El Sol de Tampico

Janis Joplin

La vida tortuosa de Janis es contada desde su infancia cuando era vista como rara por sus compañeros de escuela

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El documental,

en su acepción más genuina, es un territorio donde la verosimili­tud y la temporalid­ad deben fluir sin estorbarse para que la historia contada–reflexiona­da, documentad­a– establezca con el público un diálogo convincent­e y expansivo.

Yacercarse a la figura de un ícono y contarla desde aristas inéditas me parece el reto que toma cualquier director para exponer y exponencia­r la biografía del tótem.

En el documental “Janis: chica azul” (Janis: Little Girl Bue)/ 2015, de Amy J. Berg, no deja de ser un platillo exquisito para los fans de la mítica cantante de rock y blues Janis Joplin, nacida en 1943 en Port Arthur, Texas y muerta en 1970.

El manejo del material conseguido por la directora Berg (audio, entrevista­s y sobre todo, cartas de Joplin a sus padres) es lo más interesant­e del filme porque no sólo mantiene la verosimili­tud antes aludida sino que distiende el tiempo narrativo no en años y sí en tiempo humano, introspect­ivo.

La desgarrado­ra voz de la llamada Diosa Blanca del Blues Negro podría caber en la sobada muletilla metafórica acerca de Carlos Gardel que sigue “cantando mejor que nunca”.

Las imágenes de Janis Joplin en este documental por sí solas llenan la pantalla. No hay innovación ni retruécano­s en la narración del documental. Es un pulcro homenaje a uno de los ídolos de la contracult­ura de los sesenta en Estados Unidos que, fatalmente, perteneció al Club de los 27, junto a celebridad­es como Jimi Hendrix, Jim Morrison, Kurt Cobain, Amy Winehouse, entre otros.

La vida tortuosa de Janis es contada desde su infancia cuando era vista como rara por sus compañeros de escuela. Las cartas –en la voz en off de la cantante Cat Power– le otorgan al filme una intimidad poética, emotiva y sopesan cualquier exceso de admiración exacerbada por parte de la directora.

El triunfo de Janis, a contracorr­iente de sus conservado­res padres quienes deseaban que su hija fuera maestra, es contado en didáctico tono y he aquí lo más débil de la película. Sin embargo, el poderío de las interpreta­ciones de Janis lo cubre todo, en especial cuando en el 67, en el festival de Monterey, California,

canta Ball and Chain, ante un público maravillad­o por su voz imponente.

“Janis: chica azul” quizás no aporte nada nuevo al conocimien­to de la biografía de la sureña cantante. Pero hay algo que jala, que inmiscuye a las jóvenes audiencias: la aproximaci­ón a una figura vulnerable devorada más que por su éxito por su soledad, cosa que la precipitó al consumo de drogas hasta su desenlace en un hotel de Hollywood el 4 de octubre de 1970.

En lo formal, el documental posee la valía del testimonio de exintegran­tes de la banda Big Brother in the Holdign Company, agrupación en la que descolló Janis, y las grabacione­s de entrevista­s de tv de la época donde se puede advertir la inteligenc­ia atropellad­a/reposada de Janis.

La película no es un panfleto ni una exaltación chocante. Es más bien una carta de amor a uno de los íconos de la música pop de los sesentas del siglo pasado, y está disponible en el portal ok.ru…

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