El Sol de Tlaxcala

No hay que ser inconscien­tes

- POR HUGO SÁNCHEZ @hugosanche­z_9

No sólo hablamos de la imagen del futbol mexicano, pues en todo este tiempo el país ha sido sede de eventos deportivos importante­s y en todos ellos el grito ha aparecido en las gradas. Es por ello que también se corre el riesgo de que México deje de ser una de las sedes del Mundial de 2026”

El daño que podría causar este grito, por mucho que ahora sólo sea la minoría, está a punto de pasar de las multas, que hasta ahora rondan los 4 millones de dólares, a sanciones deportivas, como los dos partidos oficiales a puerta cerrada que ya fueron anunciados, así como perder puntos o incluso la descalific­ación en la eliminator­ia mundialist­a"

En plena lucha contra el racismo, por la igualdad, e incluso por los derechos laborales en la construcci­ón de los estadios para el Mundial de Qatar 2022, es entendible que la FIFA no esté dispuesta a tolerar un grito que fuera de México puede llegar a considerar­se homofóbico. La advertenci­a ya está hecha, por lo que, de insistir, las sanciones que siguen provocarán un gran daño, prácticame­nte irreparabl­e

Tanto se ha tensado la cuerda, que está a punto de reventar. Han sido años llenos de intentos por erradicar un grito que surgió, quizá, más como presión al rival que como insulto, pero que no le quita lo reprobable por más que en México sea visto con cierta normalidad y esté muy lejos de ser discrimina­torio o racista.

Han pasado ya dos décadas desde que surgió este controvert­ido grito en el futbol mexicano, años después calificado por la FIFA como homofóbico.

Desde las gradas en Monterrey, pronto se propagó al resto de los estadios del futbol mexicano, visto como algo jocoso y no como un insulto.

Incluso fue una de las novedades durante el Mundial de Alemania 2006, como años después lo fueron las vuvuzelas en Sudáfrica 2010.

Aficionado­s de otras seleccione­s nacionales no dudaron en imitar este grito, de manera unísona, cuando el portero del equipo contrario despeja el balón.

Fue hasta el Mundial de Brasil 2014 cuando la FIFA actuó por primera vez en contra del ahora incómodo, molesto e inoportuno grito. Tras el partido entre México y Brasil, en el que las aficiones de ambos equipos recurriero­n al grito una y otra vez, se supo del reporte de un organismo dedicado a la lucha contra el racismo en el futbol.

Nadie se habría imaginado, en ese entonces, que provocaría varias multas con un total que ronda los 4 millones de dólares y que, de seguir así, derivará en sanciones deportivas, como los dos partidos oficiales a puerta cerrada que ya fueron anunciados, así como perder puntos o incluso la descalific­ación en las eliminator­ias mundialist­as.

Acostumbra­dos a que en México normalment­e no pasa nada, algunos aficionado­s insisten, aunque es cierto que la Federación ha logrado contrarres­tarlo mediante campañas y miles de dólares dedicados a tratar de concientiz­ar a la gente en los estadios.

Y da mucho coraje, porque todo ese dinero, al igual que el pagado en multas, bien podría haberse utilizado para impulsar el crecimient­o del futbol femenil y de las fuerzas básicas.

Estos pseudoafic­ionados que insisten en llevar la contra, porque quizá los haga sentirse importante­s o divertidos, deberán comportars­e de manera correcta, siempre apegados al reglamento de respeto y sana convivenci­a.

Es importante entender que la FIFA no va a tener ningún tipo de considerac­ión, independie­ntemente de si tiene o no la razón, porque de lo contrario daría un mensaje contradict­orio en su lucha contra el racismo.

Lo peor de todo es que no hablamos sólo de la imagen del futbol mexicano, pues en todo este tiempo el país ha sido sede de eventos deportivos importante­s, como el preolímpic­o de Guadalajar­a rumbo a Atenas 2004, los Panamerica­nos de Guadalajar­a 2011 y el Mundial Sub-17, también en 2011.

En todos ellos el grito apareció en las gradas durante los partidos de futbol, y es por ello que también se corre el riesgo de que México deje de ser una de las sedes para el Mundial de 2026.

Es increíble que mientras los directivos negocian tanto con Estados Unidos como con Canadá para que México tenga mayor protagonis­mo en la organizaci­ón de la Copa del Mundo, también deban luchar contra este grito.

Entendamos que no es cuestión de determinar si se trata de un insulto homofóbico o no, sino de evitar que las sanciones por parte de la FIFA sean mucho más drásticas y lamentable­s.

Es una lucha a la que, al igual que contra el racismo, nos debemos unir.

Afortunada­mente somos más los que sabemos respetar y comportarn­os a la altura de las circunstan­cias, y es por eso que no debemos dudar en señalar o reportar ante las autoridade­s a aquellos que se pasan de inconscien­tes.

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Han pasado dos décadas desde que surgió este incómodo, molesto e inoportuno grito, calificado por la FIFA como homofóbico.
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