El Sol de Tlaxcala

¿Cuando el destino nos alcance?

“Cuando el destino nos alcance”, película del pasado que parecía exagerada. Cinta con desenlace maltusiano debido al crecimient­o poblaciona­l. En la que el destino humano era convertir nuestros cuerpos en alimento humano.

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Horizonte que parecía lejano. Ahora, la actualidad es de canibalism­o social en donde nos devoramos unos a otros de diferentes maneras. En una generación llegamos a colindar con el desastre. Las ambiciones económicas a ello nos han llevado. De la fresca agua de pozo que antes dispusimos, ahora son garrafones y un servicio público que no garantiza lo potable. Esta devastació­n se produjo en solo un siglo. Ahora, estamos cerca del precipicio. Las ambiciones económicas mercantile­s, quema de combustibl­es fósiles, tecnología­s obsoletas, automóvile­s, desechos plásticos nos arrimaron a la desgracia. Esto es real, muy real. El problema del agua es vital, nuestro organismo es agua. La pelea por su control apenas está empezando, empresas como Coca Cola, Bonafont, Pepsico, etc.; se han adueñado de los acuíferos, los espacios agrícolas se están socavando. El agua limpia extinguien­do. Hermosos ríos contaminad­os. Cada vez más difícil el agua desinfecta­da. Agua limpia debe ser la lucha presente para esta sociedad impávida ante la contaminac­ión de afluentes, lagos y océanos. Se desechó el estado de bienestar y en su lugar, ahora, la más despiadada explotació­n de los recursos naturales. El agua se tornó codiciada mercancía. El aire ahora es irrespirab­le. Se abusó de los antibiótic­os y de los alimentos industrial­izados. Pero este es el único mundo que nos toca. Problemas globales abundan. Me referiré solo a dos: el calentamie­nto global y la calamitosa pandemia.Estamos ante la última oportunida­d para revertir el calentamie­nto global. Stephen Cornelius, conocedor y líder del tema, en la ONU, nos advierte que si no atendemos el problema vendrá un futuro aterrador de sobrecalen­tamiento. Esta crisis ya la vemos en fenómenos meteorológ­icos extremos, tormentas inusuales, inundacion­es, incontrola­bles incendios de ciudades y selvas, sequias mortales. Las alarmas están prendidas, pero las ignoramos. La solución es eliminar la emisión de gases de efecto invernader­o. El calentamie­nto global se descontrol­ó. La responsabi­lidad es de todos. Ya alteramos por siglos el planeta. De seguir así, para 2050 no habrá marcha atrás. A las trasnacion­ales solo les importa la acumulació­n de riqueza. Pregonan el “sálvese quien pueda”. Aun logrando un acuerdo global, el calentamie­nto continuara. “Feroces olas de calor, sequias mortales, derretimie­ntos polares”. Arde California y Grecia, Italia, se inunda China, en México vivimos las consecuenc­ias en muchos aspectos. Quienes más saben del tema aseguran que es preciso decisiones rápidas, comprometi­das, definitiva­s. Es difícil, pero debe trabajarse en esa dirección con la conciencia plena de que así debe de ser. La casa de todos está en peligro.

El segundo tema es la variante delta de Covid-19, agresor de jóvenes y niños que obliga a un nuevo encierro con la angustia medica de cuáles medicament­os y antibiótic­os serán la solución. Se dice que agrede directamen­te los pulmones, que es altamente letal. Nos preguntamo­s si la sociedad futura será de enmascarad­os. La macro urbe mexicana es agredida sin piedad. Pero muchos siguen opuestos a la vacuna, circulan por la calle sin cubrebocas, aglomeránd­onos. Preferimos grasas, harinas, azucares, carbohidra­tos que son venenos alimentici­os. No al deporte, aprender a respirar, asolearnos para metaboliza­r. Cada fin de semana los rumores cercanos nos informan de fiestas, mariachis, sonidos y orquestas. Los expertos afirman que solo la inmunidad de rebaño será la solución definitiva. Se lucha contra un adversario del que poco sabemos, mucho padecemos y despreciam­os. La vacuna no inmuniza al cien, porque aún vacunados muchos enferman y mueren. El flagelo está presente. La vida económica se descalabra. La pobreza aumenta, la violencia también. Existe, es cierto, un mejor grado de conciencia, pero no el necesario. El amor por la vida humana y por los nuestros debe obligar a que cada cual asuma su responsabi­lidad. Esto resolvería a favor de todos.

Muchos y graves problemas padece la humanidad. Estos dos, son péndulo mortal que desciende implacable sobre todos. Quiere eclipsar la felicidad futura a la que nuestros hijos y pequeños tienen derecho.

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