamient­o de Sartre, cuando dice :"En el Hombre, la existencia, precede a la esencia".

Con esta afirmación Sartre, rechazaba el Cogito Ergo Sum cartesiano, al igual que Hamann, pero en Sartre el propósito fue despejar el camino a la libre elección del individuo al ir realizando sus potenciali­dades y en Hamann, fue por repudio al racionalis­mo esquemátic­o de Descartes.

Hamann será más conocido por obra de sus fieles y célebres discípulos, Herder y Jacobi, por la desaforada admiración que le prodigaron poetas románticos como Goethe, e incluso el propio Kant, entre otros.

Y aunque Hamann, Herder y Jacobi, afirma F. Copleston, "jamás habrían aprobado el posterior desarrollo del idealismo", desarrollo de corte racionalis­ta y abstracto, está fuera de toda discusión la conexión entre el romanticis­mo y el posterior idealismo alemán, de la señalada insostenib­ilidad de la cosa en Sí de Kant hecha por Jacobi se llega a Fichte, y de la afirmación de la totalidad orgánica de las culturas de Herder, se llega a Hegel.

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