Una niñita, Harley, Gunn y muchas balas
Dos inocentes criaturas comparten salas cinematográficas esta semana. Propuestas muy diferentes entre sí, que comprueban que la cartelera da para todos los gustos. La balanza que tiene el público es muy diversa y no sólo del blockbuster se vive.
Little girl (Sebastien Lifhitz, Francia, Dinamarca, 2020), es un documental pero con tendencia al relato sobre el proceso de una familia para, primero adaptarse y luego que la sociedad –en apariencia de avanzada– acepte a Sasha, una niña de ocho años, quien nació niño, pero pide no ser tratada como varón.
La cámara en Dolly, muy hábil y parte fundamental del relato, toma a unas bailarinas, mientras Sasha se les une en la danza, en una escena que le dice al espectador no sólo estar frente a una historia de fortaleza, aceptación y sobre todo amor, sino de inocencia, convicción e integridad. Y cine en su estado puro.
Esa misma cámara, se mete en el rostro de los protagonistas, sobre todo la madre, quien desde el primer momento decide apoyar a Sasha, hablar de sus miedos con el psicólogo en escenas conmovedoras, que van de una sobriedad en la sesión a las lágrimas.
Little girl, es discreta en cuanto a una agenda y eso se agradece, ya que sobre todo invita al espectador a ver el lado de la inocencia y humano. Su referente más inmediato es Mi vida en rosa ( Berlier, 1991, Francia). Largometraje por cierto, muy adelantado a su tiempo.
Otra rebelde, pero que en este caso ha sufrido el fenómeno de descafeinar su esencia: Harley Quinn (Margot Robbie), está de regreso, triunfal y todo, pero con buena causa bajo el brazo.
En The suicide squad (James Gunn, 2021), la chucknorrización de algunos villanos de DC Comics se descara de plano. Ya no es seguir la línea primaria de la historia: antagonistas obligados a trabajar para la autoridad, sino darles un sentido de heroicidad que traiciona el origen. El guion, dicen los realizadores, sigue la línea trazada a partir de los ochenta y noventa en los comics.
Le toca además de a Quinn,a Blodsport (Idris Elba), Peacemaker (John Cena) y King Shark (voz de Silvester Stallone), entre otros, involucrarse en una hazaña de rescate de prisioneros, en un país bananero, para luego descubrir que hay gato encerrado.
La nación de tercer mundo es gobernada por el Mayor Mateo Suárez (Joaquín Cosío, que sin complacencias es de lo mejor del filme) y nuestros anti héroes deberán desentrañar una madeja política en la que se involucraron.
Lo que vemos es un adecentamiento del cine híper violento de serie B ochentero. Una mezcla de cine de aventuras, en un estado superlativo con tendencia al humor involuntario y una paleta de colores chillones en la más extrema tendencia a lo pop. Un The expendables infantilizado que resulta entretenido y complaciente. Todo por un mismo boleto.
Dos niñitas, una rebelde en Little girl y la otra ya un poco amortiguada por presiones de la industria, nuestra adorada Harley, están en los cines en estos días. Opciones hay.