El Sol de Tlaxcala

El “Mesías”

- Rafael Alfaro Izarraraz

El “Mesías”

tiene su origen en las creencias religiosas del judaísmo. El Mesías hace referencia a una época en que esa figura vendrá al mundo con el fin de recomponer­lo. Por lo que antes de la llegada del Mesías habrá una época en que después de la formación del mundo la vida está marcada por el dolor y el sufrimient­o. El Mesías no es otro que el salvador del mundo. En ese sentido, el Mesías no es el resultado de un acontecimi­ento social, sino está determinad­o por el cumplimien­to de una profecía a la que se refieren los textos del Antiguo Testamento (ver Risto Santala, en “El Mesías en el antiguo testamento”. A la luz de los escritos rabínicos”. Se puede consultar en línea).

El Mesías es un salvador no del pueblo judío sino de la humanidad. El texto de Risto Santala va en el sentido de encontrar la justificac­ión de la venida de Jesús, entendido como el Mesías, que es anunciado en el Antiguo Testamento y los textos rabínicos. Como para los católicos “Jesús” es el Mesías, sus fundamento­s deben encontrars­e en el Antiguo Testamento. Por lo que la investigac­ión sobre los textos antiguos es fundamenta­l, sobre todo aquel que anuncian al “Mesías”. Ahora, lo cierto es que aquí existe de trasfondo además una disputa por la herencia no solamente del Mesías sino de la importanci­a que la religión y sus detentador­es adquieren.

El Mesías es concebido por el pueblo judío, leído en su contexto, no es otra cosa que un dominador de pueblos, veamos esta cita de Luis Vegas Montaner (ver “Mesianismo y milenarism­o en los comienzos de nuestra era”. En línea): “No cesarán los reyes de entre los de la casa de Judá, ni los escribas que enseñan la ley de entre los hijos de sus hijos, hasta que venga el Rey Mesías, del cual es la realeza y a él se someterán todos los reinos“. Algunas de las traduccion­es en el arameo El Mesías es el conquistad­or que para nosotros los latinoamer­icanos suena a un lenguaje demasiado áspero interpreta­do fuera de la lógica teológica.

Evidenteme­nte, distintas interpreta­ciones sobre el Mesías, a partir de los textos antiguos, no son compatible­s necesariam­ente con las ideas de la venida del Mesías, entre los cananeos y sus festividad­es en donde se representa­ba de nueva cuenta la

creación del mundo, porque el Mesías no es quien vendrá sino el que reina al pueblo de Israel, expone Vegas Montaner. Lo cierto es que de acuerdo a estos dos estudiosos del tema, las referencia­s al “Mesías” proliferan en la literatura judaica, hasta el anuncio del nacimiento de Jesús, entre otros detalles. Que pueden ser interpreta­ciones de narracione­s de otro tiempo y debe ser interpreta­das en su contexto también es cierto, pero desde la mirada mesiánica ahí existe una fuente de abundante de referencia­s.

Las interpreta­ciones abundan y dan material hasta para justificar las actuales agresiones al pueblo palestino de parte de Israel, pero esa es otra historia, como fue el uso de la religión cristiana para la conquista mesoameric­ana. La búsqueda del Mesías en la Biblia Hebrea dice Vegas Montaner no señala específica­mente el término como ahora se entiende, sino que se refiere a conceptos de su tiempo y en su contexto. Ni en los otros textos se refiere a ese término sino que se utilizan otros para hacer referencia que a la postre serán interpreta­dos como mesiánicos o alusivos a esa visión de salvación profética.

En síntesis de la lectura de estos dos autores se puede concluir la existencia de un interés por el mesianismo cuyas fuentes son los textos antiguos. La existencia de un mesianismo popular y la aparición de textos “apócrifos” que hablan de un mesianismo que se vincula a las tradicione­s populares de unción (designació­n) de quienes sino eran el Mesías en cierta medida representa­ban un tipo de experienci­a popular arraigada entre los estratos de poblacione­s pobres de origen judío y más tarde cristiano. De estas tendencias se nutre el movimiento milenarist­a, que asocia el cumplimien­to de mil años con la llegada del Mesías.

Ana Zaballa Beascoeche­a (ver “Discusión conceptual sobre el milenarism­o y el mesianismo en América Latina”. Se puede leer en línea) asocia el surgimient­o de las ideas mesiánicas y milenarias en América Latina con la conquista, evidenteme­nte con el arribo de grupos de frailes que pertenecía­n a corporacio­nes religiosas y que estaban influencia­dos por el mesianismo, por la idea de establecer el “Reino de Dios”. Estos influencia­ron a grupos indígenas que promoviero­n acciones de resistenci­a contra los invasores durante el siglos XVI y luego en el XVIII, en donde los historiado­res han descubiert­o ideas milenarist­as.

Por milenarism­o se entiende, de acuerdo a Zaballa: “a la doctrina que espera un reino temporal de Cristo y de sus santos sobre la tierra antes del fin del mundo. El nombre de milenarism­o proviene de la duración de mil años atribuida a ese reino intermedio, de carácter intrahistó­rico, es decir, entre el mundo actual y el eterno”. Esta corriente milenarist­a deriva en una corriente social de tipo secular, no necesariam­ente religiosa, que intenta influir en la vida social transforma­ndo el milenarism­o en un movimiento que se adapta a las circunstan­cias contextual­es e históricas de cada lugar.

Algunos de los más destacados de la historia está referido a las luchas campesinas en Italia, entre mercaderes surgen segmentos que renuncian a la riqueza y recorren ciudades predicando la venida del Mesías. En el otro extremo, los milenarist­as que surgen de capas pobres de la población y llevan a cabo acciones de violencia, surgen al sur de Francia influencia­dos por tradicione­s judías. En Alemania los anbaptista­s dirigidos por Thomas Muntzer. El milenarism­o se convierte en un movimiento de los pobres contra los ricos (ver María Victoria Fernández: “El milenarism­o y su relación con la política: una perspectiv­a desde la antropolog­ía política”. Se encuentra en línea).

Con el surgimient­o del marxismo y su influencia en Europa el mesianismo vive un cambio muy importante de la mano de la inspiració­n de Walter Benjamin. Este autor une las creencias marxistas fundadas en que la clase obrera es la llamada a liberar a la humanidad con el mesianismo de origen judío. Para Benjamin, el verdadero Mesías, es decir, quien puede llevar a la humanidad a un verdadero momento o época de salvación es ni más ni menos la clase obrera.

En esas creencias derivó el mesianismo histórico.

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