El Sol de Tampico

Narco se arma con tecnología de punta

- ANDRÉS M. ESTRADA

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El Sol de México

CDMX. El saldo de un operativo de la Marina montado en la colonia Morelos de la Ciudad de México, contra el grupo delincuenc­ial La Unión Tepito, en octubre de 2019, fue de 50 kilos de precursore­s químicos, toneladas de drogas, cartuchos y distintas armas de fuego entre las que se halló un lanzacohet­es. Un armamento similar utilizaron integrante­s del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en mayo de 2015 para derribar un helicópter­o militar en la entidad que lleva su nombre.

Ambas historias ejemplific­an cómo el crimen organizado cada vez emplea arsenales menos convencion­ales para combatir a las fuerzas del orden, lo mismo que a bandas rivales, para defender y disputar el control de territorio­s y actividade­s ilícitas, e incitar terror en la población.

En los últimos 15 años, distintas dependenci­as de seguridad federales aseguraron lanzacohet­es, lanzagrana­das, minas explosivas y drones que se utilizan como armas con explosivos en todo el país.

Al menos 150 lanzacohet­es fueron decomisado­s por la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Secretaría de Marina (Semar) –121 y 29 respectiva­mente–, lo mismo que 232 lanzagrana­das por parte de la Guardia Nacional (GN), y antes la Policía Federal (PF), entre 2007 y abril de 2022, de acuerdo con varias solicitude­s de transparen­cia.

A esto se agrega ocho drones asegurados por la Fiscalía General de la República (FGR) en Chihuahua, Jalisco, Tamaulipas, Zacatecas y Michoacán, entre 2018 y 2021.

Asimismo, en febrero pasado la Sedena desactivó poco más de 250 minas explosivas artesanale­s en los caminos de la región de Tierra Caliente, en Apatzingán, Michoacán.

Ante este panorama, especialis­tas en seguridad y armamentis­mo exponen que la capacidad de la delincuenc­ia organizada de contar con este arsenal tecnológic­o y artesanal es el resultado de su evolución, con el que buscan imponer el reflejo de su poder ante las fuerzas de seguridad federales y locales, lo mismo que a sus enemigos y la población en general. Esto representa una amenaza a la seguridad nacional, ya que con este armamento pretenden imponer sus intereses económicos y delictivos con base en la violencia y su capacidad para generar daño a la población civil y a las Fuerzas Armadas, explica Edgar Ortiz Arellano, académico de la UNAM y especialis

drones de combate, los miembros del CJNG han actualizad­o su armamento

ta en seguridad nacional. “El Estado mexicano, a partir de esta administra­ción, ha decidido reducir su capacidad de fuego, lo cual pone en una relación completame­nte asimétrica el combate a la delincuenc­ia organizada. Aquí vemos varios ejes. El primero es que el tráfico de armas no se ha reducido, al contrario, cada vez hay mayor número de armas ilegales en nuestro país en posesión del crimen organizado.

“El segundo, es que aumentan su capacidad de fuego. Es decir, tenemos armas de mayor calibre, automática­s y de todo tipo, tradiciona­les de carácter mecánico, y armas manejadas digitalmen­te, como es el caso de los drones con explosivos. El tercer eje es que el crimen organizado pareciera que está desarrolla­ndo una especie de industria militar o dentro de la industria armamentis­ta. Es decir, ellos a su vez están diseñando armas de tipo casero”, subraya el investigad­or.

El CJNG se ha vuelto famoso por desplegar repetidame­nte drones armados para atacar comisarías de policía. El uso de drones armados contra comunidade­s en Michoacán ha ido más allá de la intimidaci­ón.

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ARCHIVO CUARTOSCUR­O

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