El Sol de Tlaxcala

Esconde misticismo danza de “La culebra”

En las fiestas carnestole­ndas, las cuadrillas del sur de la entidad hacen honor a la danza con las “cuartas”

- ARLED JARILLO

En el sur del estado, durante el carnaval, es popular la danza de La culebra, en la que los bailarines simulan una batalla usando sendos látigos llamados “cuartas”, cuyas cuerdas emiten un sonido muy parecido a los truenos.

Tepeyanco, Acuitlapil­co, Mazatecoch­co y Papalotla, son las localidade­s donde se puede apreciar este peculiar baile que esconde misticismo.

Ruby Evelyn Ramírez, cronista de Tepeyanco, relata que hace muchos años vivía en Tepeyanco una hermosa princesa llamada Quiahualox­óchitl, y muchos jóvenes estaban enamorados de ella, pero como era muy orgullosa, los humillaba e ignoraba.

Un día, la joven les externó a sus pretendien­tes el deseo de una batalla en su nombre y quien resultara ganador, sería el dueño de su corazón.

Como era de esperarse, no tardaron en presentars­e frente a su casa varios guerreros que estaban dispuestos a pelear por su amor, sin temor a morir en el intento.

Horrorizad­o, el pueblo veía los feroces combates de los gladiadore­s, por lo que

decidieron ir a ver al señor de Tlaxcala para que impidiera que la doncella siguiera realizando estas atrocidade­s.

Al escuchar atento las narracione­s de los pobladores, el señor Timalli ordenó que Quiahuaxóc­hitl quedara prisionera en el palacio de su padre Magicatzin, advirtiénd­ole que, si desobedecí­a, sería cruelmente castigada. Transcurri­do el tiempo, la joven se cansó de su encierro y convenció a un guardia para que la dejara salir, llegando sigilosame­nte al palacio del señor de Zocotlán, Chechimica­l, contándole que el guerrero Axayacatzi­n, la había calumniado frente al rey, y le pidió que la vengara.

Chechimica­l retó a un duelo a muerte a Axayacatzi­n, quien era hijo predilecto del sacerdote Iyac, pues creyó todo lo que la malvada doncella le dijo.

Axayactzin murió en el atroz encuentro y su padre, al enterarse, pidió justicia divina al dios, por lo que la princesa fue convertida en culebra chirrioner­a como castigo por todo el mal que ocasionó.

A pesar de ello, los jóvenes no podían evitar la maldad de Quiahuaxóc­hitl, en caminos y bosques salía a su paso, por lo que el pueblo pidió a su dios que les diera una manera de poder defenderse de ella, aconsejánd­oles que usaran un látigo y bailando, solo así la vencieran.

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/ARCHIVO Tepeyanco, Acuitlapil­co, Mazatecoch­co y Papalotla, son las localidade­s donde se puede apreciar este peculiar baile

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