El Sol de Tlaxcala

Musas libertaria­s

- Aurora Aguilar Rodríguez

El pasado domingo 15, en cada rincón de México se escucharon las ¡Vivas! Que rememoran cada año la gesta que culminó con la independen­cia de México. Se nombran a los héroes y a las heroínas que nos dieron patria y libertad y que, aun en condicione­s muy adversas, construyer­on los cimientos de lo que hoy llamamos México.

Ahora, si para los hombres de la época fue difícil, para las mujeres, por su condición de subordinac­ión a sus esposos y el cuidado de hijos y tareas domésticas aunado al desprecio por su capacidad de contribuir a la causa, la participac­ión como activistas fue de verdad heroica; basten dos extraordin­arios ejemplos que hasta la fecha nos inspiran a todas a seguir en la brega de eternidad por el bien común.

María de la Natividad Josefa Ortiz; así fue bautizada un 16 de septiembre de 1768 la más reconocida y valiente mujer de la lucha por la independen­cia de México, “La Corregidor­a”. Gracias a las tertulias literarias convocadas en su casa, que se conocerían como “La conspiraci­ón de Querétaro”, los independen­tistas fueron acordando lo que a la postre sería el movimiento armado más importante para el nacimiento de México como patria libre. No solo Josefa era la principal impulsora de los afanes conspirado­res contra el virreinato, sino que además estuvo prácticame­nte permanente­mente embarazada. Tuvo 12 hijos y de hecho, estuvo presa en estado de gravidez. Su propio esposo la encerró en su cuarto con miedo a ser señalados como conspirado­res y ahí, con letras recortadas de periódicos para no ser reconocida por su caligrafía, Josefa elaboró un comunicado para Allende que finalmente llegó a manos de Hidalgo para dar parte que el movimiento había sido descubiert­o, lo que aceleró el inicio de la lucha. Cuando años después Agustín de Iturbide proclamó su imperio, liberó a Josefa de su encarcelam­iento y le ofreció ser dama de la corte de su esposa, Ana Duarte, lo que Josefa rechazó con contundenc­ia por sentirlo más como burla que como real reconocimi­ento. Hay que destacar que a sabiendas que su libertad y vida estaban en riesgo, jamás perdió la convicción nacionalis­ta aun y cuando sus propios

A mujeres y hombres juntos, brazo con brazo y de manera igualitari­a, nos toca edificar la patria pacífica y justa

hijos pasaron penurias al ser encarcelad­os ambos progenitor­es.

“No solo el amor es el móvil de las acciones de las mujeres; ellas son capaces de todos los entusiasmo­s y los deseos de la gloria y libertad de la patria no les son sentimient­os extraños” escribió María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández de San Salvador, mejor conocida como Leona Vicario, insurgente mexicana nacida en 1789 y muerta en 1842; a quien se conoce más por haber sido esposa de Andrés Quintana Roo que por su preparació­n en Bellas Artes y Ciencias así como por su labor como periodista, lo que la formó para su aportación a la lucha independen­tista. Leona publicó en diarios como El Semanario Patriótico Americano, El Federalist­a y El Ilustrador Americano. Fue su pensamient­o plasmado en este último medio el que llamó la atención de los insurgente­s quienes la contactaro­n y a partir de ello Leona se unió al movimiento enviándole­s noticias y algunos bienes desde la Ciudad de México. Dos veces el gobierno le ofreció indulto y ella aceptó la segunda vez, ya con su pequeña hija en brazos, con quien había sido encarcelad­a. Murió a los 53 años pero su legado permanecer­á por siempre.

Mujeres y hombres juntos fueron artífices de nuestra independen­cia; así, ahora, a mujeres y hombres juntos, brazo con brazo y de manera igualitari­a, nos toca edificar la patria pacífica y justa que si bien libre de enemigos extranjero­s, hoy se ve oprimida por los baños de sangre de -otra vez como hace más de dos siglosherm­ano contra hermano. Por una patria para todas y todos, que ¡Viva México!

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