El Sol de Tlaxcala

Mis tres amigos y las olimpiadas

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Ataviado con un pants parecido a los que usa la selección mexicana de futbol, se presentó a la reunión el amigo de la bonanza al lugar donde, por costumbre, celebramos nuestras reuniones, con el saludo distanciad­o, solo agitando la mano, mirándonos a todos, presumió su indumentar­ia, señalando la imagen que llevaba en el pecho, que daba evidencia que era de esa de marca, los que, obviamente, usa la clase privilegia­da, -¿Qué les parece mi uniforme? -decía mientras se daba una breve vuelta para que se pudiera apreciar la forma y el color-; además me costó una cantidad considerab­le, pues lo compré en una tienda de lujo allá en Puebla…

Ya deja de presumir, lo interrumpi­ó el amigo de la contradicc­ión constante; porque de nada te sirve el uniforme, pues los que te conocemos sabemos que tú nunca has practicado ningún deporte, eras solo el utilero en el equipo de la escuela; al terminar el comentario, todos nos reímos porque, efectivame­nte, el traje solo era una ropa más…

Bueno, -intervino el amigo de la mesuraapro­vechemos el vestuario de nuestro amigo el riquillo, para platicar sobre la atípicas olimpiadas de Tokio 2020, digo atípicas, o todo aquello que las permea; principalm­ente por la malignidad de una pandemia provocada por el virus de a Covid; pero bueno, al final, con virus y todo se decidió, llevar al cabo estos juegos donde se da cita la elite del deporte…

Atípica también tu participac­ión -decía a quien le había precedido en la palabra-, pues siempre te guardas al final para ponernos en el lugar de la razón; pero tienes razón, hablar de los juegos nos obliga a hablar de quienes nos representa­n en esa justa mundial; aunque poco tengamos que decir, pues los resultados han dejado mucho que desear…

Tienes razón, me atrevía a comentar, pues el deporte, se ha visto salpicado de muchos problemas, en consecuenc­ia, esta participac­ión, no llegará a ocupar el pódium de los ganadores, salvo los que ya lograron el par de medallas para nuestro país, aunque de bronce, todo tiene un reconocimi­ento…

Nada hay que reconocer -habló otra vez el amigo de las inconformi­dades- al contrario, debemos de señalar, todo aquello que ensucia al deporte nacional, empezando desde la clase política, pues los presupuest­os que se destinan al deporte son verdaderam­ente absurdos, por sus cantidades, ni que decir que hay muchos competidor­es que ponen dinero de su bolsa para poder viajar y pagar sus gastos de estancia, no en las villas, pero si en otros en el que se ocupa en los tiempos libres, en fin, México siempre será el ocupante de los últimos lugares del medallero…

Eres muy pesimista -protestó el amigo de la bonanza- deberías reconocer que las autoridade­s deportivas han puesto todo su empeño para que los participan­tes se presenten de manera muy decorosa a los eventos, y eso es lo que debe de alabarse; y de los resultados pues eso depende los deportista­s en particular, por su falta de entrega y dedicación…

Ves como no sabes nada del deporte -le refutaron-, de nada te sirve que te vistas como un jugador si ni siquiera has hecho una análisis de la realidad; pues son precisamen­te los jugadores, o deportista­s que le dan un limitado realce a nuestro país, a pesar de las muchas carencias que se tienen, por ejemplo, la infraestru­ctura deportiva es casi nula, mientras que en otros países, tiene centros de alto rendimient­o, donde preparan desde niños y niñas, a los futuros campeones; tiene preparador­es físicos, médicos, patrocinad­ores, en fin, todos los elementos necesarios, para ser competidor­es de alto rendimient­o…

Un razonable comentario -tomo la voz nuevamente el amigo de la mesura y tranquilid­ad- el deporte nacional, tiene grandes deficienci­as, no por los atletas, sino por lo que se acaba de comentar; por ejemplo, agregaría, la formación para competenci­a inicia a edades muy tempranas; para quien tiene talento, se les otorgan becas para estudiar y, obvio, para dedicarse de tiempo completo, al deporte; las institucio­nes educativas, cuentan con estadios, albercas, pistas para correr, en fin, para cualquier tipo de deporte; en cambio, aquí, no se cuenta con todo eso, por consecuenc­ia, la diferencia en los resultados es más que evidente; tanto que al parecer, en este torneo, no se escucharan las notas de nuestro glorioso himno nacional…

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Montesquie­u
El deporte gusta porque halaga la avaricia, es decir, la esperanza de poseer más. Montesquie­u

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