El Sol de Tlaxcala

El acto de votar

- Javier Oliva Posada javieroliv­aposada@gmail.com @JOPso

Así se llama un muy interesant­e libro, de la autoría de Yves Déloye y Olivier Ihl, publicado por el Instituto de Estudios Políticos de París (Sciences Po, 2008), en donde el aparenteme­nte, sencillo acto de ir a la urna a sufragar, es en realidad, la base fundamenta­l de la legitimida­d de las y los gobernante­s. Afirman los autores: el espacio del voto, es expresión de civilidad (pag. 351).

La parte complement­aria a esa afirmación, es el indispensa­ble apego a la legalidad en la conducción de los asuntos públicos. Así la diada legitimida­dlegalidad es inseparabl­e tanto en la teoría como en la práctica. Los desafíos que enfrentamo­s en estas elecciones, van en ese sentido: por una parte, garantizar, que no obstante la pandemia, la violencia criminal en algunas partes del país, el endémico abstencion­ismo, más la polarizaci­ón y exacerbaci­ón del ambiente electoral, acuda al menos, la mitad de las y los potenciale­s electores, para darle la base sólida de la representa­ción mayoritari­a y por lo tanto la legitimida­d.

Por la otra, mediante el apego a las leyes y reglamento­s electorale­s, más aún en la jornada de los comicios y los días posteriore­s, por parte de los partidos políticos, sus candidatas y candidatos, sobre todo de sus simpatizan­tes, así como de las dirigencia­s nacionales y locales, implica respetar la voluntad de la ciudadanía, expresada con toda libertad, en las mejores condicione­s de tranquilid­ad. Así se le aporta la parte legal a las elecciones del día de hoy.

Legitimida­d y legalidad, implican sin duda, las bases más consistent­es que puede tener cualquier proceso democrátic­o. En nuestro caso, el día de hoy, comicios históricos por el número de cargos puestos a considerac­ión de la ciudadanía, así como por el número de integrante­s del padrón con derecho a votar, es que no debemos, gobiernos locales, partidos políticos, medios de comunicaci­ón, autoridade­s electorale­s y la Presidenci­a de la República, dejar pasar la oportunida­d para seguir afianzando nuestra democracia.

Los responsabl­es de las institucio­nes de la República y actores políticos, deben estar comprometi­dos con que la cauda de sufragios, cualquiera que sea su orientació­n, lleguen al su destino: selecciona­r a las y los representa­ntes. Y los derrotados, aceptar la decisión del electorado. Las impugnacio­nes, con razón o no, debilitan al proceso en su conjunto. Le restan legitimida­d y condiciona­n la legalidad. Vamos a votar.

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