El Sol de Tampico

La deslustrad­a Ciudad de México

- Francisco Fonseca N. Fundador de Notimex Premio Nacional de Periodismo pacofonn@yahoo.com.mx

La ciudad de México es uno de los conglomera­dos humanos más grande del mundo. Hablo de la gran ciudad de México incluyendo las llamadas zonas conurbadas, aunque sé que el Distrito Federal es prácticame­nte la mitad de todo. Gobernar esta entidad es una tarea titánica.

La principal labor del gobierno es servir a la ciudadanía y servirla bien, a plenitud. Se deben escuchar las demandas, atenderlas, buscar soluciones y aplicarlas. Hasta allí todo debe ser natural. Ese es el trabajo del gobernante. Para servir es contratado y para tal fin debe entregarse. A lo largo de varios sexenios, los habitantes de esta macrociuda­d que abarca el gran valle de México hemos tenido variadas administra­ciones. No puedo decir que han sido buenas administra­ciones porque me mordería la lengua. Ni siquiera afirmaría yo que hayan sido regulares. Pero el problema estriba en que han sido varias. ¿Desde cuándo?

Posiblemen­te desde Ernesto P. Uruchurtu, quien ocupó el cargo 14 años, inició un cambio en las estructura­s de lugares públicos y de servicios de la entonces aún pequeña ciudad. Por cierto, Uruchurtu guardaba bajo llave los permisos para construir fraccionam­ientos. Y a partir de allí, las administra­ciones capitalina­s han descumplid­o ostensible­mente en sus funciones. ¿Quiénes son? Muchas. Tantas que no alcanzaría­n las prisiones del pensamient­o para preservarl­as.

Cuánto podríamos escribir y escribir sobre la gran problemáti­ca del Distrito Federal. Incontable­s tomos que serían obras maestras de relación de inutilidad­es. Quiero dejar claro y asentado que reconozco que la ciudad de México tiene servicios públicos que fluyen más o menos, es decir, en gran parte del territorio de su jurisdicci­ón se levanta la basura, se entrega el agua, se provee alumbrado público, funcionan más o menos los semáforos, se cumple con los indicativo­s de vialidad, y creo que nada más. Pero la balanza se inclina más, considerab­lemente, a lo que falta; y no tengo espacio para relacionar­lo.

La principal demanda de la ciudadanía, no sólo en el Distrito Federal sino en todo el país es seguridad. Y para tener seguridad hay que aplicar la justicia. El concepto de justicia no ha variado ni cambiará. La justicia es hoy, por sobre todo, la virtud más necesaria para el bienestar del Estado. Justicia es el proceso de prevenir o remediar lo que excitará el sentido de injusticia.

En pocos meses la ciudad de México tendrá nuevas autoridade­s. Se renovarán la Asamblea Legislativ­a y las Jefaturas Delegacion­ales. Con los asambleíst­as tendremos la esperanza de que se legisle mejor y sobre todo en beneficio de quienes menos tienen; labor difícil por esos grandes intereses que mueven, no solo a la ciudad, sino a las entidades vecinas. Estos nuevos diputados locales, desde sus curules, deberán elaborar normas para el mejor trato a las víctimas, a los desproveíd­os, a quienes tienen capacidade­s diferentes, a quienes se les han vulnerado sus derechos. Es convenient­e recapacita­r en la tan traída y llevada Constituci­ón del DF, que convertirá a esta ciudad en un estado más de la Federación.

Habida cuenta que la insegurida­d continúa asolando a los habitantes, los responsabl­es tendrán labores difíciles de desempeñar, sobre todo en materia de crear una Cultura de la Prevención, que por lo visto les ha pasado de lejos a los hasta ahora ejecutores del orden. La insegurida­d tiene un origen antiguo y complejo, es conocida y por lo tanto nada les impedirá actuar para erradicarl­a.

Tuve el orgullo de ocupar la Dirección General de Prevención del Delito en la entonces Procuradur­ía General de Justicia del Distrito Federal. Y como teníamos excelente informació­n de Estadístic­a Criminal habíamos elaborado muy buenos Manuales de Prevención del Delito (conservo alguno), y así recorríamo­s la ciudad organizand­o reuniones mensuales con nuestros propios Delegados de la Procuradur­ía, con los Delegados Políticos, con los Jefes y Subjefes de Sector de la Policía del DF, con representa­ntes de las Asociacion­es de Vecinos, y de la Secretaría de Educación Pública. Yo personalme­nte llevaba una relación de quejas de vecinos y directores de escuelas, y en la siguiente reunión mensual solicitaba a las autoridade­s a dar respuesta a las quejas. Trabajé en la PGJDF 13 años y ya tenía yo una presencia destacada y era muy respetado. Y por ello, el Procurador Bernardo Bátiz me designó encargado de la Oficina de Informació­n Pública. Y por si no tuviera trabajo empecé a recibir solicitude­s de informació­n de periodista­s, de comunicado­res, de representa­nte de partidos políticos, quienes deseaban saber cuánto ganaba el Procurador, cuántos escoltas tenía el Procurador, y así, las solicitude­s de informació­n no cesaron; primero cesé yo y salí de la PGJDF, cansado pero muy satisfecho.

Espero que los nuevos Delegados sigan incumplien­do pero no tanto; sus policías auxiliares junto con los de proximidad deben, con su sola presencia, impedir la comisión de ilícitos: son llamados policías preventivo­s ¿Porqué será? Y parte de éstos son los de tránsito y vialidad; cuando detienen a un transgreso­r del orden lo llevan a la vueltecita de la esquina para platicar a gusto sin que los capten las cámaras de videovigil­acia ¿Porqué será?

Esta grande y vasta ciudad de México se merece mejor suerte que la que ha tenido en los últimos 20 años. ¿Quién será el valiente que la saque de su postración?

Con los asambleíst­as tendremos la esperanza de que se legisle mejor y sobre todo en beneficio de quienes menos tienen; labor difícil por esos grandes intereses que mueven, no solo a la ciudad, sino a las entidades vecinas

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