El Sol de Tlaxcala

Aumentan las consultas con el Doctor Simi

La falta de presupuest­o en el sector público provocó que más gente vaya a consultori­os de farmacias, dicen especialis­tas

- SAÚL HERNÁNDEZ

CDMX. En medio de la pandemia, una mayor cantidad de mexicanos vieron en los consultori­os adyacentes a farmacias una alternativ­a para acudir al doctor, ya sea por síntomas relacionad­os con Covid-19 o para atender otro tipo de enfermedad­es. Los más pobres fueron sus clientes más frecuentes.

Entre 2018 y 2020, el porcentaje de personas en el decil más pobre de la población que buscó atención médica en consultori­os de cadenas como Farmacias Similares, Farmacias del Ahorro, Doctor Descuento, Benavides, entre otras, pasó de 13 a 20 por ciento.

En el mismo periodo, quienes se atendieron en clínicas y hospitales de la Secretaría de Salud (SSa) bajaron de 52 a 36 por ciento, revela un estudio del Centro de Investigac­ión Económica y Presupuest­aria (CIEP) con base en informació­n de las últimas dos ediciones de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH).

“Los consultori­os de farmacia eran la opción más cercana que tenían las personas, no sólo de los niveles socioeconó­micos bajos, sino las personas en general, cuando empezaban a sentir alguna sintomatol­ogía de Covid… La misma infraestru­ctura de los consultori­os de farmacias se vio en su momento rebasada por la cantidad de gente que acudía como un primer punto de contacto para buscar la asistencia médica”, explica Cristina Gutiérrez Delgado, consultora independie­nte y miembro de ISPOR capítulo México, una organizaci­ón internacio­nal de farmacoeco­nomía.

Los consultori­os médicos de bajo costo adyacentes a farmacias tuvieron un crecimient­o explosivo desde mucho antes de la pandemia. Sólo la cadena Farmacias Similares, propiedad del político del Partido Verde, Jorge González Torres, contaba con seis mil 746 consultori­os en 2019, cuando en 2010 tenía tres mil 925. En el mismo periodo, pasó de 45.3 millones de consultas a 110.9 millones, según cifras de la Fundación Best, a la que pertenecen estas franquicia­s.

Para 2020, el año que llegó la pandemia, el número de consultori­os creció a siete mil 63, aunque las consultas médicas se redujeron a 107.6 millones.

Andrés Castañeda Prado, coordinado­r de la causa Salud y Bienestar de la organizaci­ón Nosotrxs, explica que la explosión de los consultori­os en farmacia tiene su origen en el año 2010, cuando cambió la normativa para la prescripci­ón de antibiótic­os, que requería obligatori­amente de una receta médica para venderlos. Además, a la par empezó la política de medicament­os genéricos, lo que fomentó que hubiera más farmacias con medicinas a costos más accesibles para la gente.

A ello se suma la desatenció­n del gobierno a los centros de salud de primer nivel. De acuerdo con Castañeda, desde 2010 tampoco ha crecido el presupuest­o en salud en México, y además existe una disparidad en la asignación de los recursos: entre 80 y 90 por ciento del dinero se dirige al segundo y tercer nivel de atención y el resto al primer nivel, cuando 85 por ciento de las atenciones se dan ahí.

“Necesitamo­s duplicar el número de centros de atención primaria. Realmente hay una necesidad. Si las farmacias están duplicándo­se cada año y están llenas, eso quiere decir que claramente hay una necesidad que no está satisfacie­ndo el sistema

público de primer nivel de atención”, explica el especialis­ta.

En medio de la pandemia, el gasto público per cápita en los servicios de salud del Insabi, destinado a población sin seguridad social, se redujo de tres mil 656 pesos por persona en 2019 a tres mil 299 en 2020 y a dos mil 911 en este año, revela un estudio del CIEP. Tampoco hay medicinas. De acuerdo con el Informe de Transparen­cia en Salud 2019-2020, publicado por Nosotrxs y el colectivo Cero Desabasto, entre esos años se triplicó el número de recetas no surtidas en el IMSS (pasando de cinco millones a casi 16 millones), aun cuando el número de consultas en el país cayó en 45 millones en el mismo lapso por la pandemia.

Durante varios años, Cristina Gutiérrez trabajó en la Unidad de Análisis Económico de la Secretaría de Salud federal. Ella tenía a su cargo el análisis de la ENIGH, que bianualmen­te publica el Inegi, para analizar las tendencias de gasto en cuidados de la salud. Comparte que durante 15 años de análisis de la encuesta se había visto una reducción en el gasto de bolsillo que hacen los hogares en salud.

La creación del Seguro Popular, enfocado en población sin seguridad social, explica parte del fenómeno. Todavía entre las ENIGH de 2016 y 2018, el gasto que hacían las familias en este rubro había caído 0.9 por ciento.

La última encuesta, levantada en 2020, entre los dos primeros picos de la pandemia, revela que el dinero que destinaron los hogares en atención de la salud se disparó 40.5 por ciento respecto a dos años antes.

No sólo eso. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 sobre Covid (Ensanut), 18.6 por ciento de los integrante­s de los hogares en-trevistado­s tuvo alguna necesidad de salud en los últimos tres meses previos a la entrevista; de ellos, 82 por ciento buscó atención, 81 por ciento la obtuvo, y sólo 34 por ciento se atendió en servicios públicos. La Ensanut 2020 también indica que los hogares más pobres destinaron 75 por ciento de su gasto en salud a pagar consultas de atención primaria y medicament­os.

La explosión de consultori­os en farmacia tiene su origen en el año 2010, cuando se requirió una receta para vender antibiótic­os

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