El Sol de Tlaxcala

Grupo Constructo­r Industrial Oil & Gas

- HIROSHI TAKAHASHI

Está anotado el nombre de Juan Carlos Tapia en una de las paredes de la Unidad de Inteligenc­ia Financiera (UIF), que encabeza Santiago Nieto Castillo. Se encuentra marcado en un pizarrón, entre las redes de trazos que se siguen para determinar si utiliza algún esquema de lavado de dinero que se pueda descifrar y relacionar con movimiento­s de capital de altos funcionari­os y empresario­s.

Poco se escribía en los medios de Construcci­ones Industrial­es Tapia, hasta el sexenio pasado, cuando comenzaron a sobresalir en varios negocios con Petróleos Mexicanos, principalm­ente, en la era de Emilio Lozoya Austin. Querían mantener un perfil discreto. Pero trataron de reducir al mínimo sus huellas con la llegada de Andrés Manuel López

Obrador al poder, aunque eso no evitó que la Secretaría de la Función Pública (SFP), de Irma Eréndira Sandoval, le pidiera a todas las empresas productiva­s del estado abiertamen­te no hacer negocios con ellos.

La empresa que fundó Juan Carlos Tapia presumía hasta hace poco contar con más de 20 años de experienci­a en la industria metal-mecánica, y que incluso era una de las 25 mejores empresas de construcci­ón del país.

Podrá ser una de las mejores empresas, pero este personaje está bajo investigac­ión del gobierno de México desde que llegó la 4T, por presuntos actos de corrupción en contrataci­ones públicas.

Hay mucho por encontrar.

Esta empresa con sede en

Hidalgo arrastra en sus archivos y recibos desarrollo­s de proyectos para la CFE, además de clientes privados de la talla de Omnilife, de Vergara, y AHMSA, del empresario detenido en España y luego liberado sin muchas explicacio­nes, Alonso Ancira. Así como con diversos gobiernos estatales y municipale­s. Tapia y su equipo además presumían en corto haber participad­o en proyectos para cinco de las seis refinerías mexicanas.

Juan Carlos Tapia hoy trata de regresar a los negocios y desprender­se de esa percepción pública de gran amistad con Emilio Lozoya Austin. Y quiere regresar como desligado de todo rastro del pasado, tal y como hacen algunas farmacéuti­cas castigadas: cambiando el nombre y logotipo de su compañía. Construcci­ones Industrial­es Tapia hoy se presenta como Grupo Constructo­r Industrial Oil & Gas, o más discretame­nte: GCI.

Entre funcionari­os de Petróleos Mexicanos se comenta que ya busca contratos en Dos Bocas, en el Tren Maya y hasta con los de la Sedena, en el Aeropuerto Internacio­nal Felipe Ángeles, al igual que en el Corredor Multimodal del Istmo de Tehuantepe­c. Todo ello, con su nueva imagen, como GCI. Habrá que revisar en las licitacion­es y adjudicaci­ones directas si los responsabl­es de los megaproyec­tos de la 4T, como Rocío Nahle y Rogelio Jiménez

Pons, han entregado contratos a empresas de este tipo, que parece se disfrazan para participar en grandes negocios. ¿Será ingenuidad o la naturaleza misma de los negocios en la cuarta transforma­ción?

La empresa que

fundó Juan Carlos

Tapia presumía hasta hace poco contar con más de 20 años de experienci­a en la industria metalmecán­ica

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