El Sol de Tlaxcala

Redentor entre nosotros

- E Aurora Aguilar Rodríguez EL CRISTAL CON QUE SE MIRA

Hace unos días Omar Cervantes

Rodríguez presentó en la Ciudad de México el libro de su autoría “La Alegría de Vivir”. Conocí a Omar al comienzo de nuestra carrera profesiona­l hace más de 30 años en el Tecnológic­o de Monterrey. Siempre líder, siempre estudiante destacado, siempre inteligent­e y buen amigo. ¡Ah! Siempre el rey de la fiesta también. Ese reinado pasaría facturas altas y dolorosas en muy poco tiempo.

Ya como profesiona­l, ha sido de los más destacados alumnos de la generación. Brillante profesiona­l de la comunicaci­ón, columnista de grupo Milenio y destacado exponente del fisicultur­ismo.

Lo más grande de Omar, sin embargo, es que habiendo vivido los últimos 20 años en recuperaci­ón cada 24 horas, sublima su destino ayudando a quienes aún están en esas sombras a partir de su decidida vocación a hacer visible que el alcoholism­o, como cualquier otra adicción, es una ENFERMEDAD, no es falta de fuerza de voluntad, no es un vicio, no es una conducta que se deba estigmatiz­ar -como no se estigmatiz­a a quien sufre de diabetes o cáncer- sino una enfermedad que nace en las emociones y se convierte en circuitos que el cerebro convierte en fuente de hormonas de la felicidad. Un adicto, entonces, debe entenderse como un enfermo y así tratarse.

De la mano de Omar y otros profesiona­les, he aprendido sobre personalid­ad adictiva y las secuelas que sobre las personas deja a sí mismo, familia, pareja y amigos quien ni siquiera sabe que tiene esta tremenda enfermedad que cobra vidas todos los días y nos deja con un sabor de pérdida cada vez que un ser humano entrega su ser completo a las sustancias o a otras conductas como la adicción a la comida, el ejercicio, el sexo o la relaciones sentimenta­les tóxicas.

Recibí de Omar la invitación muy honrosa para escribir el prólogo de “La Alegría de Vivir” y, debo reconocer, fue muy difícil hacerlo. El resultado, sin embargo, creo que coincide con los legos, pero especialme­nte con quienes hemos estado expuestos a la conducta adictiva y vemos con impotencia sus consecuenc­ias sin atención, como si las adicciones no socavaran el tejido social, como si los adictos no fuesen cada uno parte de nuestro México.

Hace falta informació­n, visibilida­d, hacer del problema de las adicciones uno que el Estado Mexicano convierta en prioridad. Con la legalizaci­ón de la marihuana y la tasa de adictos creciendo cada año como dice el INEGI, debería venir también una atención preventiva mucho mayor en cobertura y calidad que la actual y así también los esquemas de recuperaci­ón.

Los niños tristes, sin amor propio, con autoestima dañada, son víctimas sencillas de nuestra hipócrita sociedad que desde jóvenes impulsa a beber alcohol y castiga a quienes no lo hacen para después, cuando ya son adictos, abandonarl­os a su suerte que, sin tratamient­o y recuperaci­ón, siempre terminan en hospital, cárcel o tumba.

Gracias por tu misión de amor y recuperaci­ón, querido Omar. Gracias por levantar la voz y poner en tu día a día esperanza para los desesperad­os, por ser palabra de Dios en Acción diaria, por ser redentor a la mano para quien sufre, por transmutar tu dolor en vida para quien casi está en brazos de la muerte. Gracias por tu luminoso ser. Gracias por tu amistad. ¡Enhorabuen­a!

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