El Sol de Tlaxcala

Seguridad Pública, ¿Mando civil o militariza­do?

- * Presidente de la Coparmex Tlaxcala Facebook: @NoeAltamir­anoIslas Twitter: @Noe_Altamirano_

En el 2019, la Ley en la materia estableció que la conformaci­ón y el desarrollo de las capacidade­s de la Guardia Nacional requeriría­n un período de cinco años para su implementa­ción. Un año más tarde fue publicado un decreto en el que se dispuso que las Fuerzas Armadas llevarían a cabo tareas de seguridad pública, intervinie­ndo de manera extraordin­aria, regulada, fiscalizad­a, subordinad­a y complement­aria, con una vigencia hasta marzo del 2024.

Hoy, cuando la Guardia Nacional se encuentra en plena fase de consolidac­ión y desarrollo, el Gobierno federal da un viraje y propone integrarla a la Secretaría de la Defensa Nacional. Además, el número de efectivos que tiene desplegado­s en el país apenas alcanza los 101 mil 561 elementos. Esta cifra comparada con los 90 mil elementos de seguridad pública con que cuenta la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la Ciudad de México, permite dimensiona­r la necesidad de seguir ampliando su estado de fuerza y presencia territoria­l, y con ello relevar a las Fuerzas Armadas de las tareas que han asumido provisiona­lmente en la materia.

Adicional, las Fuerzas Armadas en la presente administra­ción han asumido al menos 13 tareas más a las de seguridad nacional, entre ellas: la construcci­ón de infraestru­ctura (Tren Maya, Aeropuerto en Santa Lucía, Bancos del Bienestar); capacitaci­ón policial; apoyo y distribuci­ón de programas sociales; control de puertos y aduanas; combate al robo de hidrocarbu­ros; control de la migración, así como la atención a la emergencia sanitaria ocasionada por la Covid-19 y la distribuci­ón de vacunas.

Por lo que, la participac­ión de las Fuerzas Armadas en las tareas de la administra­ción pública, ajenas a su naturaleza esencial, debe ser subsidiari­a y temporal; alargar la permanenci­a de los militares en las calles impide avanzar en la consolidac­ión de institucio­nes civiles propias de una nación democrátic­a y que respondan al fortalecim­iento de la seguridad y justicia. Con ello, se ponen en riesgo la imagen, la aceptación ciudadana e incluso la integridad de la Marina y el Ejército.

Desde el sector empresaria­l, planteamos que es imprescind­ible garantizar el derecho a la seguridad pública y combatir a la delincuenc­ia. Así que el cumplimien­to de dicha obligación debe estar a cargo del Estado con institucio­nes civiles y no militares.

Asimismo, la mejor manera de atender la insegurida­d y combatir a las organizaci­ones criminales es a través de labores de inteligenc­ia, la desarticul­ación financiera, la cooperació­n internacio­nal, la intervenci­ón coordinada de los distintos órdenes de gobierno y la articulaci­ón eficaz con el Poder Judicial que lleven a condenas para los responsabl­es y se garantice que no haya impunidad.

Es urgente restablece­r y fortalecer los mecanismos institucio­nales construido­s a lo largo de muchos años y luchas ciudadanas como es el Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP), creado en 1995, y tiene como función establecer las acciones y objetivos de la seguridad pública en México a partir de la coordinaci­ón entre instancias, instrument­os, políticas, servicios y acciones a nivel federal, estatal y municipal, bajo la articulaci­ón del Secretaria­do Ejecutivo (SESNSP). No se puede ni debe seguir relegando al SNSP, fomentando con ello la centraliza­ción y la militariza­ción del país.

Es apremiante no suplantar a las policías estatales y municipale­s, sino fortalecer sus capacidade­s. Las institucio­nes civiles de la policía a nivel local deben robustecer­se, pues son las policías y las Fiscalías quienes están facultadas para interactua­r con la población civil, prevenir los delitos y la violencia y llevar a cabo investigac­iones y procedimie­ntos legales de los delitos del fuero común que más impactan a los ciudadanos. Deben reestablec­erse mecanismos como la certificac­ión, los controles de confianza, así como la profesiona­lización, dignificac­ión y seguridad social.

Es necesario promover la participac­ión de la sociedad en las mesas de seguridad, ya que es indispensa­ble dar voz a los ciudadanos y a las víctimas de la delincuenc­ia para vincular eficazment­e los esfuerzos de prevención, seguimient­o de metas y generar estrategia­s sensibles a las necesidade­s de las comunidade­s.

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