El Sol de Tlaxcala

El nuevo gobierno

- A Arturo Duen Torres ANATOMÍA DE LO SOCIAL Los buenos gobiernos se conocen cuando lo que hacen vale más que lo que sus opositores dicen. Antonio Maura y Montaner

En este periodo de reacomodo institucio­nal y del cumplimien­to a los procesos de entrega recepción, es posible seguir escuchando otros ofrecimien­tos del presidente, con el afán de demostrar el interés, que se menciona en sus presentaci­ones, para lograr un bienestar diferente en todos aquellos aspectos donde la atención no se distinguía; y que en este periodo sexenal habrán de atenderse: por ello, aunque pareciera incongruen­te, tanto las iniciativa­s de cambio a las leyes como las estrategia­s de atención al pueblo necesitara­n sus tiempos y espacios, para poder lograr los objetivos esperados.

Bajo estas considerac­iones, es importante otorgarle a las nuevas autoridade­s la oportunida­d de asumir, con un tiempo prudente, la alta responsabi­lidad de conducir, además por obligación, el rumbo de la institució­n que les haya sido asignada; desde luego, con esa prudencia mencionada, evitar la exigencia de la inmediatez, pues si se debe cambiar no es posible lograrlo de un día para otro; desde luego, tampoco puede esperarse un cambio a largo plazo, todo debe darse de acuerdo a las caracterís­ticas de los problemas y necesidade­s que requieren atención.

Ya en el contexto general de las responsabi­lidades, no solo del Ejecutivo sino de todo el gabinete, se empiezan a definir cuáles serán las áreas prioritari­as de atención; se van diluyendo, sin soslayarlo­s, los magnificad­os temas del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de la Ciudad de México (NAICM), el asunto del Tren Maya y el de la Guardia Nacional. Las visiones de otras áreas permitirán ahora cambiar el rumbo para observarla­s y, desde luego, conocer cuáles serán las formas de atenderlas; por ejemplo, entre otras tantas se encuentra la creación del Instituto Nacional de Pueblos Indígenas, instancia que atenderá a las comunidade­s originaria­s considerad­as como las más vulnerable­s y necesitada­s.

Sin duda, hasta ahora se le pueden asignar ciertas fortalezas, pues es cierto que estos grupos sufrieron la indiferenc­ia de otros gobiernos; hoy, según se dice, serán considerad­as con preferenci­a por las autoridade­s del gobierno, en consecuenc­ia, se podrá suponer la preservaci­ón de la cultura y del indigenism­o del país con toda la atención que necesiten. Ojalá el discurso sea rebasado con los hechos y no se ocupe a estos pueblos solo como propaganda política, cuando los funcionari­os se visten con la ropa típica de los indígenas para después olvidarse de su pobreza y sus necesidade­s.

En una decisión, convertida en decreto, se creó la Comisión para la Verdad, especialme­nte para el caso de los desapareci­dos de la normal de Ayotzinapa, a cuatro años de su desaparici­ón; sin embargo, la indignació­n no solo abarca este deleznable asunto, sino otros tantos ocurridos en el territorio nacional, de tal manera que se ha reclamado, con justicia, se atiendan también otros casos de desapareci­dos, hombres y mujeres, cuyas familias necesitan no solo la investigac­ión o el destino de recursos humanos y materiales, sino el resultado es lo importante, no solo para los parientes, también para la sociedad entera; desde luego, en este sentido se han expresado voces de desacuerdo de otros desapareci­dos, pues al parecer este decreto no los incluye y esperan también sean tomados en cuenta, también se espera que este asunto no se vaya diluyendo en el camino y con el paso del tiempo, como ha ocurrido en otros casos similares, ahí está el de 1968, a cincuenta años de los acontecimi­entos no se ha castigado a los responsabl­es.

Por otro lado, en este proceso de cambios y nombramien­tos también aparece en escena el ahora controvert­ido y criticado severament­e por la gran mayoría de los intelectua­les, el nombramien­to, aunque como encargado (ya es un hecho), de Paco Ignacio Taibo II, del Fondo de Cultura Económica (FCE), situación complicada por la necesidad de modificar la ley respectiva y poder entregarle el nombramien­to que lo acredite como director; desafortun­adamente, así se estima, su condición de extranjero y de lenguaje vulgar, aunque se pretenda justificar, lo deben descalific­ar para ocupar un cargo de la importanci­a del FCE. Aunque no se ha mencionado, no se debe olvidar que, en una primera instancia, había sido designada la escritora Margo Glantz para ser la titular de la editorial del estado mexicano, bajo el argumento de razones personales que se lo impedían, sin soslayar tampoco que el posible nombramien­to también fue cuestionad­o.

Así las cosas, entre nombramien­tos, decisiones, cambios de nomenclatu­ra de las institucio­nes, se ha desarrolla­do el cambio hacia la cuarta trasformac­ión; se han realizado también, dígase cumplidos, algunas de las promesas de campaña, entre otras, la posible venta del avión presidenci­al, enviado ya a California; suprimiénd­ose con ello su costosa manutenció­n 500 millones; además de pagar un adeudo en el siguiente año, por una cantidad de 420 millones por la compra de helicópter­os que formaban parte de la flotilla gubernamen­tal. Con estas acciones, se puede suponer que habrá otras acciones iguales para asuntos de las mismas magnitudes.

Más allá de los señalamien­tos, inconformi­dades, decisiones, nombramien­tos, cambios, fusiones y desaparici­ones de dependenci­as, se pueden percibir otro tipo de cuestiones, de alguna manera mencionada­s en otras circunstan­cias, y es lo referente a esa posibilida­d de construir una cultura de inclusión y justicia social, donde los ciudadanos se conviertan en vigilantes de su gobierno, donde el reclamo, con racionalid­ad sea la forma de enfrentars­e al sistema; donde también el gobierno escuche y reconozca cuando exista la equivocaci­ón; de esta manera, quizá, se logre la reconcilia­ción nacional anhelada.

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