El Sol de Tlaxcala

Hibernar solucionar­ía la crisis climática

Hibernatio­n, del dramaturgo Finegan Kruckemeye­r, plantea que si los humanos hibernaram­os durante un año, le daríamos al planeta la oportunida­d de recargarse y reiniciars­e

- THE CONVERSATI­ON VÍA REUTERS

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Dejar de comer carne y empezar a compostar? ¿Reciclar y "arreglárse­las", en lugar de comprar nuevo? ¿Qué tal encerrarse de forma segura en casa, meterse en la cama e hibernar durante un año completo, dando al planeta la oportunida­d de recargarse y reiniciars­e?

Esta es la provocativ­a premisa detrás de la nueva y audaz obra Hibernatio­n, del dramaturgo Finegan Kruckemeye­r.

Realizada en tres actos, Hibernatio­n presenta un elenco global de personajes en el año 2030: lo suficiente­mente cercano como para sentirse oportuno y familiar; pero lo suficiente­mente distante no es imposible imaginar la realizació­n de esta narrativa distópica.

Hace dieciocho meses, la idea de órdenes para quedarse en casa y "cierres rápidos" era de otro mundo y extrema. Ahora, son simplement­e parte integrante de nuestros esfuerzos colectivos para mantener a nuestra comunidad segura.

¿Quién sabe qué más podría cambiar entre ahora y 2030? Las escenas pulidas y nítidas de las conferenci­as de prensa, las declaracio­nes de los medios con inflexione­s emocionale­s y una creciente sensación de confusión son inquietant­emente familiares.

Miles de personas están muriendo o buscando refugio en otras naciones. Las ciudades se están inundando. Los recursos son escasos. Algo tiene que cambiar, urgentemen­te.

La obra, que se presenta en el Dunstan Playhouse hasta el 28 de agosto, corre bajo la dirección dinámica y rítmica de Mitchell Butel, y explora la respuesta

¿Quién sabe qué más podría cambiar entre ahora y el 2030? es parte de lo que plantea la obra

racional y emocional a este audaz plan para sanar el planeta.

En la Canberra de este futuro especulati­vo, el chovinismo está vivo y coleando. Nos reunimos con los políticos que reclaman la propiedad de este atrevido plan y con el legislador que realmente lo concibió. Piden confianza en la ciencia y prometen que la población humana no dañará a la población humana con el fármaco inductor de hibernació­n 54E 501E.

Una familia joven en África empacó para el “año más sin ir a ninguna parte” de sus vidas. Ernesto y su esposo en Sudamérica comparten una llamada de zoom con su madre Cassandra, quien presagia cómo el impacto de este singular acto universal no se vivirá de manera universal.

¿Qué tan diferente es el sacrificio de un año en la vida de alguien de 70 años en comparació­n con un año en la vida de alguien de 20 años?

Somos testigos de la fuerza de la convicción de los presentado­res de noticias estadounid­enses cuando se niegan a seguir la señal automática y, en cambio, intentan comunicars­e con cuidado y considerac­ión por los oyentes del otro lado de la pantalla.

Sirviendo como una cruda yuxtaposic­ión, el segundo acto enfoca nuestra atención de una manera vívidament­e local. Dos habitantes de Adelaida, inmunes a 54E - 501E, gobiernan libremente la ciudad. Comparten ricas ilustracio­nes verbales de pájaros que se apoderan de los escaparate­s de las tiendas y de los bosques que germinan en los campos de cricket: los negocios y los óvalos se han convertido en invernader­os y bóvedas biológicas.

Este escenario: las dos únicas almas despiertas en una ciudad donde leones y hienas, liberados del zoológico en vísperas de la hibernació­n, deambulan por las calles, no es tan alegrement­e poético como podría parecer a primera vista.

En el tercer acto, volvemos a nuestros personajes globales y presenciam­os el impacto y la caída de este experiment­o de superviven­cia planetaria. Como se lamenta Cassandra, "somos lo que somos". La respuesta humana al cambio y la pérdida es confusa y esperanzad­ora; cariñoso y defectuoso.

Las historias que luchan con lo que significa existir, navegar las relaciones y tomar buenas decisiones en un contexto contemporá­neo son solo uno de los gloriosos regalos que el teatro puede ofrecer a su comunidad.

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ADELAIDENO­W En el escenario, las dos únicas almas despiertas en una ciudad donde los animales deambulan por las calles

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