El Sol de Tampico

El orgullo de ser Médico

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"El orgullo

de ser Médico" es el título de un artículo que hace más o menos 40 años fue escrito por el Dr. Tomás Gómez Maganda y Silva y publicado en la revista de Sanidad Militar. Que bien pueden recordar aquellos médicos que tengan más de 40 años de ejercicio profesiona­l y que lo hayan leído, porque no se puede olvidar.

Alcanzar las alturas a donde llegó el maestro Gómez Maganda no es producto del azar, ni es gratis

En ese artículo, el Dr. Gómez Maganda pone de manifiesto la autoridad que el Médico puede llegar a tener sin que ostente algún cargo o puesto público, ni grado militar y mucho menos algún título nobiliario.

Decía el Dr. Gómez Maganda que "al Médico lo obedece lo mismo el barrendero, que el policía el Presidente y hasta el propio Papa, al ordenarle que se desvista, que abra la boca, que la cierre, que camine, etc. Que ser Médico lo es todo, es sacerdote, porque recibe y guarda en secreto de confesión que fulana está embarazada, es policía investigad­or porque dictamina si la víctima ha sido violada o no, es juez, porque ordena que tales alimentos quedan prohibidos para un paciente dado. Tiene la facultad de ingresar tanto a la vivienda más humilde como a la más aristocrát­ica para atender a los pacientes".

Pero el Dr. Gómez Maganda, además de la autoridad que como excelente Médico alcanzó, su calidad humana, su sensibilid­ad como maestro de la cátedra de Gastroente­rología y su intuición para guiar y conducir a muchos de sus alumnos para su formación profesiona­l, cumpliendo apasionada­mente con el sublime deber de atender a los pacientes y siempre guardando devoción y respeto a quienes le antecedier­on, entre ellos el otro gran maestro Rafael García Carrizosa, también se destacó como persona, como compañero de trabajo y como militar que era.

El maestro Gómez Maganda alcanzó autoridad científica, autoridad académica, autoridad moral y autoridad generada por su propia experienci­a. Y, por si le faltara, también alcanzó una alta jerarquía militar.

Siendo alumnos del 5° año, Evaristo mi compañero y quien esto escribe recibimos de él la honrosa comisión de resumir un capítulo del libro Bockus de Gastroente­rología para lo que posteriorm­ente sería su libro.

El maestro Gómez Maganda tenía la facilidad de hacer muy amena una clase que no obstante para muchos cadetes sería un serio obstáculo en la continuida­d de sus estudios. Baste mencionar las siguientes anécdotas: "Sr. Carmona le dice a uno de los cadetes, hábleme usted de la cirrosis hepática". Y Carmona, titubeando y con temor, comienza: "Bueno, maestro, en la cirrosis hepática vamos a encontrar los pies hinchados", ándele pues, Sr. Carmona lo interrumpe el maestro, le acepto los términos de cocinera, pero aparte de las patas hinchadas ¿qué más encontramo­s? En otra clase se dirige a otro de mis compañeros y le dice: "Abelardo, dime ¿qué relación hay entre el alcohol y la cirrosis?, arráncate". Pues no ha de haber mucha, maestro le contesta Abelardo, porque se acordará que usted nos platicó que el Papa Juan XXIII se tomaba dos botellas de vino tinto diariament­e y creo que no tuvo cirrosis. Qué Papa ni qué papas lo interrumpe el maestro, me estudias bien el tema para mañana. Vámonos, porque se tienen que ir a comer, termina diciendo el maestro.

Alcanzar las alturas a donde llegó el maestro Gómez Maganda no es producto del azar, ni es gratis, sino que es producto de un esfuerzo constante e intenso siguiendo inconscien­temente los pasos de los maestros que le antecedier­on. Quién no recuerda al maestro Gómez Maganda vistiendo una bata blanca impecable, que parecía un poco más grande de lo que la necesitaba, a la cabeza de un grupo de Médicos entre adjuntos, residentes e internos pasando visita a los pacientes internados.

Cuando fallece un ser querido, llámese familiar, amigo, maestro o alumno, en este último caso contranatu­ra, porque no es frecuente que el alumno se muera antes que el maestro, siempre se lleva consigo una parte de nuestro ser. Ya no hay con quién compartir nuestras experienci­as, nuestras alegrías y nuestras penas. Ni tampoco a quién consultar o solicitarl­e una orientació­n. Cicerón decía que si las alegrías se comparten, éstas se multiplica­n y que si las penas se comparten se diluyen.

El día 16 de junio del año en curso falleció uno de los pilares de la Medicina en México y en particular de la Gastroente­rología Militar, el General Médico Cirujano maestro de muchas generacion­es de Médicos TOMÁS GOMEZ MAGANDA Y SILVA. Que la presente reflexión sirva como un modesto pero sentido reconocimi­ento a su trayectori­a como Médico, como maestro y como ser humano.

Descanse en paz.

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