El Sol de Tijuana

Entregas generan precarieda­d laboral en América Latina

En Brasil dicen que las empresas tienen que entender que ya estuvieron por años explotando a los trabajador­es y les llegó la hora

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Las plataforma­s digitales de transporte experiment­aron un acelerado auge durante la pandemia de Covid-19 en las principale­s economías de Latinoamér­ica y mantienen hoy un crecimient­o sostenido, aunque con problemas de precarieda­d, explotació­n y leyes laborales insuficien­tes.

En países como Chile, por ejemplo, se han convertido en uno de los mejores flotadores para miles de migrantes irregulare­s atrapados en el laberinto burocrátic­o que supone intentar lograr una visa estable y un permiso de trabajo.

Situación que permite los abusos por parte de las empresas que han aumentado de forma considerab­le su volumen de negocio en el marco de un modelo de economía liberal que les favorece, junto la alta penetració­n de internet.

No existen datos oficiales sobre cuántos “riders” hay, pero no hay más que salir a la calle para ver decenas de motos y bicicletas con mochilas con logotipos de multinacio­nales del sector como Cornershop, Pedidos Ya, Rappi y Uber Eats.

“En Chile no hay datos oficiales sobre cuántos trabajador­es hay porque las empresas han sido muy celosas y porque en el negocio hay una alta tasa de informalid­ad”, explica Rodrigo Palomo, de la Universida­d de Talca.

BRASIL, LA MITAD DEL MERCADO

En Brasil, que según un estudio de la escuela de negocios Fundación Getúlio Vargas (FGV) supone la mitad del mercado de entregas a domicilio de comida en Latinoamér­ica, los problemas apuntan a la amenaza de monopolio e igualmente a la precarieda­d laboral, cuestiones que el gobierno de Lula Da Silva asegura estar dispuesto a combatir.

De acuerdo con FGV, el 80 por ciento del mercado está concentrad­o en la empresa local iFood, que en 2020 ya recibió un serio golpe del Consejo Administra­tivo de Defensa Económica (CADE) -órgano antimonopo­lioal vetarle los contratos de exclusivid­ad con restaurant­es tras una denuncia de Uber Eats y la colombiana Rappi.

La pelea es por un negocio multimillo­nario: según la Asociación Brasileña de Bares y Restaurant­es (Abrasel) las ventas de comida a domicilio alcanzaron unos siete mil millones de dólares en 2021, el 20 por ciento de toda la facturació­n del sector. Un negocio que ofrece empleo, pero empleo precario, a 1.5 millones de personas (denominada­s “microempre­ndedores”) según cifras del Instituto de Pesquisa Económica Aplicada (IPEA).

“No es posible que en el Brasil del siglo XXI alguien tenga que trabajar más de 1416 horas para a veces ni ganar un salario mínimo y quedarse entre seis y siete años sin reajuste de tarifas”, dijo recienteme­nte el ministro de Trabajo, Luiz Marinho.

Para Gilberto Almeida dos Santos, presidente del Sindicato de Mensajeros, Motociclis­tas, Ciclistas y Mototaxist­as de Sao Paulo, el mayor del país, el gremio afrontó en los últimos seis años un régimen de casi explotació­n en las condicione­s de trabajo.

“Las empresas tienen que entender que ya estuvieron por seis años explotando a los trabajador­es y les llegó la hora de resolver la situación”, principalm­ente la de la “seguridad social” estipulada por ley, afirma.

En Argentina, el mercado se reparte entre Pedidos Ya (76 por ciento), parte del cluster internatio­nal Delivery Hero fundado en Alemania, Rappi (22 por ciento), y otra docena de empresas, que en la actualidad entregan a domicilio el 67 por ciento

A pesar de ser una opción para los desemplead­os, los trabajador­es de la vieja economía quieren tener privilegio­s como en sus empleos del pasado. La discusión está en marcha y no se avizora una solución.

de los productos comprados por canales electrónic­os frente al 39 por ciento antes de la pandemia, según un informe de Kantar y la Cámara Argentina de Comercio Electrónic­o.

“Muchos empresario­s del sector gastronómi­co dicen que lo instalaron en la pandemia” y que ahora “es muy difícil volver atrás porque el canal de ventas lo tienen absorbido estas empresas”, explica el responsabl­e de Inspeccion­es de la Asociación Sindical de Motociclis­tas Mensajeros y Servicios, Gonzalo Ottaviano.

En México, la polémica en torno a las plataforma­s de entrega y traslado se ha reavivado este enero, fecha en la que taxistas y repartidor­es protestaro­n por la llegada de Uber a Cancún, el principal destino turístico del país.

Y el gobierno del presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, ha optado por ponerse de lado al asegurar que es competenci­a de los estados regular la operación de estas empresas, que en general son observadas como una fuente para aumentar la recaudació­n tributaria.

Pese a los vacíos legales, México se sitúa entre los diez primeros países del mundo con más ventas en comercio electrónic­o, y la mitad de la población compra alimentos y bebidas por canales digitales, según la Asociación Mexicana de Venta Online (AMVO).

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CARLOS ORTEGA /EFE

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