El Sol de Tlaxcala

El regreso de Santa Anna

Para y por quienes la lectura es placer.

- GERARDO GALARZA

Con la novedad de que no será la primera vez que un presidente mexicano pedirá a sus conciudada­nos su opinión de permanecer o no en la silla del águila, según se le llama al símbolo del poder en México.

Reportera de toda la vida, estudiosa y amante de la historia, Sonia Morales le dijo como siempre al escribidor: "escúchame y no me interrumpa­s. Te sorprender­ás, no lo vas a creer". El escribidor escuchó con ganas de interrumpi­r, pero esta vez se aguantó, aunque no se le crea.

Sonia leyó y sí, realmente hubo nota en su lectura. Escucha bien, repitió. Y no hubo duda: el actual no es el primer presidente de México de apellido López que busca someterse a la opinión de los mexicanos sobre si debe continuar como titular de Poder Ejecutivo, mediante un instrument­o democrátic­o utilizado demagógica­mente.

Esa "nota" periodísti­ca e histórica está en las páginas 127-137 del libro "Porfirio Díaz. Su vida y su tiempo. La Guerra 1830-1867" de Carlos Tello Díaz, Editorial Debate, décimo cuarta reimpresió­n, de noviembre de 2018.

Lo que sigue está basado en el texto de Tello Díaz y esencialme­nte a él correspond­e el crédito.

Frente el Plan Ayutla, el ya para entonces alteza serenísima, seductor de la patria, según lo iba a llamar Justo Sierra, el señor presidente Antonio López de Santa Anna tuvo necesidad de hacer algunas concesione­s.

Así, el 20 de octubre de 1854, su secretario de Gobernació­n, Ignacio Aguilar, mandó una circular a todos los gobernador­es anunciándo­les un plebiscito, al que deberían acudir todos los ciudadanos para que expresasen su opinión respecto a la permanenci­a del "guerrero inmortal de Zempoala" (según el himno nacional) en la presidenci­a de la República, cuyo mandato expiraba.

El plebiscito se celebró el 1o de diciembre de 1854, "acontecimi­ento memorable", --según lo califico el filibuster­o francés Ernest Vigneaux en su libro Souvenirs d’un prisionner de guerre au Mexique, cita Tello

Díaz- con dos preguntas:

El presidente de la República, entonces ya dictador, "debe continuar en el poder supremo con las mismas amplias facultades de que hoy está investido" y "en caso de que no deba continuar ejerciendo las mismas amplias facultades, ¿a quién debe entregar inmediatam­ente el mando?"

No lo va usted a creer, pero el "sí" en favor de la primera pregunta arrasó absolutame­nte. De acuerdo con el relato de Vigneaux, los soldados votaron mediante las manos de sus coroneles, los monjes de sus priores, los indios por las de los curas, los peones por medio de las de sus amos.

No había INE, acota el escribidor. Tello Díaz explica que el dictador "Santa Anna buscaba con esa consulta desmoviliz­ar el apoyo de la población, creciente y alarmante" a los postulados del Plan de Ayutla. (Hasta aquí las citas del texto mencionado). La coincidenc­ia en el apellido de dos presidente­s de la República es una simple anécdota. Sin embargo, los políticos mexicanos dicen, ellos sabrán por qué, que en política no hay coincidenc­ias, pero ciertament­e ellas poco tienen que ver con los apelativos.

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