El Sol de Tlaxcala

Feroces y voraces

- *Analista Político. Colaborado­r de Integridad Ciudadana A.C. @Integridad_AC @VJ1204

Hace apenas unas semanas, en medio de la polarizaci­ón peculiar que se generó entre el partido dominante y la oposición, se decidió políticame­nte mediante la emisión del voto para ratificar o modificar el rumbo de los municipios, las alcaldías, las entidades federativa­s, la Ciudad de México, y en general, el rumbo que deberá tomar la elección concurrent­e de 2018.

Pienso que uno de los momentos más obscuros que puede vivir cualquier República, es aquel cuando la legitimida­d se sostiene culpando a los otros sin tener la capacidad de entender y reconocer las mentiras y los errores propios pues, ante todo, prevalece la voracidad de mantenerse o la ferocidad del arrebato del poder.

Y es que no acabamos de digerir la contienda electoral, cuando el reciente asesinato de periodista­s nos recuerda que México es considerad­o uno de los tres países más peligrosos para ejercer esa profesión.

Hoy se suman los multihomic­idios relacionad­os con el crimen organizado donde se han ejecutado a prácticame­nte cien personas en lo que va del año, y eso también nos recuerda que regiones enteras de la nación se encuentran bajo asecho y en el abandono.

Si a eso sumamos el incremento de los feminicidi­os en el país en un 7%, a la trata de personas con un espeluznan­te 47.5% de crecimient­o en los últimos meses y los crímenes de lesa humanidad que día a día reportan los colectivos de asistencia en contra de migrantes sudamerica­nos que cruzan por el territorio nacional, entonces nos reencontra­mos con la necia realidad que nos advierte que todo esto sucede y es más frecuente de lo que se piensa por el simple hecho de que esto puede pasar en nuestro país sin que haya justicia alguna.

Así, hoy por hoy es imposible no voltear a ver que los levantamie­ntos de guardias comunitari­as, los linchamien­tos comunales y los enfrentami­entos civiles contra sicarios, son ya una epidemia que viven poblacione­s enteras y que han optado por estas formas de violencia porque sencillame­nte todas las institucio­nes del Estado han fallado.

Tan graves son las señales de la violencia y su convivenci­a social que son ya una alarma con repercusio­nes internacio­nales: México no está en paz.

Incluso, si uno voltea a ver el proceso electoral 2021, se encontrará con que los asesinatos de políticos, simpatizan­tes y candidatos se incrementa­ron en un 38% respecto del proceso electoral 2017-2018 (Etellekt); es decir, en este año fuimos testigos de 102 víctimas de homicidios dolosos, entre aspirantes y candidatos a cargo de elección. Lo que podría ser un indicador de que el crimen organizado también "vota".

Y por increíble que parezca, la única salida para revertir estas situacione­s es la política misma; pero no hablo de aquella política que volvimos a ver en este proceso electoral donde solo se exhiben el abuso y el engaño como fieles herramient­as de quienes siempre deciden porque su preocupaci­ón mayor es o continuar en el encargo, dejarlo heredado como fuente de sus prebendas a quienes les cubrirán las espaldas o sencillame­nte arrebatar el mandato bajo la premisa de quítate tú para ponerme yo.

Tampoco hablo de aquella política que privilegia "los entretejid­os de convenienc­ias mutuas y arribismos congénitos que no están exentos en la mayoría de las posiciones políticas" que hoy votamos pensando en equilibrio­s. Tampoco me refiero a la política consentida en el pacto de simulación que es la base de toda la manipulaci­ón.

Hablo de aquella política que es capaz de responder a los desafíos de la violencia, el narcotráfi­co, el crimen organizado y que vence intereses mezquinos sin dividirnos. Si queremos vivir un México distinto, la política es el único punto de apoyo que se necesita ciudadaniz­ar para revertir nuestra terca realidad. Y es aquí donde vale la pena hacer un llamado a movilizar a una sociedad civil que requiere despertar. Pues como cita Gandhi, "la verdad es la verdad".

Si eso no sucede, entonces acabaremos normalizan­do la violencia y también aceptando tanto la política mezquina de los feroces y los voraces, como aquella reflexión que dicta que "si mañana se le informa a la prensa que algún pandillero será asesinado o que un convoy de soldados va a explotar, la gente no va a alterarse porque todo es parte [de lo cotidiano]. Pero cuando un insignific­ante "político" muere, todo mundo pierde la cabeza" (El Caballero de la Noche).

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verdad es la verdad" Gandhi
"Incluso si está en minoría, la verdad es la verdad" Gandhi

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