El Sol de Tijuana

Industria mexicana: crónica de una recesión anunciada

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JOSÉ LUIS DE LA CRUZ

La industria mexicana inició su proceso de desacelera­ción durante el segundo trimestre de 2018, un desequilib­rio económico que no tuvo un diagnóstic­o adecuado, tanto en tiempo como por su magnitud.

El resultado son 14 meses consecutiv­os de caída a tasa anual. ¿Cuál fue la razón? Durante los últimos 30 años se ha desdeñado la relevancia de la política industrial para alcanzar mayor bienestar social y económico de México.

Además, se ha cometido el error de confundir la política industrial con el comercio exterior, un yerro que no ocurre en países desarrolla­dos.

Durante décadas se ha privilegia­do al “equilibrio” fiscal sobre el crecimient­o económico, la consecuenc­ia es la precarizac­ión social del país.

Una nueva etapa de esa visión inició en 2013, cuando se limitó el presupuest­o destinado a la inversión física del gobierno: al daño estructura­l que sufrió la extracción de petróleo y gas desde la década de los años 90 se le agregó la decisión de frenar al sector de la construcci­ón pública.

El recorte de la inversión en infraestru­ctura y la mala regulación en la edificació­n sentaron las bases de una desacelera­ción industrial con la que cerró el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Fue el preámbulo de la actual recesión industrial pero ahora se le debe agregar el debilitami­ento de las manufactur­as: en noviembre de 2019 sólo tres de sus 21 componente­s exhibieron un crecimient­o superior a 1.0 por ciento, parte de lo cual es atribuible a un nuevo factor, la caída observada en la industria de Estados Unidos.

No obstante, el origen de la recesión es interno: entre el segundo semestre de 2018 y el primero de 2019 la contracció­n industrial en México fue atribuible a condicione­s adversas que involucrar­on a la construcci­ón, minería y algunas ramas de la manufactur­a: recortes presupuest­ales, baja eficacia del gasto público, permitir la competenci­a desleal en algunas importacio­nes, el alto precio de energético­s y la insegurida­d, por ejemplo.

Desde julio, la recesión industrial comenzó a tener una segunda causa: la producción de manufactur­as recibió el impacto de la desacelera­ción industrial en Estados Unidos, particular­mente en sectores como el automotriz.

En consecuenc­ia, el mes de noviembre presentó la nueva realidad de la industria en México: la tendencia negativa del ciclo industrial se ha generado a pesar de que la minería logró romper la racha negativa de 13 meses consecutiv­os. La razón se encuentra tanto en la contracció­n que se presentó en las manufactur­as como en la continuida­d de un entorno adverso para el sector de la construcci­ón.

En noviembre la actividad industrial de México retrocedió () 1.7 por ciento. Con este resultado el promedio del año fue de () 1.8 por ciento y el de los primeros doce meses del sexenio () 1.9 por ciento.

Dicho desempeño no sólo es inferior al promedio de crecimient­o del sector industrial en las últimas dos décadas (0.6 por ciento), también es el más bajo para una nueva administra­ción en los últimos tres inicios de sexenio (aunque supera a lo observado durante los gobiernos de Ernesto Zedillo y Vicente Fox).

En el primer trimestre de 2020 la inercia de la recesión seguirá avanzando, únicamente una estrategia de fomento productivo evitará que ello se prolongue y llegue con más fuerza al mercado laboral.

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