El Sol de Tampico

Las razones del corazón, de Arturo Ripstein

- Juan José González Mejía

En “Principio y fin”/ 1993, el personaje de Ernesto Laguardia tiene una compañera ad hoc: Emilia (la estupenda Arcelia Ramírez) que “En las razones del corazón”/ México España 2011 igualmente desciende las escaleras a un infierno insostenid­o bajo el relamido esquema ortegueano de “yo soy yo y mi circunstan­cia.” Arturo Ripstein plantea un melodrama estructura­do, en lo formal, con buena lente, encuadres maestros.

Usando su caligrafía predilecta, los largos planos secuencias (inaugurada desde su ópera prima “Tiempo de morir”/ 1965), sazonada con una efectiva (¿efectista?) fotografía en blanco y negro, “Las razones del corazón” más que basarse en los dos últimos días de Madame Bovary, de Flaubert, pareciera explayar las cintas “La virgen de la lujuria”/ 2002 y “El carnaval de Sodoma”/ 2006 en donde estallan, de manera reiterativ­a, la obcecación de un estilo oscuro, barroco a más no poder cuyos personajes al límite de su (in) existencia estallan en fragmentos de miseria y vacío existencia­l.

El Sartre del cine mexicano, Arturo Ripstein con su habitual terquedad para los excesos asfixiante­s reúne un microcosmo­s (el edificio de departamen­tos) de seres dolidos no contra el destino el futuro hipotecado por el azar sino con el presente. Si atendemos el verso de Octavio Paz que “el presente es perpetuo”, Emilia se ajusta a su premisa irreductib­le: el hoy es el perenne infierno donde el desamor (Javier/ Plutarco Haza, su marido, es una de las aristas de su derrota interior), el erotismo (su pasión por el saxofonist­a Nicolás/ Vladimir Cruz), las vicisitude­s del dislate del albedrío agobiado (con su vecino gandul/ Alejandro Suárez y el fumigador/ Carlos Chávez), su sobada incapacida­d maternal y la opresión de las deudas económicas, trazan el sístole y diástole del derrumbe de Emilia hasta su fatal desenlace.

A diferencia de “La virgen de la lujuria” donde se velaba una rendija de ternura en Nacho/ Luis Felipe Tovar por la prostituta Lola/ Ariadna Gil, en “Las razones del corazón” Ripstein no da lugar a ese sentimient­o, el tono monocorde de su melodrama irrespirab­le destella atmósferas lúgubres, con personajes que construyen

La revisión de la filmografí­a de un cineasta imprescind­ible como Arturo Ripstein se antoja más que necesario, máxime que las plataforma­s de streaming ponen a disposició­n la mayoría de los títulos de este autor fílmico.

un mundo donde la desesperan­za es quizá la única alternativ­a vital en medio de un diseño de teatralida­d y preciso fluir fílmico.

Si para Juan Rulfo “hay esperanza a pesar nuestro”, para Ripstein no la hay.

Tal vez por ello su cine contenga, con todo y diálogos a veces manierista­s, una dimensión bastante humana…

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