FORTIFICACIÓN DE LA CIUDAD
El ingeniero militar Joaquín Colombres fue quien dirigió la fortificación de la ciudad, que fue planeada en un círculo defensivo con construcciones sólidas que ya estaban establecidas y que fueron adecuadas como fuertes. Por su ubicación se eligieron el antiguo Colegio de San Javier, en el Paseo Bravo (fuerte Iturbide, enclave militar para la ocasión); el barrio del Parral (fuerte Morelos); el convento del Carmen (fuerte Hidalgo); el rancho El Mirador (fuerte Ingenieros); el barrio Los Remedios (fuerte Zaragoza); la iglesia la Misericordia (fuerte Independencia); el barrio de Santa Anita (fuerte Demócrata), los fuertes de Loreto y Guadalupe, donde se libró la Batalla del 5 de mayo, así como el convento de Santa Inés y las iglesias de San Marcos y La Soledad.
En el Paseo Bravo se talaron los árboles para que el enemigo no se atrincherara, y se cavaron trincheras.
La solidaridad de los mexicanos se mostró cuando llegaron diferentes contingentes militares para sumarse al Ejército, ahora comandado por el general Jesús González Ortega, que, para los primeros meses de 1863, quedó integrado con la representación militar de 18 entidades del país, diez más que el año anterior: Aguascalientes, Ciudad de México, Chiapas, Chihuahua, Durango, Guanajuato, Guerrero, Michoacán, Jalisco, Estado de México, Nuevo León, Oaxaca, Querétaro, San Luis Potosí, Tlaxcala, Veracruz, Zacatecas y Puebla.
El contingente poblano se había formado con la participación de trece comunidades adicionales a la única que había peleado el 5 de mayo: Acatlán, Atlixco, Huauchinango, Libres, Matamoros, Pahuatlán, Palmatlán, Tepeaca, Tepeji, Tetela, Texmelucan, Teziutlán, Tlatauiquitepec y Zacatlán.
En un año, el Ejército de Oriente pasó de tener menos de cinco mil hombres a contar con más de 24 mil.
Puebla se declaró en estado de emergencia en febrero de 1863, cuando el gobernador José María González pidió a la población civil, aquella que no tenía tareas imprescindibles en la ciudad, que se fuera, ya que una vez iniciado el asedio francés nadie podría entrar o salir.