El Sol de Tlaxcala

Hambre y honestidad aprueba de balas

- ALEJANDRO CASTRO

EL MÚSICO, LEYENDA VIVIENTE DE LA CANCIÓN ESPAÑOLA, LLEGA A LOS 69 CON UN DISCO QUE LO MUESTRA TAN VIBRANTE Y PERTINENTE COMO SIEMPRE

La última vez que vi a Kiko Veneno fue en 2014. Desayunamo­s en una fonda bastante modesta, más bien cutre, enfrente del hotel donde se hospedaba, en la zona menos glamorosa del Centro Histórico de la Ciudad de México.

Recuerdo con claridad que el músico español tenía hambre, no sólo porque eran las 9 de la mañana y nos esperaban unos chilaquile­s con huevo y café americano, sino porque, a pesar de ser una leyenda viviente de la música, sentía que, al menos de este lado del charco, no estaba explotando al máximo su carrera.

En aquella ocasión, el autor de clásicos como “Echo de menos” y “Volando voy” me pedía referencia­s de promotores o sellos discográfi­cos con los que pudiera trabajar en Latinoamér­ica.

Yo le mencioné dos o tres, mientras pensaba que era irónico que una figura de su tamaño e importanci­a no tuviera en su buzón de correo no una, sino diez propuestas de gente que quisiera trabajar con él y editar su música por estos lares.

Kiko Veneno tenía hambre de llegar más lejos en nuestro continente, pero la incipiente industria no le ofrecía muchas opciones.

Por fortuna, su ímpetu y talento parecen inagotable­s. Luego de publicar un disco en vivo y otro de estudio llamado Sombrero roto (2019), el artista está de regreso con una grabación llamada precisamen­te

Hambre, que da cuenta de un Kiko Veneno en plena forma, vibrante y pertinente.

Él, con toda la modestia que le caracteriz­a, dice que no puede respaldar esa apreciació­n, pero que es lo que busca:

“Eso es lo que quiero hacer: Música fresca que haga sentir y disfrutar a la gente, así que estoy muy contento de que así lo percibas y de que pienses que he conseguido parte de mi propósito”, me dice ya no en persona, sino vía telefónica desde Portugal.

Hambre es un compilado de nuevas canciones que abordan diferentes sentimient­os: Hay alegría, tristeza, deseo y urgencia en varios de estos temas.

“Sí, intenté siempre que hubiera alegría, que hubiera tristeza y que hubiera lo que hay en la vida humana, dar un abanico amplio, porque me crié en esa devoción por la música con una estructura del pop de los años sesenta, donde realmente todos los géneros eran válidos, desde los más dramáticos hasta los más cómicos.. Me interesaba mucho dar ese abanico”, cuenta.

EL DOMINIO DEL ALGORITMO

Al escuchar a este Kiko Veneno tan renovado y positivo, no puedo evitar preguntarl­e si su percepción de la música y de la industria es un poco mejor de lo que era hace 7 años cuando, al menos de este lado del mundo, no encontraba demasiado eco para su propuesta musical, a lo que responde:

“Bueno, ahora no veo las cosas exactament­e igual… No es que la música esté mal, lo que está mal es el mundo, y la música como consecuenc­ia de todo esto, pues sí… Se están extinguien­do las especies, se extinguen los vegetales y los idiomas, entonces el mundo es el que está en un proceso de destrucció­n, pero dentro de todo eso yo creo que la música es una salvaguard­a…”

Y ya metido en esa reflexión, va un poco más allá:

“La música sufre de perder la esencia local, personal, que todos tengamos que ser iguales por el dominio de la máquina sobre el hombre, el dominio del algoritmo sobre la conducta humana… El mundo sufre porque no estamos colaborand­o y viviendo la vida sana y libre que tendríamos que vivir; estamos alejándono­s de eso y no queremos mirar las consecuenc­ias, y yo creo que las carencias que pueda tener la música vienen de las carencias del mundo, pero la música es de las cosas que nos pueden liberar de esta catástrofe que se avecina”, asegura.

Y ya que habla del dominio del algoritmo, le pregunto si es posible que alguien que busque su música en una pla

taforma como Spotify se confunda al encontrar primero sus colaboraci­ones con C Tangana y Vera Fauna, en lugar de los clásicos de su discografí­a, a lo que responde:

“Bueno, ahí realmente nosotros podemos hacer poco. Simplement­e significa que yo todo lo que hice fue buscando mi fórmula personal, creo que tenemos que saber dominar esa situación para ser creativos y coger de la parte global del mundo lo que nos puede unificar, sin renunciar a tanta riqueza que tenemos”.

Y es que “Los tontos”, la canción que grabó con C Tangana para el disco El Madrileño

de este último, seguro que ha ayudado a que las nuevas generacion­es volteen a ver a este viejo lobo de mar, y ¿por qué no? a escuchar algo de su catálogo, a partir de esta colaboraci­ón para el que desde hace meses, es considerad­o por muchos como uno de los discos más populares del 2021.

CONFRONTAR A LAS MÁQUINAS

Sobre el éxito inusitado que ha tenido su colega rapero, Kiko dice que quizá estamos ante el inicio de una nueva fase para la música:

“Ese disco de C. Tangana ha sido una gran novedad, porque no se esperaba que gente de 40 o 50 años escucharan el disco de un chaval de veintitant­os, y quizá eso indique algo de lo que pueda suceder... Yo creo que está muy bien que la música y los nuevos géneros se ayuden de la tecnología, pero creo que se debe llegar un punto en el que se recupere el amor por la artesanía, las melodías, por saber tocar los instrument­os, para dominar a la máquina, porque ahora resulta que para bailar sólo lo vamos a poder hacer con la ayuda de máquinas".

Y en este punto enfatiza:

"¡Pero si las máquinas no tienen swing! Lo que hace bailar de verdad no es la máquina, sino el swing, que tiene una irregulari­dad, una curva de intención y de energía... Hay que confrontar a las máquinas y ponerlas en su sitio, para que la que mande sea la potencia humana, la felicidad, la comunicaci­ón, la alegría, la libertad, el compartir y el sentir”, dice.

Eso sí, para fortuna de Kiko Veneno, en este 2021 en el que dominan los llamados ritmos urbanos, el trap y el reggaeton, su música tan plagada de cadencias, intencione­s y sonidos del mundo, no desentona en absoluto.

“Bueno, hice esta música para estar en el mundo -continúa- porque si quieres hacer música hoy, tienes que utilizar los sonidos de hoy, aunque mi propósito no sea ir al lugar común de la música urbana y del reggaetón. Si bien tenemos que utilizar la tecnología actual, porque es el idioma actual, también podemos recuperar lo antiguo, porque el reggaetón no sé el valor que tendrá dentro de 30 años, pero el valor de Chavela Vargas sí que sabemos que es inmenso”.

LA RESPUESTA DE LA NATURALEZA

Antes de despedirno­s, le pregunto qué enseñanzas le ha dejado la pandemia a un hombre maduro que, probableme­nte hace dos años creía tener un poco más de certezas sobre este mundo.

“Bueno, yo vivo debajo de la ruta aérea del aeropuerto de Sevilla, entonces la sensación que saqué del confinamie­nto fue de una felicidad al no tener un avión cada 10 minutos pasando por encima de mi casa, pero sobre todo la respuesta de la naturaleza, de cómo en pocos meses se regeneró la naturaleza tan salvajemen­te agredida por nosotros, cómo de pronto en la ciudad apareciero­n conejos, ciervos que bajaban de la montaña, pájaros… Como que fue un llamado de lo que realmente necesita este mundo”, dice, evidenteme­nte conmovido, antes de añadir:

“De pronto parece que el 80 por ciento de los trabajos que hacemos en el mundo no valen para nada, porque no crean nada positivo y destruyen más de lo que crean… ¡No es necesario que todos los días haya 80 mil aviones llevando a gente que se baja de la escalerill­a, toma unas fotos, se sube a la escalerill­a y se regresa a su lugar de origen sin haber conocido a una sola persona de ese país! Yo vivo desde hace 60 años en Sevilla, que es una ciudad turística, y en toda mi vida no he conocido a un turista que se haya hecho amigo mío o con el que mantenga relación, entonces te planteas, por ejemplo, qué significa humanament­e la actividad turística, además de estar destruyend­o la atmósfera. No significa nada, es una pérdida de tiempo y de energía, porque esas personas podrían estar en su país, siendo felices de verdad y viendo Sevilla por la tele, que se ve igual de bien”.

Y como siempre, Kiko Veneno nos deja con suficiente­s temas para reflexiona­r. Y con la esperanza compartida de que en un futuro cercano pueda regresar a México para presentar, como él lo desea, estas nuevas canciones, con su grupo completo de siete integrante­s:

“Espero poder girar por México, Argentina, Colombia o Chile, para hacer sonar este disco tal como está, para mí ese sería un plan extraordin­ario y motivo de una gran felicidad”, concluye.

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FOTO: AKIMOSKI
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disco del artista español
GRAN SOL El nuevo disco del artista español

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