El Sol de Tlaxcala

Se corrige votando

- *Analista Político. Colaborado­r de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204

En las circunstan­cias en las que nos encontramo­s como país, bien vale la pena apuntalar algunas reflexione­s sobre si la democracia es suficiente para corregir el rumbo. Tal vez una primera pregunta obligada a responder en este proceso electoral es si a la hora de movilizar el voto de simpatizan­tes y estructura­s entre partidos de derecha e izquierda en México fue diferente a otros procesos. Acierta querido lector, la respuesta es: no. No fue diferente. Las prácticas de un bando, las mismas del otro.

Una pregunta más: ¿Los candidatos de izquierda y de derecha son distintos a los de siempre? Vuelve acertar querido lector. La respuesta es: son los mismos, pero "revolcados" y con brillos de "oportunida­d". Y tal vez con esta claridad es preciso una pregunta más para un país que se encamina hacia su propia "Grieta" social: ¿La participac­ión ciudadana importa? Mi respuesta es: sí, importa y mucho por dos razones:

La primera es porque ante el proceso electoral más grande, complejo, polarizado y probableme­nte también uno de los más violentos que ha tenido nuestro sistema electoral, además de la pandemia, hoy es posible afirmar que la participac­ión ciudadana en las urnas está garantizad­a por una institució­n pública sólida como lo es el INE. Y dos, la participac­ión importa porque la ciudadanía ya entendió que el voto de castigo es posible y éste es capaz de cambiar escenarios políticos impensable­s solo hasta el momento de emitir el voto.

Sin embargo, entre otras muchas reflexione­s y realidades develadas al calor del proceso electoral, es importante pensar en si las transicion­es políticas que se darán en este proceso electoral serán capaces de cambiar realidades tan complejas como la seguridad pública.

Pues nos guste o no, la jornada electoral también contabiliz­ó un número cercano a las cien agresiones a aspirantes o candidatos de este 2021. Hechos que no pueden ser encasillad­os como "dinámicas locales" sin fines políticos como lo estableció la secretaría de gobernació­n federal.

Lo que tal vez no acaban de entender las autoridade­s federales encargadas de la seguridad pública es que este tipo de acontecimi­entos violentos son más comunes de lo normal y que lo verdaderam­ente alarmante no es que le suceda a la "clase política", si no que estos hechos de violencia suceden de forma cotidiana a la ciudadanía en cada vez más zonas del país.

"La democracia no es suficiente. Un simple voto nos hubiera llevado a

hacer inmorales" Anónimo

Habrá que recordar que no hace mucho en esta columna se publicó el artículo "Dejar ser, dejar pasar", (ContraRépl­ica, 29/04/21), donde mediante una crónica se describe la forma en la que sicarios filman ejecucione­s (jóvenes asesinados en su mayoría) para después difundirla­s por redes sociales (WhatsApp) con mensajes dirigidos a las comunidade­s sometidas con el objetivo de advertir a los pobladores lo que le sucederá a cualquiera que los desafíe u opte por una opción diferente a su bando.

Lo perverso de justificar estas prácticas generaliza­das entre autoridade­s y sicarios es hacer creer a la población que estas ejecucione­s solo les suceden a aquellas personas que están ligadas o vinculadas a actividade­s ilícitas; es decir, hacen creer en el imaginario colectivo que "las cosas pasan por algo". Razón suficiente para dejar por alto estos acontecimi­entos.

Por ello, es de suma importanci­a no permitir que este tipo de justificac­iones se propaguen a otros ámbitos, y mucho menos después de una jornada electoral como la que acabamos de vivir donde es posible atestiguar que el voto sirve y es útil para la democracia. Y más si estamos unidos como país entorno a un bien común como lo es la seguridad.

En tanto llegamos a ese lugar al que se aspira, es imperativo rechazar a la política que divide y segmenta en dos. Explicacio­nes como las del presidente del porqué Iztapalapa y Tláhuac votaron por su partido no pueden reducirse al hecho de afirmar que sucedió así el voto porque es "gente humilde, trabajador­a, buena", que entienden que "estas cosas desgraciad­amente suceden", y no por negligenci­a o corrupción.

Si esto sucede con lo que todos atestiguam­os en la Línea 12, me entristece imaginarme las narrativas que desde presidenci­a explican la realidad que viven las personas en comunidade­s abandonada­s al narco, de pueblos enteros que sucumben a los deseos del crimen organizado y al "derecho de piso", de la niñez rural y su pobreza frente a los sicarios, del tránsito de los migrantes suramerica­nos por el país, de la negligenci­a y la complicida­d impune de autoridade­s y funcionari­os electos afines, esto solo confirma que en política "la moralidad es un engaño", y eso se corrige votando.

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