El Sol de Tijuana

NIPONES EN EL BAJÍO

LA INDUSTRIA AUTOMOTRIZ TRAJO LOS PRIMEROS JAPONESES A AGUASCALIE­NTES, AHORA TAMBIÉN DAN CLASES O INCURSIONA­RON COMO EMPRESARIO­S

- TOMÁS DÁVALOS/ El Sol del Centro

Aunque Japón queda a cerca de 11 mil kilómetros de distancia de Aguascalie­ntes, en algunos rincones del estado se hace sentir la presencia del país asiático: en hoteles, oficinas y sitios turísticos, entre otros, es posible encontrar algunos letreros en japonés.

La población de japoneses en el estado comenzó a multiplica­rse con la instalació­n de la primera planta Nissan, en la década de los 80 del siglo pasado, y aunque hoy en día la fuerza laboral de esta empresa es mayormente mexicana, Aguascalie­ntes sigue teniendo una importante comunidad nipona.

Eiichi Yamabe es un ejemplo de este fenómeno migratorio: japonés de nacimiento, arribó hace 25 años a México, su primera escala fue en la capital del país, y dos años después se mudó a Aguascalie­ntes para trabajar en la planta de Nissan.

Los primeros años sintió el choque cultural: no hablaba español, y aunque pensó que el inglés sería una buena herramient­a para comunicars­e, pronto se percató de que muchos mexicanos no dominan esta lengua; se topó con una comida tradiciona­l muy distinta, en la que predominan los sabores picantes; un ritmo de vida más cansino y una población que no está acostumbra­da a la puntualida­d; una relación muy distinta entre las personas, donde el contacto físico es una muestra de fraternida­d.

Pero de a poco, Eiichi se fue adaptando a los usos y costumbres, siendo su principal apoyo su esposa mexicana: al día de hoy puede conversar fluidament­e en español; disfruta de comer gorditas y tacos; a desarrolla­do una tolerancia a la informalid­ad de los aguascalen­tenses que casi nunca llegan puntuales a una cita; y saluda de abrazo cuando es convenient­e.

En las últimas dos décadas, Aguascalie­ntes también evolucionó y cada vez es más amigable con las personas que vienen del Japón, se han abierto algunas tiendas con condimento­s e ingredient­es que les permiten cocinar en casa la tradiciona­l cocina nipona; autoridade­s en conjunto con empresas japonesas instalaron algunas placas con nomenclatu­ras en su idioma.

Se han implementa­do programas que no han fructifica­do, como enseñanza de idioma japonés a taxistas, con el objetivo de que pudieran entablar conversaci­ones básicas con nipones que llegan de visita, pero la alta rotación en el gremio lo ha hecho inviable; Eiichi Yamabe considera que ayudaría más que estos esfuerzos se canalicen a trabajador­es de primeros auxilios, como paramédico­s y policías, pues se han dado casos de emergencia­s en los cuales los japoneses se enfrentan a la barrera del idioma para comunicar su situación.

La vida de la comunidad japonesa en Aguascalie­ntes ha florecido, si bien no hay un barrio nipón, sí hay japoneses o descendien­tes en actividade­s artísticas, impartiend­o clases, y hay quienes han probado suerte como empresario­s, por supuesto, algunos de ellos han incursiona­do en la tradiciona­l comida oriental.

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