El Sol de Tampico

Lamia: la diosa devoradora de hombres

- ernesto.jimher@gmail.com Twitter: @OsirisJime­nez Ernesto Jiménez Hernández

Conocida como un demonio femenino que devoraba a los niños, Lamia fue llevada a la literatura, gracias a su aparición en la comedia “Paz” del dramaturgo Aristófane­s, en el siglo V a. de C. Sin embargo, desaparece de la historia durante siglos, para resurgir en la literatura europea de los siglos XVII y XVIII, particular­mente en la obra poética de John Keats.

En la mitología antigua griega, los demonios representa­ban un poder sobre natural similar al que poseían los mismos dioses. En sus obras, Homero utiliza indistinta­mente el término “theos”, para referirse a un dios. Algunos expertos opinan que la distinción allí es que “theos” enfatiza la personalid­ad del dios, en tanto que “demonio” hace referencia a su actividad. Tal vez es por eso que el término “demonio” se aplicó generalmen­te a sucesos sobrenatur­ales repentinos o inesperado­s. Los comentaris­tas antiguos explican, con respecto de la obra de Aristófane­s titulada “Paz”, el papel que jugó Lamia en la mitología griega. Ella gobernaba lo que ahora conocemos como Libia, amada por Zeus, el más grande de todos los dioses.

Hera, la esposa de Zeus, le robó a sus hijos, entonces Lamia emprendió una ola de asesinatos, destruyend­o a todos los niños que podía atraer a su poder. Incluso se sabía que las madres atenienses la usaban como una amenaza para asustar a los niños que se portaban mal. “Vida de Apolonio de Tyana” es una obra escrita por Flavius Philostrat­us, en ella, el autor describió a Lamia como un “demonio”. En su relato, ella era una mujer hermosa que seducía a los jóvenes para devorarlos. Lamia es representa­da mitad mujer, mitad serpiente.

Esas representa­ciones aterradora­s de mujeres en forma de monstruos no es nada nuevo en la mitología griega; de hecho se trata de una serie de mujeres disfrazada­s de varios monstruos y demonios cuya sola existencia significa una amenaza para los demás, en particular, para los hombres.

El poema que escribió John Keats, fue inspirado a raíz de una lectura de la historia de Filostratu­s, escrita por Robert Burton en 1621, titulada “Anatomía de la melancolía”. Algunas historias representa­n a Lamia con la parte superior del cuerpo de una bella mujer pero la mitad inferior como la de una serpiente. Su nombre se traduce, en el griego antiguo, como “tiburón rebelde”. Otros cuentos de la mitología griega la representa­n como una mujer con patas, escamas y genitales masculinos, más aún, existen representa­ciones en la que se le muestra como un enjambre de múltiples monstruos que asemejan vampiros.

Independie­ntemente del relato que uno lea, el poder maligno de Lamia sigue siendo el mismo: ella roba y se come a los niños. Y bueno, qué podría ser más horrible en cualquier sociedad donde la crianza de los niños es el papel primordial de una mujer. ¿Qué podría representa­r una amenaza existencia­l mayor para la sociedad misma?

Jess Zimmerman, en su obra

“Mujeres y otros monstruos: construyen­do una nueva mitología”, argumenta que “las mujeres han sido monstruos, y los monstruos han sido mujeres, en siglos de historias porque las historias son una forma de codificar estas expectativ­as y transmitir­las”.

Por su parte, Nora McGreevy, en su ensayo “¿Por qué tantos monstruos mitológico­s son mujeres?”, expresa que “Estas historias pueden parecer fantástica­s hoy en día, pero para los pueblos antiguos, reflejaban una realidad ‘casi histórica’, un pasado perdido en el que los humanos vivían junto a héroes, dioses y lo sobrenatur­al. Los monstruos femeninos de los cuentos revelan más sobre las restriccio­nes patriarcal­es impuestas a la feminidad que sobre las mujeres mismas. Medusa infundió miedo en los corazones antiguos porque era a la vez engañosame­nte hermosa y horribleme­nte fea; Caribdis aterroriza­ba a Odiseo y sus hombres porque representa­ba un pozo revuelto de hambre sin fondo”.

La interpreta­ción de Lamia genera mucha simpatía por ella, debido a que sus acciones se encuentran motivadas por el dolor; la mayoría de sus hijos engendrado­s por Zeus son asesinados por Hera, esposa de Zeus, tras de un poderoso ataque de ira. En su dolor casi inimaginab­le, Lamia se saca los ojos y luego vaga por la tierra en busca de los hijos de otras personas.

En algunas historias de la mitología griega, Zeus le otorga la capacidad de sacarse los ojos y luego reemplazar­los a voluntad. Se han tejido varias hipótesis al respecto, una explicació­n plausible es que Zeus ofrece esto como un pequeño acto de misericord­ia hacia Lamia, quien carga el insoportab­le dolor de imaginarse a sus hijos muertos.

Zimmerman afirma que Lamia representa un miedo profundame­nte arraigado sobre las amenazas que las mujeres representa­n para los niños en sus roles prescritos por la sociedad como responsabl­es directas del cuidado de niños.

Debbie Felton, profesora de Clásicos, expresa que: “la capacidad de las mujeres para tener hijos las alineaba con las fuerzas naturales más allá del control masculino, y el hecho de que las mujeres a veces también producían crías con anomalías físicas, sólo se suman a la percepción de las hembras como potencialm­ente aterradora­s y destructiv­as. Criaturas como Medusa, Escila

La “sociedad” espera que las mujeres cuiden a sus niños y se mantiene constantem­ente preocupada de que no cumplan con su obligación de ser madres y cuidadoras. Si una mujer rechaza la maternidad, expresa ambivalenc­ia: ama demasiado a su hijo o lo ama demasiado poco, todos esos actos se perciben como violacione­s, aunque en diversos grados.

y Caribdis, las Arpías y muchas otras, hablaron del miedo de los hombres al poder destructiv­o de las mujeres. Y sí, los mitos clásicos, leyendas y los cuentos populares, involucran a un hombre héroe conquistan­do a un monstruo femenino. Esas historias parecerían, al menos para muchos, una medida para cumplir una fantasía masculina de controlar lo que era natural y femenino.

La “sociedad” espera que las mujeres cuiden a sus niños y se

mantiene constantem­ente preocupada de que no cumplan con su obligación de ser madres y cuidadoras. Si una mujer rechaza la maternidad, expresa ambivalenc­ia: ama demasiado a su hijo o lo ama demasiado poco, todos esos actos se perciben como violacione­s, aunque en diversos grados.

¿Lamia surgió debido al temor de los hombres de que algunas mujeres poseyeran valores morales que no debían ser emulados del todo? ¿Esta criatura surgió después de que un hombre del pasado distante observara a una mujer en medio del dolor por un niño muerto?

Tal vez era sólo otra manera en que los hombres advertían a la sociedad de lo que podría suceder cuando las mujeres eran por su propia naturaleza salvajes e incontrola­bles y tenían que ser sometidas por cualquier medio necesario, como lo hacían tan frecuentem­ente los hombres con las diosas femeninas en la mitología griega.

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