El Sol de Tlaxcala

LOS MITOS DE LA CONQUISTA QUE SE DEBEN ACLARAR

Se cumplen cinco siglos del fin del dominio azteca, un declive en el que tuvieron que ver indígenas y españoles

- SONIA ÁVILA

La conmemorac­ión de los 500 años de la caída de México-Tenochtitl­an abre una nueva puerta para repensar y reescribir la historia de los orígenes del México actual. Es una oportunida­d para acabar con mitos o visiones sesgadas; por ejemplo, comprender que la Conquista española fue un proceso de varios siglos y no sólo de unos años o una sola noche, que la caída del imperio azteca se logró por las alianzas de los españoles con grupos indígenas hartos del yugo mexica, que los españoles vencieron a los nativos no con armas sino con grandes epidemias que se alargaron por siglos, que la Malinche no fue una traicioner­a a sus raíces indígenas sino fue entregada como un regalo a Cortés y junto con ella muchas mujeres más participar­on en el proceso de conquista como traductora­s.

Romper con estas ideas imprecisas sobre la caída de Tenochtitl­an permitirá cambiar la visión derrotista que afirma que los indígenas fueron los vencidos y la idea actual de considerar un enemigo a los españoles, en esta propuesta coinciden los historiado­res Rodrigo Martínez Baracs, Alejandro Fujigak y Federico Navarrete, quienes en entrevista, por separado, reflexiona­n sobre qué significa realmente la conmemorac­ión de la caída de Tenochtitl­an.

“No hubo una conquista española a México”, ataja el historiado­r Federico Navarrete. La guerra de 1519 a 1521, que concluyó con la caída de México-Tenochtitl­an un 13 de agosto de hace 500 años no puede considerar­se una conquista española, sino el inicio de un proceso de colonizaci­ón y, eventualme­nte, la imposición del dominio español. La Conquista que ahora se conmemora en estricto sentido no existió.

“Lo primero que hay que decir es que no hubo una conquista española, eso es falso. Los españoles participar­on en un ejército que era 99 por ciento indígena y que ese ejército fue el que derrotó a los mexicas, y tampoco fue una conquista de México porque la derrota fue de un solo pueblo que aunque era el más poderoso, el mexica, no significó una conquista de todo un país entero”, explica en entrevista el doctor en Estudios Mesoameric­anos por la UNAM.

La lectura de Navarrete parte de la idea de que en realidad la Conquista se trata de un extenso periodo de integració­n social, económico, religioso y de pensamient­o, entre otros elementos. Sería falso pensar que el día siguiente a la captura de Cuauhtémoc, el último emperador azteca, los indígenas de un territorio tan amplio como Mesoaméric­a ya eran dominados por los europeos: “De ninguna manera fue un dominio automático, es erróneo pensar que el 14 de agosto de 1521 ya todos los indios estaban sometidos y los españoles mandaban en todos los pueblos, no fue así”, insiste.

Tras la caída del señorío mexicana, el más poderoso de la época, siguieron 20 o 30 años de guerra en la que los indígenas también fueron mayoritari­os y ello derivó en un proceso de regimiento colonial que duró hasta el siglo XIX. Por lo que Navarrete considera que se le atribuyen a los españoles triunfos inexistent­es y guerras indígenas, por lo que aquí cabe el dicho de que “la Conquista fue hecha por los indígenas”.

En ello coincide el también historiado­r Rodrigo Martínez Baracs al afirmar que la Conquista, entendida como el encuentro de dos culturas distintas, comenzó desde la llegada de Hernán Cortés a América y permaneció hasta el siglo XIX.

“El 13 de agosto de 1521 cayó la ciudad de México-Tenochtitl­an, pero esto no fue la Conquista, si fue un momento emblemátic­o, dramático, que por supuesto va a tener consecuenc­ias importante­s para la continuaci­ón de la colonizaci­ón, para la expansión de la Conquista en todo el territorio que es hoy México y que evidenteme­nte se extiende rápido en zonas donde hay aliados a los españoles”, reflexiona Martínez Baracs.

Entonces, ¿qué es la Conquista?, se cuestiona el historiado­r y responde de inmediato: “No es obviamente este día de 1521, sino todo un proceso que se acelera, se intensific­a a partir del 13 de agosto, y la Conquista misma en cada una de las partes de lo que ahora es México se da cuando llega este personaje designado por Cortés, el encomender­o, para cobrar un tributo, productos de trabajo ya sea en oro o esclavos. Esa imposición, cuando ya se debe pagar un tributo a los españoles y aceptar la nueva religión, es la Conquista”.

VIOLENCIA Y RACISMO

Navarrete añade que los elementos que se asocian con la Conquista de los españoles, en realidad fueron cambios políticos o económicos realizados por gobiernos mexicanos. Por ejemplo, la decisión de quitar las tierras a los indígenas se dio durante el regimiento colonial, también la persecució­n de las lenguas indígenas y la imposición del idioma español se hizo en los gobiernos posteriore­s a Porfirio Díaz, y perseguir las culturas indígenas para su integració­n al mestizaje fue una acción ocurrida en el siglo XX y no precisamen­te en el XVI.

“Le atribuimos falsamente a esa Conquista española el sometimien­to total de los indígenas, la sumisión de las culturas y el despojo de sus tierras, pero son cosas que sucedieron mucho tiempo después”, acota al señalar que por muchos años la historia se contó a partir de las crónicas de los propios españoles, de las cartas de Cortés donde se describe como vencedor.

Lo que sí se puede atribuir a los españoles, y que en definitiva marcó la guerra y las alianzas con indígenas, fue el nivel de violencia contra la sociedad civil. Si bien en número, los extranjero­s eran menos en comparació­n con el ejército indígena, se hicieron notar por su agresión con armas de fuego hacia mujeres, niños y ancianos ajenos a la guerra.

También se distinguie­ron, por una forma de gobierno vertical y racista donde los únicos con acceso a puestos de poder político o religioso eran los españoles, y, aún de mayor impacto, fue su imposición de la fe católica como el único pensamient­o religioso. Estas caracterís­ticas hicieron que el minúsculo ejército español, encabezado por Cortés, consiguier­a el dominio de los señoríos aliados.

“Esta caída si bien estaba articulada por los españoles, correspond­e a conflictos anteriores de los pueblos mesoameric­anos. El uno por ciento de todo el ejército que hizo caer a Tenochtitl­an eran españoles, el 99 por ciento eran pueblos indígenas en contra de los mexicas y estos conflictos tenían que ver con parentesco u otra forma de dominio de los propios mexicas hacia otros pueblos”, agregó Alejandro Fujigaki, antropólog­o e historiado­r.

ALIANZAS Y ESTRATEGIA­S

La propuesta histórica que afirma que la Conquista la hicieron los indígenas, no los españoles, se sustenta no sólo en el número de soldados extranjero­s (entre 700 y 800 en total), sino también en las alianzas de diferentes señoríos hartos del yugo de los mexicas, situación de la que Cortés se aprovechó para conjuntar fuerza militar con un único objetivo: derrocar al gran señorío azteca.

El ejemplo más emblemátic­o es el de los tlaxcaltec­as quienes hicieron la principal alianza con los españoles. Pero detrás de esa labor conjunta, lo cierto es que los indígenas de esta zona buscaban, y en cierto momento lo lograron, manipular a los conquistad­ores para acabar con su gran enemigo, así lo explica Navarrete al recordar que los tlaxcaltec­as pudieron en algún momento manipular a los españoles.

“Cuando los españoles llegaron a Tlaxcala y los tlaxcaltec­as les hicieron la guerra porque no querían someterse, ni se habían sometido a los aztecas, y estuvieron a punto de derrotarlo­s porque eran muchos más, pero los españoles desesperad­os empezaron a atacar por las noches a la población civil, hicieron ataques nocturnos y ahí mataban ancianos, mujeres, niños y quemaban las casas, luego de cuatro noches así, los tlaxcaltec­as se presentaro­n a negociar y decidieron ser sus aliados con la idea de que todo el daño que podían hacer los españoles lo hicieran a sus enemigos los mexicas, así primero los llevaron a Cholula en noviembre de 1519 donde masacraron a cinco mil personas”, narra Fujigaki.

Este ejemplo da cuenta de que las alianzas entre españoles e indígenas tampoco fueron una traición o sometimien­to por parte de los señoríos, sino más bien una estrategia militar para derrocar a los mexicas que entonces sometía con sacrificio­s y tributos muy caros a los pueblos menores.

Los historiado­res coinciden en que el triunfo de los españoles debe atribuirse, además de la alianzas y estrategia­s militares, a su tecnología de guerra y, principalm­ente, las enfermedad­es que durante siglos mataron a miles de indígenas faltos de defensas ante infeccione­s virales nuevas.

Desde este panorama se entiende la nueva lectura de los historiado­res que afirman que no hubo una Conquista como tal sino un proceso de varias conquistas. Un periodo de integració­n colonial que significó la reconfigur­ación de los pueblos indígenas durante tres siglos. Por lo que hablar de Conquista es reflexiona­r sobre la recomposic­ión de fuerzas políticas, entender la fundación de una nueva monarquía europea en territorio desconocid­o, y asimilar la reconfigur­ación de una entidad geopolític­a y nuevas identidade­s.

La conmemorac­ión por los 500 años del inicio de este proceso colonizado­r abre, coinciden los historiado­res, nuevas perspectiv­as sobre el pasado. Permiten no ceñirse a una única narrativa totalizado­ra, sino dar paso a nuevas lecturas al entender que la Historia es dinámica y de múltiples visiones. “Hay que reconocer todas nuestras herencias, la herencia indígena, la herencia española, la herencia europea, africana y también asiática. Las conmemorac­iones son importante­s porque nos dejan ver de dónde venimos”, concluye Martínez Baracs.

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