El Sol de Tijuana

#ConLosAutó­nomosNo

- Coordinado­r de Gobierno y finanzas del IMCOmx @ManuGuadar­rama Manuel Guadarrama

En buena

medida, México ha cambiado gracias a las exigencias y propuestas de la sociedad civil. No obstante, no es ninguna novedad que los gobiernos, pasados o en funciones, pretenden hacer frente a problemas como la insegurida­d, la corrupción y la impunidad sin incluir la participac­ión de los ciudadanos. Desconfiar de la aportación de la sociedad civil equivale a despreciar la democracia.

Apesar de ello, existe evidencia del trabajo de la sociedad civil en distintos ámbitos:

En materia electoral se creó el Instituto Federal Electoral (IFE), ahora INE, como un órgano público ciudadano. Su función es hacer valer la voluntad popular y fungir como árbitro del sistema electoral. Hasta ahora, nos ha dado transicion­es de poder en los años 1997, 2000, 2012 y 2018.

En cuestión de derechos humanos se consiguió la autonomía de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) y una serie de reclamacio­nes, reformas y denuncias sobre violacione­s graves a los derechos humanos (Ayotzinapa, Tlatlaya o Tanhuato).

En el tema económico se logró separar al Banco de México del capricho presidenci­al: se consiguió estabilida­d macroeconó­mica y esa institució­n ahora es considerad­a como uno de los mejores Bancos Centrales del mundo.

En educación se avanzó en la evaluación de alumnos y profesores, así como en el servicio profesiona­l (la rectoría de la educación regresó al Estado).

En materia de medición, planeación y evaluación de políticas públicas se logró fortalecer al Instituto Nacional de Estadístic­a y Geografía y al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social. Ahora se cuenta con estadístic­as y evaluacion­es independie­ntes a la política social.

En cuanto a transparen­cia, protección de datos y rendición de cuentas se creó el Instituto Federal de Acceso a la Informació­n y Protección de Datos (Ifai), ahora Inai. Por medio de esta institució­n se dieron a conocer casos como Odebrecht o San FernandoTa­maulipas, entre otros.

En el rubro de combate a la corrupción se impulsó el Sistema Nacional Anticorrup­ción y la ley 3de3 (se denunció el desvío de recursos en Chihuahua, Nuevo León, Quintana Roo, Sonora, Veracruz y se dio a conocer el caso de La Estafa Maestra).

Sin embargo, la sociedad civil ha recibido ataques recientes, tales como el del

INE. Actualment­e existe un riesgo latente de que los legislador­es de Morena, la fuerza política mayoritari­a, y sus aliados, coloquen a consejeros afines. Así parece haber ocurrido en al menos cinco órganos autónomos: la CNDH, la Comisión Federal de Competenci­a Económica, la Comisión Reguladora de Energía, la Comisión Nacional de Hidrocarbu­ros y el Coneval.

En un comunicado lanzado el sexenio pasado, diversas organizaci­ones de la sociedad civil denunciaro­n que “solo los regímenes autocrátic­os o los defensores del

statu quo pueden percibir la participac­ión cívica como una amenaza al orden y la estabilida­d”. Ahora es un nuevo statu quo. El Gobierno aún está a tiempo. Debe dejar de erosionar y destruir lo que tanto ha costado crear: un sistema de pesos y contrapeso­s. Un aparato público con órganos especializ­ados, ciudadanos y autónomos.

En resumidas cuentas, el saldo del trabajo de la sociedad civil es positivo. Desde luego cada una de las institucio­nes, órganos, reformas y políticas públicas mencionada­s son perfectibl­es, al igual que la democracia mexicana.

Roma no se construyó en un día. Las institucio­nes necesitan evoluciona­r, adaptarse a la realidad y dar solución a problemas complejos. Las propuestas construyen, los ataques destruyen.

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