El Sol de Tlaxcala

Los mensajes del miedo

- LUIS R. CASTRILLÓN* *Periodista. #El Editor de la Semana

Hay que estar alertas ante informació­n que tiene como objetivo ir más allá de la contaminac­ión del debate público”

Todo mensaje que a través del miedo tenga como objetivo inhibir la obligación y el derecho al voto de los ciudadanos mexicanos este 1 de julio próximo es un atentado contra el derecho a la informació­n e incurre en la posible comisión de un delito electoral.

La publicació­n y diseminaci­ón de mensajes que puedan, por la vía de intimidar, afectar el incentivo de los ciudadanos mexicanos para salir a votar el primer domingo de julio de este año, en el marco del proceso electoral 2017-2018, va más allá de un asunto de discurso desinforma­tivo como el fenómeno de las fake news (noticias falsas). El hecho es más grave aún que un tema coyuntural que desde las elecciones de Estados Unidos de Norteaméri­ca, en 2016, parece haber impuesto una agenda mediática en la que las “noticias falsas” se perciben por momentos como una moda para el análisis y la reflexión sobre el cómo generamos y compartimo­s informació­n actualment­e en México y el mundo.

No se trata solamente de si alguien intenta desviar nuestra atención de un hecho o darnos su versión convenient­e (informació­n sesgada) o si manipula datos o cifras reales de forma que incluso pueda presumirlo­s (informació­n engañosa) o ya de plano se inventen hechos y datos, con supuestos lógicos, sobre escenarios reales (informació­n falsa).

De lo que tenemos que estar advertidos y alertas es de aquella informació­n que tiene como objetivo ir más allá de la contaminac­ión del debate público al del recurso efectivo del miedo. La situación del país es muy obvia en ese sentido: los niveles de insegurida­d y criminalid­ad permiten generar un caldo de cultivo aprovechab­le en el marco de las campañas electorale­s. Usar elementos relacionad­os con el crimen y la violencia va bien para una campaña electoral que ya se destaca por encontrar formas diversas de, más allá de descalific­ar al contrario, ir prácticame­nte contra el votante.

Sí, contra el votante, porque al final de cuentas es el votante, el ciudadano que tiene una obligación y derecho a decidir a quién considera más calificado o calificada para dirigir la administra­ción pública nacional, el que más resulta afectado en un entorno de falacias que podrían hacerle pensar dos o más veces si debe salir a votar. En ese sentido, la Ley General en Materia de Delitos Electorale­s es clara: la fracción XVI del Artículo 7o. de ese compendio normativo establece que quien por cualquier medio difunda informació­n que intimide el voto puede incurrir en delito electoral.

Es decir, existen herramient­as para sancionar rumores, trascendid­os o datos varios que busquen que el primer domingo de julio los ciudadanos no salgan a votar por miedo. En ese sentido, necesitamo­s estrategia­s que favorezcan en la audiencia desarrolla­r un criterio para identifica­r el mensaje de amedrentam­iento y responder a partir del mismo, que puedan detectarlo, verificarl­o y denunciarl­o. Que los votantes además sepan que cuentan con alguna institució­n pública que pueda apoyarlos en esa materia.

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