La rifa de la ignominia
Le pregunté
a un vendedor de lotería su opinión sobre la “rifa” del avión presidencial. Me contestó con cajas destempladas: “Es una vacilada”. Así lo piensan millones de mexicanos que, a través de memes y mensajes en redes sociales, se burlan de la tomadura de pelo.
El sorteo trasciende fronteras y nos convierte en el hazmerreir del orbe. Un ataque populista, tan chabacano que denigra al ocupante de Palacio Nacional y con él al país, que desciende a bananero.
Si la “ocurrencia” fue un ataque de populismo, a extremos ridículos, el trasfondo de la cortina de humo, para tapar la suma de problemas, es aterrador. La realidad devora las excentricidades de las “mañaneras” y carcome a grandes sectores sociales, inconformes con el derrotero de la vida nacional.
Falsa, la declaración de que se vendería un bien en arrendamiento. Peor, el jeroglífico posterior y el moralino discurso: “No se lo va a sacar una sola persona, porque el dinero hace daño. Se va a repartir entre varios, a los que se les premiará con veintitantos millones de pesos. Se va a hacer un fideicomiso y se les entregarán las ganancias”.
De manera que, el tlatoani decide lo que podemos o no hacer con nuestra existencia y, como a párvulos, define cuánto y cómo podemos gastar, ingresar o acumular. Resulta que somos una comuna de individuos sin capacidad para manejar la propia vida y la libertad. La intromisión es inaceptable. Lo que nos faltaba es que un gobernante nos saliera con una injerencia inadmisible, en nuestro pensamiento, ideología, y ¡conciencia!
La píldora para endulzar la aberración fue el compromiso de gastar lo que sobre del dinero que se obtenga, en el sector salud. Mal hechas las cuentas del erario, que castigan al renglón prioritario para el ciudadano. Si se equilibrara el gasto social con las necesidades primarias –salud, educación, seguridad, habría para todo, aunque tendría que regalar menos pesos, lo que le rompería su objetivo clientelar.
Tras el desastre de su “estrategia” para deshacerse del “avión que no lo tenía ni Obama”, determinó cancelar los puentes y que se regrese al antiguo calendario escolar.
“Hay que tener memoria histórica y los niños, por los puentes, no saben lo que se celebra”. ¿Creerá que se resolverá eliminándolos? Como si estuviéramos en Jauja, liquida la medida que produjo un importante crecimiento del turismo.
El sector puso el grito en el cielo, aunque para eso tiene oídos sordos. O, ¿escuchó las voces que clamaban porque no se cancelara el aeropuerto de Texcoco?
Las consecuencias de su capricho, a la vista. Finanzas a la baja, desconfianza de inversores, desempleo, cierre de negocios, menos ingresos por impuestos, arcas federales raquíticas.
De escasear el dinero, imposible cumplir con sus compromisos. En el fondo parece que quiere que los ingresos salgan del ¡mismo pueblo! Si se va a pagar el avión con lo que entre por la rifa, los que estaríamos cubriéndolo somos los mismos que también pagamos su estulticia de cancelar Texcoco.
Más carga a una población a la que le está yendo como en feria, o que investigue cómo están los negocios y se está pronosticando el futuro. ¿Hará más rifas para subvencionar a los hoteles y demás beneficiarios de los fines de semana largos? Seguramente a ellos, como a tantos otros sujetos productivos del país, los mandará a la lona.
Desde Palacio nos quieren ver la cara de inocentes y hacernos pagar por lo que no gastamos.