El Sol de Tampico

Visita a Don Porfirio

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Confieso que

Era un 15 de Septiembre y me encuentro sentada en la terraza de un café en Paris. No tengo nada qué hacer, solamente esperar a que anochezca para ir al Moulin Rouge a las ocho de la noche. De pronto recuerdo que es el natalicio de Don Porfirio Díaz, y sin pensarlo dos veces, pedí la cuenta y salí corriendo a la estación La Fourche para tomar el metro. Unas cuantas paradas y ya estoy en el barrio de Montparnas­se. Entro al cementerio que está casi enfrente de la salida de la estación del metro. Me dirijo al portero y le pregunto en mi pésimo francés qué camino tomar para llegar a la tumba de Don Porfirio Díaz. Soy mexicana y lo vengo a visitar. El portero amablement­e se presta a guiarme, cosa poco frecuente ya que los parisinos suelen ser un poco oscos y cortantes.

no sé si lo soñé o lo pensé, pero a decir verdad creo que lo deseé, porque casi nunca recuerdo los sueños, pero los deseos siempre los tengo presentes.

Me invade un sentimient­o de tristeza y nostalgia difícil de explicar al estar frente a su tumba. Hermosos fresnos y cipreses forman un extenso jardín que es un auténtico remanso de paz. En el pórtico de la tumba del General mexicano destaca un escudo de México y en letras doradas PORFIRIO DÍAZ. Protegida la entrada con una reja se ve claramente su fotografía en blanco y negro. La bandera nacional y un cuadro de la Virgen de Guadalupe. Algunos ramos de flores de papel, velas, un par de jarritos, un “guaje” de Oaxaca e infinidad de cartitas y recados. En voz baja, para que no me tilden de loca le digo: Oiga

Don Porfirio, ya lleva usted demasiados años esperando que lo lleven a su México querido y me “late” que va a ser pronto. Su esposa Carmelita siempre se lo quiso llevar a su tierra y luchó mucho porque así fuera, y recurrió a todos “dizque” sus amigos que tanto benefició y enriqueció, para que la ayudaran a traerlo de vuelta, pero ya sabe usted como somos los mexicanos, de poca memoria y desagradec­idos….

Su llamada dictadura de treinta años ya está perdonada, si no oficialmen­te sí en la opinión popular. Usted fue el Héroe del 2 de Abril contra el invasor francés y eso mi General fue una “fregonería”.Orden,

paz y progreso fue su lema. Logró durante treinta años de gobierno la anhelada paz en el país, concilió rencillas y dio fin a la inestabili­dad política. México se modernizó, comenzó el crecimient­o económico, se favoreció la inversión extranjera, se reactivó la minería y la industria, se abrieron los bancos y las regiones aisladas del país comenzaron a comunicars­e con miles de kilómetros de vías de ferrocarri­l. Construyó puertos, astilleros y aduanas que hasta el día de hoy están operando y muchísimas más cosas BUENAS.

Lo MALO, Don Porfirio es también largo de enumerar, pero lo dejamos pendiente para mi próxima visita o para cuando lo lleven de vuelta a México, ahorita me tengo que ir corriendo al Molin Rouge.

No sé por qué salí del cementerio menos triste. En el andén del metro había un conjunto de estudiante­s mexicanos con sus guitarras y un sombrero de petate para recoger monedas cantando a voz en cuello: "México lindo y querido si muero lejos de ti que digan que estoy dormido y que me traigan aquí…"

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